ESPECTáCULOS › LOS DIBUJOS ANIMADOS QUE ENCONTRARON SU CANAL DE DIFUSION EN LA RED
Una vidriera virtual para la creación
Aun después de la caída de las puntocom, Internet es un buen vehículo de difusión para las obras de una buena cantidad de creadores de cartoons. Aquí, las historias de los dibujitos que tienen su hogar en el mundo www.
Por Mariano Blejman
Deambulan animados por la web. Van intentando decir aquello que los espacios convencionales ya no permiten o que nunca permitieron. Suelen ser dibujos urbanos, superhéroes que no ganan una sola batalla, personajes poco queribles que fuman marihuana y demuestran una violencia inusitada ante cualquier contratiempo. Son dibujos animados que vienen revolucionando la forma de hacer animé en el planeta: en un planeta virtual sin regla que valga. En todo caso, estos dibujos crearon sus propias reglas. Ellos mandan en el cielo net y no hay máquina que pueda resistirlos. La nueva plataforma cibernética abre un panorama desafiante entre los olvidados realizadores de animados argentinos, que suelen quedar resignados a la silueta de Dibu, la infatigable Manuelita o el valiente Ico. Desde hace no mucho tiempo, ilustradores, sonidistas, programadores y animadores han encontrado en Internet el espacio perfecto para dar rienda suelta al más atrevido delirio del animé: los webcartoon’s. Página/12 recorrió ese nuevo formato virtual y cuenta la historia de un puñado de realizadores locales que –resistiendo la caída de las puntocom– utilizan la red como vidriera a la espera de mejores oportunidades que los saquen del enredo en el que cayeron.
Edgardo Films mantiene su mundo web a los balazos. Su personaje (Edgardo) suele morir acribillado; atropella sin culpa a peatones indefensos; hace un curso de karate donde es sistemáticamente golpeado por un oriental o termina tragado por la pantalla de una computadora cuando intenta hackear un sitio. Aun así, Edgardo fuma todo el tiempo un porro interminable que lo vuelve azul después de varias pitadas. El creador de la tira Edgardo Films “todo me supera” (www.edgardofilms.com.ar) se llama Víctor Carbajal. Es un ilustrador de Necochea que emigró a Buenos Aires siguiendo la línea de sus instintos. Llegó medio desanimado, pero después de unos cuantos currículums terminó ilustrando un portal en auge. Empezó a aprender Flash (la herramienta de Macromedia, estándar de animación en Internet) a pedido. Cuando comenzaba a tener cierta destreza, habían pasado seis meses y la ronda de inversiones terminó, entonces Carbajal se quedó sin trabajo y sin mostrar una sola animación. Entonces, siguió con el proyecto por su cuenta. “Desde que puse la web aparecieron ofertas de trabajo, aunque casi todas por trueque o canje”, se resigna. Los costos de animación convencional pueden llegar a los 15.000 dólares por 35 segundos de fílmico. Mientras que animar para web es prácticamente gratis. “Y no enfrento mi personaje a ninguna comisión de ‘sanidad mental’. Desde que trabajo sólo solté mi libido y liberé el monstruo que todos tenemos adentro. Edgardo es lo que quisiéramos ser: el primitivo que ve cruzar la calle a una anciana y piensa ‘la ayudo o espero que la reviente un auto’. No tiene conciencia, ni remordimiento alguno”. El sitio web de MTV Latinoamérica (www.mtvla.com), que tiene una voluminosa selección de animaciones, compró algunos de estos capítulos. “Con la devaluación va a ser más difícil, porque el mantenimiento en Internet es en dólares”, se resigna el autor.
La fiebre de Internet también llegó a los amantes del papel. “Hemos saltado abruptamente a la web”, dice Pablo Rodríguez Jáuregui, un reconocido animador que creó Capitán Cardozo. Jáuregui armó “The Planet”, un largometraje de animación (dura 50 minutos), que tiene 18 cortos de diferentes realizadores y la música del guitarrista Fernando Kabusacki. El corto, avisa Jáuregui desde Rosario, será proyectado en la reapertura del Museo de Arte Moderno esta temporada. A pesar de su larga trayectoria, Jáuregui comenzó a estudiar el lenguaje web recién el año pasado. Ahora, mientras realiza “El Rayo Rubio”, la historia de un cartero “donde el email no llega”, está por terminar un videoclip de María Gabriela Epumer realizado con ese soporte. El formato web estandarizado (Flash) maneja imágenes “vectoriales” que permite mover objetos de un modo inteligente,sin tener que repetirlos en cada cuadro. Esa posibilidad modificó la forma de pensar un dibujo animado. Y eso es lo que hace temblar a los más clásicos, ya cansados de dar vueltas en circuitos alternativos y festivales extranjeros. Por eso Jáuregui asegura “no da para ponerse en discusiones talibán. Si animar es dibujar un personaje lineal para que parezca que se mueve por motus proprio, ese movimiento ahora se puede hacer en otro lenguaje. Ahora se piensa en que ‘pese’ lo menos posible y así nacen otros códigos. Hemos vendido Capitán Cardozo a Francia y Alemania. Pero uno trabajaba sin saber dónde se va a distribuir. En cambio con esta tecnología se puede colgar un site gratuito aunque, claro, es un circuito restringido”.
El superhéroe nacional Full Wellington debería salvar el mundo de pura costumbre familiar. Pero no lo hace porque no le da la gana. Esa es la incipiente historia del rol de un hombre que –como buen hermano de Superman– se entera que debe cuidar la humanidad de un día para el otro. El primer capítulo producido por Giboon (www.giboon.com) se llama “El peso de la verdá” y contiene frases que son más bien de un antihéroe kistch: “Che, Quique, quiero tres kilos de quinoto’”, le pide a un verdulero con su máscara bien puesta. “¿Qué vamo’ a comer?”, pregunta más tarde a su madre. “Viejo, no me esperen a cenar”, explica a su padre segundos después de que éste le revelara el secreto de su vida: puede volar. Pero Wellington se dedica a mirar películas pornográficas, prefiere un traje de mujer para su trabajo y se embarca en discusiones inútiles con su padre. “Esto es lo que nos gusta hacer”, dice Rodrigo Merolla, uno de los realizadores que vive –en realidad– de hacer sistemas multimedia. En marzo, Full Wellington (que nació como piloto para Canal 13) será transmitido por MTV. “Somos una cooperativa. Y la animación es nuestro escape creativo. Hacer un corto es imposible en fílmico, pero en la web es factible.”
A esta altura ya se puede contar con una nueva hipótesis: los realizadores de webcartoons están llenos de contratiempos, como si su vida fuera un propio cartoon, saturados de proyectos que no siempre terminan. Llevan la fatalidad del correcaminos, que los encierra dentro de la pantalla, aunque ahora sean liberados en Internet. La historia de Alejandro Caputo de Nueva Roma –creador del castor de www.4kstore.com que pertenecía a la productora Cuatro Cabezas– es uno de esos relatos que merecen bitácora. “Mario quería una serie de animaciones irónicas con el castor. Hicimos el dibujo, pero justo se levantó el sitio porque no daba plata”, explica Caputo. Acto seguido, aprovecha para tirar la bronca: “El dibujo animado en Argentina no es ni Manuelita que fue una estafa, ni el Mono Mario, que no tiene la menor sutileza. Hay gente que hace cosas mejores”. Caputo se refiere al sitio www.monomario.com.ar, otra producción de Mario Pergolini no muy querida en el ambiente por sus guiones y su realización (¿o por envidia por los recursos?) “El dibujo animado requiere un equipo de gente cuyo combustible es el dinero. Pero Internet abrió una vidriera interactiva que permite trabajar casi sin costo. Nosotros vivimos del multimedia para empresas.”
Una de sus animaciones llamada “Chadly García” (sic) se puede ver en la sección especial de MTV Latinoamérica que la señal tiene en su sitio. “Paga decentemente y no pide copyright exclusivo”, dice. En “Chadly García”, el músico se tira a una pileta desde un rascacielo. Y después de unos segundos de caída libre, el rocker termina insertado en un vaso de whisky de donde sale sin problema y se lo toma al grito de “Say no more”. Caputo trabajó durante los 80 en la sucursal argentina de Hanna Barbera. “Mucha gente de animación trabajó en ese estudio hasta que llegó la convertibilidad menemista y los costos no dieron más.” Era el fin de una época. Ahora, con el uno a uno enterrado para siempre, parece que no habrá otra que convertirse. Los web animados se autoproclaman como la salvacióndel rubro y soplan un poco de aire fresco en el enrarecido ambiente de los dibujos animados. Eso si alguien mantiene la atención on line, el tiempo que sea necesario.