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“La pobre paloma de la paz sangra ahora como nunca antes sangró”

El escritor Alfredo Bryce Echenique, ganador de la última edición del Premio Planeta español, dice que la invasión estadounidense a Irak significa para el mundo contemporáneo “el fin del imperio de la ley”.

 Por Verónica Abdala

En la puerta del hotel porteño en el que se aloja el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939), el ruido del martillo neumático que taladra la calle Reconquista obliga a taparse los oídos. Evitar hablar de la guerra, en esta semana trágica, sería tan forzado como el gesto absurdo de sentarse a degustar un té con masas en la vereda, haciendo de cuenta que el ruido no existe. Bryce –autor de Huerto cerrado, Premio de las Américas 1968, Un mundo para Julius, Tantas veces Pedro, No me esperen en abril, Reo de nocturnidad, Premio Nacional de Narrativa 1998, y La amigdalitis de Tarzán, entre otras obras– llegó al país para promocionar su nueva novela El huerto de mi amada (Premio Planeta 2002), pero coincide, y autoriza: “Estoy de acuerdo, hablemos de lo que más importa”, dice con gesto reconcentrado, y mientras se acomoda unos anteojos de acrílico amarillo. Ya habrá tiempo de conversar sobre lo otro: su temprana vocación por la escritura, su “exilio voluntario” de 34 años en Europa (dos décadas que vivió en París, y luego en Madrid), su posterior regreso a Perú, hace cuatro años, en donde actualmente reside, las razones por las que escribe, su nuevo libro. La frase que elige para abrir el diálogo es de una síntesis publicitaria casi perfecta: “Estamos sufriendo la imposición de la ley del Imperio, y el fin del imperio de la ley”, afirma.
–Explíquese.
–Es una guerra criminal, una masacre. Una guerra totalmente injustificable, innecesaria. Somos víctimas de una secta de extrema derecha liderada por un presidente sin cultura mayor –ni menor tampoco– tirando bombas para dividir el mundo en una cruzada hipócrita del tipo del bien y el mal, civilización y barbarie. Cuando todos sabemos que los musulmanes no son unos fanáticos que tienen la suerte de tener unos pozos de petróleo sino que son montones de naciones, pueblos, idiomas, culturas que han luchado por sus raíces, que sin embargo han sido víctimas de una bárbara situación colonial, de la cual este presidente que mencionamos es también responsable.
–¿Cómo definiría puntualmente a George Bush y qué palabras le dedicaría a la figura de Saddam Hussein?
–No creo que ningún soldado estadounidense merezca morir por Bush ni que ningún soldado iraquí merezca morir por Saddam. Además ellos fueron socios, se armaron juntos. Y ahora Bush está siendo fiel a las políticas que Estados Unidos tuvo siempre con el resto del mundo: con las dictaduras en la Argentina, por ejemplo. Bush es un hijo de puta, qué puedo decir. Para describir a Hussein, citaría a Winston Churchill cuando habló de Hitler: es un aborto de envidia e ignominia.
–¿Cuáles serán las implicancias del enfrentamiento? ¿Un Nuevo Nuevo Orden Mundial tutelado por Estados Unidos?
–Si las Naciones Unidas quedan obsoletas y Estados Unidos sigue siendo la primera potencia militar –Europa no cuenta para ellos porque no está armada, y mucho menos América latina, o Africa–, es cierto que el mundo cambiará mucho. Pero no para bien. Estoy convencido de que esto traerá más terrorismo, más odio, más destrucción.
–¿Cree que hay posibilidades ciertas de que Estados Unidos extienda luego su fuerza militar hacia otros países árabes e incluso hacia otros continentes?
–Por supuesto, los halcones han ganado y estamos absolutamente desprotegidos. La pobre paloma de la paz sangra hoy como nunca antes sangró. Conoceremos un mundo con mayor inseguridad que verá que lo que alguna vez fue el sueño del imperio de la ley, encarnado en las Naciones Unidas, queda obsoleto.
–¿No mantiene ninguna esperanza al respecto?
–Mi única esperanza es que la oposición de la gente, en todas las partes del mundo, siga creciendo. Es lo único que me alienta. Me encantaría que los propios norteamericanos tomaran conciencia de lo que está haciendo su presidente.
–Parece improbable hoy: cerca del 70 por ciento de la población estadounidense está de su lado...
–Sí, pero espera que algo falle. Espera que sigan viendo a sus soldados convertidos en cadáveres. Espera que pase el tiempo. Mi esperanza es ésa.
–La opinión pública mundial , ¿es la mejor oposición de Bush?
–Sería ideal que así fuera. Habrá que ver si toda esa masa de fuerza consigue canalizarse hacia algún tipo de acción. Es alentador que la gente manifieste, aunque también hay que reconocer que Bush es extremadamente aislacionista y que lo que opinemos nosotros a este tipo le importa un bledo, admitámoslo, ésa es una de las cosas que aprendimos.

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“Estoy convencido de que esto traerá más terrorismo, más odio, más destrucción”, puntualiza Bryce.
 
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