ESPECTáCULOS

“Yo no sirvo para ser marioneta de la industria”

En una jugosa entrevista que se verá este jueves por Film&Arts, Jim Jarmusch explica qué entiende por independencia en el cine.

 Por Emanuel Respighi

Cuando de cine independiente se habla, la referencia al realizador Jim Jarmusch se hace inevitable y hasta necesaria. Abanderado del underground, el hombre de pelo platinado construyó su prolífica carrera en los márgenes de la industria, alejado del glamour y las convenciones estéticas que acompañan a la mayoría de los directores de su generación. Pese a su desinterés por formar parte de la industria, la calidad de sus films atrajo a estrellas de la talla de Johnny Depp, Winona Ryder y Forest Whitaker, quienes trabajaron junto al director en Dead Man, Noche en la tierra y Ghost Dog, el camino del samurai, respectivamente. Pero Jarmusch siempre prefirió mantenerse en la periferia del discurso central de la industria. “Desde muy joven sentí atracción por todo lo que se aparta de la corriente principal de la sociedad. Siempre me han atraído las cosas marginales. Es mi forma de vida”, señala el director y guionista en una entrevista que la señal de cable Film&Arts exhibirá este jueves a las 21.30.
En el marco del ciclo “Enfoque independiente”, conducido por el crítico de cine Elvis Mitchell (New York Times), el ferviente admirador de John Cassavetes, Robert Frank y Sam Fuller revela su peculiar forma de filmar. Según cuenta, Jarmusch prepara sus películas a contramano de lo que indicaría la lógica cinematográfica moderna. “Hago las cosas al revés. Siempre escribo el guión teniendo en mente al actor que pienso que debe interpretar al personaje central. Tuve la suerte de haber convencido de actuar en mis films a todos los actores a los que les escribí guiones.”
Otro de los sellos de sus películas es que en todas, sin excepción, la música toma un alto protagonismo. Pero no es sólo por su amor a la música, sino más bien por la concepción que Jarmusch posee del cine. “El cine está estrechamente relacionado a la música: cada película tiene un ritmo y una dimensión propios. El film transcurre ante los espectadores con una determinada fluidez. No es como leer un libro o mirar un cuadro, en los que uno elige el tiempo en que leerá o contemplará. El cine te lleva a su ritmo: es pura musicalidad”, sostiene.
En este sentido, el director explica que su método sorprende al público por el simple hecho de que escapa a las convenciones impuestas por el sistema de producción de Hollywood. “Hay quienes hacen películas porque aman el cine y quieren usarlo como un medio de expresión, y hay otros que se dedican a hacer películas por puro lucro y para alcanzar la mayor cantidad de público posible. A esos les interesa más la parte económica que la artística. No creo que una forma sea mejor que la otra. Pero a mí me atrae más la que se suele denominar como independiente, o una forma de trabajo que se acerca más a la europea”, confiesa.
Pese a haber anunciado públicamente su aversión por el funcionamiento del cine capitalista, Jarmusch admite que a lo largo de su carrera tuvo numerosas propuestas de los grandes estudios. Obviamente, siempre fueron rechazadas. “Lo que pasa es que me ofrecían films muy diferentes de los que suelo hacer. No me explico cómo funcionan los estudios. Deben tener una computadora que, cuando alguien aparece una determinada cantidad de veces en Variety, lo incluye automáticamente en una lista y le envía un guión para que filme una película. Si hasta me propusieron hacer films de adolescentes como Porky’s V. Cuando me hicieron la oferta, me pregunté: `¿Por qué me hacen esta propuesta? ¿Vieron mis films?’ Indudablemente, no”, reflexiona.
Durante la entrevista, el director señala que su visión crítica sobre la producción del mainstream no es un mero capricho, ni una cuestión de actitud. Más bien, afirma, se trata de la única vía posible para mantener su propia identidad. “No quiero –confiesa– que quien ponga el dinero sea quien decida los elementos artísticos de la película. No sirvo para eso, ni para ser marioneta de la industria, o de nadie. Me conozco y en esa situación haría un film tan malo que terminaría en la cárcel. ¿Cómo un tipo que administra una fábrica de ropa interior y que tiene puesto untraje de dos mil dólares me va a decir a quién debo incluir en el elenco y cómo debo editar la película?”

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Jarmusch es el ícono de un cine que no sabe de condicionamientos.
 
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