ESPECTáCULOS › SE ESTRENA EN ROTTERDAM UNA OPERA CON MUSICA DE TANGO

“Traducir personajes a música”

Betty Gambartes es, junto al músico Diego Vila, la autora de “Orestes, último tango”, sobre “El Reñidero” de De Cecco. Será protagonizada por Julia Zenko, Susanna Moncayo y Carlos Vittori.

 Por Diego Fischerman

Sabe que no debería mostrar sorpresa. Que tendría que manifestar que se trata de lo más natural del mundo. Pero le resulta imposible ocultar el azoramiento. O tal vez no sea eso sino simple emoción. Su nombre, Betty Gambartes, aparece con el de Diego Vila, coautor de la ópera Orestes, ultimo tango en la tapa del programa 2002 de De Schouwburg de Rotterdam. Una tapa que, en realidad, no es más que una lista de nombres: los de ellos y, antes y después, los de Mozart, Shostakovich y Prokofiev, entre varios otros. El estreno será el 22 del mes próximo y esta obra basada libremente en El Reñidero de Sergio De Cecco contará entre sus protagonistas a los cantantes Julia Zenko, Susanna Moncayo, Carlos Vittori, Rodolfo Valss y Jorge Nolasco. Con coreografía de Oscar Aráiz, son varios los papeles confiados a bailarines, empezando por los solistas Nicole Nau-Klapwijk –una de las gestoras del proyecto– y Luis Pereyra.
Régisseur de numerosas óperas, profesora de puesta en escena, pianista y directora de espectáculos como Arráncame la vida, Sin compasión y Qué has hecho de mí, Gambartes ronda el tango desde hace tiempo. No obstante, asegura que “hay un antes y un después de Orestes”. Esta es la primera vez que escribe íntegramente un libreto de ópera. Y es la primera, también, en que como directora de escena debe habérselas con un texto propio. “Por suerte eso no me inmovilizó”, dice. “Tenía dudas acerca de cómo iba a ser mi trabajo a partir del momento en que terminara de escribir pero, curiosamente, fue igual que siempre. Es decir que pude situarme frente a ese texto con la misma libertad para crear, para actuar frente a él e incluso para modificarlo, que si se tratara de algo ya escrito por otro. Me encontraba muchas veces preguntándome: ‘Y el autor, ¿por qué puso esto acá?’. Hubo una suerte de desdoblamiento que se dio naturalmente a partir de estar haciendo otra tarea.”
–¿Cuándo fue su primer contacto con la obra de De Cecco?
–Conocí El Reñidero cuando estudiaba dirección con Laura Yusem, hace casi veinte años. Cuando Ricardo y Nicole –una pareja europea que baila tango en Buenos Aires– vieron un espectáculo sobre tangos que yo estaba haciendo, me hablaron de este festival trianual y de un encargo que ellos tenían para hacer allí un espectáculo (en ese momento ni aparecía la idea de que fuera una ópera) que incluyera el tango. A partir de ese encuentro, me encargaron que yo escribiera esa obra, lo que al principio me pareció imposible. Empecé a buscar textos posibles para adaptar y, en esa búsqueda, finalmente volvió a mi memoria De Cecco y comprendí que se trataba de un texto ideal.
–¿Cuáles fueron las principales dificultades de la adaptación?
–Nuestra ópera no tiene pasajes hablados. Todo está cantado. E incluso hay personajes bailados, en los que no hay voz en absoluto. Morales, el hijo de Palermo, que es prácticamente el centro de la trama, es un bailarín. Entonces había que traducir las características del personaje a códigos musicales. La que debía hablar por él era la música. Pero, sin ir tan lejos, en cada uno de los otros personajes hay características musicales que los identifican. No todos cantan las mismas cosas ni de la misma manera y eso, obviamente, no era algo que estuviera en la obra original de De Cecco. Había que crearlo.
–En Orestes hay voces provenientes de distintas tradiciones. ¿Se trabajó a partir de tratar de homogeneizarlas o de acentuar esa diferencia?
–De la diferencia, desde ya. Es cierto que Susanna Moncayo, que tiene una escuela de canto lírico, posee una ductilidad increíble y puede cantar como una cantante popular sin ningún problema. Y de hecho lo hace, aunque cuando su voz tiene que proyectarse, se nota que tiene la técnica para hacerlo. Pero me pareció interesante que esas diferencias entre uno y otro contribuyeran a dibujar las características de cada personaje. Por otra parte, si bien es cierto que Carlos Vittori es conocido por su trayectoria en comedias musicales, es un tenor en toda la regla. Tiene una voz con unaproyección envidiable para muchos artistas líricos. En cuanto a Julia Zenko, hace un trabajo maravilloso, no sólo vocal sino de verdadera apropiación del personaje. Su manera de cantar va mucho más allá de entonar con una bella voz las notas correctas. Ella es la hija de Morales. Y el gran tema de la obra, al mismo tiempo que el de la desmitificación del malevo, es la relación con el padre.
–En relación con eso, ya el título anuncia una referencia clásica.
–Sí, la historia de ese malevo que ya ha muerto y que es recordada por su hija recrea, en realidad, la de Orestes y Elektra. Ella no sólo recuerda al padre sino que lo encarna, adhiriendo incondicionalmente a todo ese mundo de valores ya en crisis.
–¿Cuál fue la metodología con la que se trabajó?
–La obra se fue haciendo a medida que se escribía cada personaje. No pasábamos a un nuevo papel hasta no haber agotado el anterior. Y en cuanto al trabajo con el elenco fue exactamente igual. Fuimos eligiendo y llamando de a uno. Cuando terminábamos de conocer un personaje, de pensar y componer cada una de sus arias, o canciones, convocábamos a quien habíamos aventurado que sería el intérprete ideal para ese personaje. Por suerte, todos los que convocamos se entusiasmaron con la idea y con la obra, y podemos decir que tenemos el reparto ideal, el que Vila y yo teníamos en la cabeza en el momento de componer.

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Betty Gambartes se basó en una obra de Sergio De Cecco.
La música es de Diego Vila y cantan Zenko, Moncayo y Vittori.
 
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