SOCIEDAD › DETIENEN A POLICIAS QUE ASALTABAN A PAREJAS

Dos poliladron en Saavedra

Los policías se habían especializado en cierto tipo de “infracciones”: abordaban a las parejas que suelen hacer arrumacos, por la noche, en las esquinas más solitarias de Saavedra, y les pedían una coima o, directamente, las robaban. Pero ayer, pese a haber conseguido su objetivo, los ladrones no lograron llegar muy lejos. A diez cuadras del robo fueron interceptados por dos patrulleros que les cortaron el paso. “Somos policías, no pasa nada”, dicen que les gritaron a sus colegas cuando los detuvieron. Los uniformados no les creyeron, y siguieron adelante con el operativo. Resultado: los ladrones-policías terminaron tras las rejas.
La confusión de este caso se mantuvo incluso hasta ayer a la tarde cuando distintas fuentes policiales dieron su versión de cómo habían ocurrido los hechos. Mientras unos hablaban de asalto a mano armada, otros sólo reconocían que los dos agentes de tránsito se habían aprovechado de la incómoda situación en la que se encontraban las parejas para hacerse una buena diferencia monetaria apelando al tradicional método de la coima.
Pero más allá de estas diferencias, ambas versiones corroboraron la existencia del robo. Según sus dichos, las dos parejas estaban en el interior de sus autos en el cruce de las calles Rastreador Fournier y Rogelio Yrurtia, del barrio de Saavedra, cuando fueron sorprendidas por los agentes de tránsito quienes, vestidos de civil, les exigieron que les entregaran su dinero para dejarlos en paz.
Tras conseguir este objetivo, los delincuentes huyeron raudamente en un Renault 19 sin chapa patente, mientras las víctimas se acercaban a un patrullero de la comisaría 49ª para radicar la denuncia.
A partir de allí se inició una breve persecución que terminó en la esquina de Valdenegro y Arias, a unas diez cuadras del lugar del robo, donde dos patrulleros les cortaron el paso a los asaltantes. “Somos policías”, gritaron resignados los delincuentes cuando los detuvieron, intentando apelar a la solidaridad de grupo para escapar.
Pero no les creyeron. Los pusieron contra la pared y los comenzaron a revisar. Entre sus ropas encontraron, además de las armas reglamentarias y varios de los objetos robados –dinero, relojes y tarjetas de crédito– las placas de la Policía Federal que los acreditaban como miembros de la fuerza, por lo que los uniformados tuvieron que aceptar que una vez más los delincuentes eran, en verdad, policías, como ellos.

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