SOCIEDAD

Con la gotita que no era gotita, los Belsunce vuelven al ataque

La familia pidió anular la pericia del pegamento, que no era tan tajante contra el viudo. Aluvión de cartas a Carrascosa.

 Por Horacio Cecchi

Mientras el juez Diego Barroetaveña analiza el pedido de detención de Carlos Carrascosa elevado por el fiscal Diego Molina Pico, el caso volvió a alcanzar los picos de confusión que lo han caracterizado. Por un lado, Horacio García Belsunce señaló sin sutilezas que “más que una investigación judicial, esto es una cacería humana”. Se refería a la polémica sobre el informe pericial que, en apariencia, determinó el hallazgo de pegamento en los huecos provocados por las balas en el cráneo de María Marta. Ayer, el abogado Marcelo Nardi se sumó pidiendo al juez la nulidad de esa prueba por considerar que las muestras habían sido manipuladas. El informe, como anticipó Página/12, no señalaba en forma tajante la existencia de pegamento sino de un elemento (ciano). El cianoacrilato es componente de La Gotita, pero el acrilato no fue hallado. Además, el informe sólo señala que de diez muestras de piel, el ciano fue hallado en una sola, que no correspondía a los orificios sino a otro sector del cráneo. Mientras las dudas suben de tono, Carrascosa pasa las horas en su lectura preferida: infinidad de cartas de apoyo de familiares, amigos y cholulos.
El informe, elaborado por peritos de la Asesoría Pericial de la Suprema Corte bonaerense y especialistas de la Universidad Nacional de La Plata, es polémico tanto por las diferentes interpretaciones de su contenido como por lo que desató tras su incorporación al expediente. Técnicamente hablando, los peritos tomaron diez muestras, nueve de piel y una de hueso. De las nueve primeras, cuatro correspondieron a sectores de piel de la sien izquierda que no se encontraban próximos a los orificios de bala. Las rotularon como A, B, C y D. Las cinco restantes (de piel) fueron extraídas de alrededor de los cinco orificios y con ellas prepararon “tacos”. El preparado se obtiene cortando la piel alrededor del orificio, luego colocada en un frasco donde se agrega parafina que luego se endurece para obtener ese “taco”. A estas muestras las rotularon como TAC02A, 02B, 02C, 02D, 02E. Además, se preparó un taco con la muestra de hueso (correspondiente al sector donde se produjo la fractura provocada por tres de los impactos), rotulada como TAC02H.
Luego, se utilizó un espectrómetro de infrarrojo. De esos análisis sólo la muestra rotulada como D (sector de piel que no corresponde a los orificios) reaccionó señalando una banda del espectro propia del grupo de elementos ciano. Como al fiscal le interesaba saber si había rastros de pegamento, los peritos señalaron que “se estima que la banda consignada podría provenir de una sustancia que contenga ciano acrilato”. El ciano acrilato es un elemento compuesto que sí se encuentra en el pegamento. Pero el informe no menciona el hallazgo de acrilato. Según la defensa, el ciano (no compuesto con acrilato) se encuentra también en el shampú quitapiojos, en los fulminantes de las balas, y en los poliuretanos en descomposición.
Entretanto, una guerra de intereses entre acusación y defensa tomó como escenario a los medios. El viernes pasado, fuentes cercanas a la fiscalía pusieron en duda el informe distribuido por la defensa. “Ojo que si lo desparramó la defensa es trucho”, sugirió la fuente y agregó que se había hallado pegamento en tres orificios. Pero integrantes de la Asesoría Pericial confirmaron a este diario que el informe es el mismo que se describe en esta nota y, por lo tanto, en el que se basó el fiscal para pedir la preventiva. De ser así, no parece incomodar demasiado al futuro del viudo. Sin embargo, ante los medios, la defensa no consideró la prueba como insuficiente sino que la denunció como manipulada. “El lacre que cerraba los frascos estaba resquebrajado”, sostuvo Nardi. Y pidió al juez que la prueba sea considerada nula.
El juez analizaría si anular la prueba del pegamento que no pegaría, y el resto de las pruebas consideradas por el fiscal. El jueves, a más tardar en las primeras horas del viernes, debería definir la situación de Carrascosa, mientras el caso iría trepando en el modo verbal de loscondicionales. A todo esto, la familia sigue fogoneando la figura del ex vecino Nicolás Pachelo y algunos vínculos oscuros. Según allegados a los García Belsunce, cuentan en su poder con una prueba. En marzo, la empresa de vigilancia Cazadores detectó que algunos chicos del Carmel contrataban un remise para ingresar ocultos “fasos y cerveza”. Encargaron al guardia Torres (el mismo que tocó el timbre de Carrascosa) una filmación oculta. Luego reunieron a padres e hijos en tono de maestros ciruela. Nada grave, hasta que al terminar esas imágenes surgieron de improviso otras, como si el video hubiera sido grabado sobre otro anterior: una chica sobre un jet ski se zarandeaba sobre el río. Algunos de los chicos presentes la reconocieron. Era una amiga que vive en el country Martindale. Le relataron la anécdota y respondió: “Sí, lo grabé en una cámara que me afanaron hace un mes”. Torres, cara de poker. La prueba no acusa de homicidio. Sólo siembra dudas sobre otro que no sea el viudo.
Carrascosa, entre tanto, pasa sus horas de prisión con su lectura de cabecera que invariablemente empieza así: “Querido Carlos...”. Son 370 cartas, enviadas por familiares, amigos y cholulos, todos incondicionales, en un caso donde el condicional es el verbo público y en off nadie pone las manos en el fuego. Ni las pondría.

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“Esto es una cacería humana”, dijo Horacio García Belsunce.
 
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