ESPECTáCULOS

“Yo todavía soy pequeño y hebreo”

Woody Allen, que abrió ayer la 60ª Mostra de Venecia con la proyección de “Anything Else”, aprovechó para hablar de cultura y política.

Por Jesús García Becerril
Desde Venecia

La presencia de Woody Allen en esta ciudad es todo un acontecimiento, más allá de la presentación de su último film, Anything Else. No es que no conociera Venecia. Todo lo contrario: aquí tiene una casa, contrajo matrimonio con Soon Yi en 1997, ambientó la película Todos dicen te quiero y ha tocado públicamente el clarinete. También, durante muchos años, Allen envió sus films a la Mostra, que celebró sucesivamente cada uno de sus trabajos. Pero nunca se había hecho presente en el festival. Esta vez lo hizo, superando sus fobias ante este tipo de eventos, y la muestra empezó oficialmente su 60ª edición con otro tono, que podría definirse como de celebración.
Woody reconoció que su decisión de acudir a la Mostra veneciana obedeció al deseo de agradecer el apoyo que el público italiano tradicionalmente le ha dado. Aunque ayer, con modestia, afirmó que su única contribución a los buenos resultados de sus películas es “elegir el equipo adecuado con el que trabajar”. En Anything Else, Allen, capaz de ironizar sobre su educación y cultura judías en sus films, narra con cinismo la historia de un guionista neoyorquino que defiende el principio de autodefensa ante las tensiones religiosas del mundo actual. “Las partes en Medio Oriente no se han comportado bien, hubo una actitud negativa para acoger a un país tan joven. La actitud negativa hizo que el país se encerrara en sí mismo y respondiera a todo en forma agresiva. Como el personaje de mi film, un paranoico, un neurótico, cuya suerte no se conoce”, aseguró ayer, después de presentar el film ante la prensa.
El personaje que encarna, secundario, aporta elementos novedosos respecto de sus numerosos trabajos anteriores, ya que en esta ocasión tiene comportamientos violentos. “Soy todavía pequeño y hebreo”, explicó ayer el cineasta neoyorquino, quien reconoció que su personaje se vuelve violento como consecuencia de una “persecución social, existencial y religiosa”. Allen también reflexionó sobre la situación mundial, caracterizada por “tensiones particulares que en este momento son exacerbadas” y que tienen su origen en los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001. En su país, dijo, esa tensión se advierte en ciertos detalles, como que la impresión inicial tras el reciente apagón en el noreste del país fue que la causa era el terrorismo. “Pero ahora Nueva York sigue siendo la ciudad fascinante, con actividad intelectual y en la que funcionan las cosas”, dijo.
La presencia del director de Hannah y sus hermanas le dio brillo a la inauguración de un festival que, en la sección competitiva, tiene abundancia de cine europeo, con varios films franceses y otros nombres de peso, como el veterano director portugués Manoel de Oliveira (Un filme falado) y la alemana Margare-the von Trotta (Rosenstrasse). El cine italiano cuenta con tres películas en concurso, mientras el asiático, numeroso en otras ocasiones, este año tiene una presencia más reducida. El japonés Takeshi Kitano (Zatoichi), el surcoreano Im Sangsoo (Baram-Nan Gajok) y el taiwanés Tsai Ming-Liang (Bu san) son los tres asiáticos en competencia. La única referencia hispana que compite por el León de Oro es Imagining Argentina, dirigida por el británico Christopher Hampton e interpretada por Antonio Banderas y Emma Thompson. El cine argentino estará representado por Ana y los otros, de Celina Murga, que competirá en la Semana de la Crítica, y La quimera de los héroes, el documental de Daniel Rosenfeld, que participará en la sección competitiva “Contracorrente”.
Como la mayoría de sus compatriotas, Allen estará presente fuera de competición, sin optar a ninguno de los premios. Hasta el 6 de septiembre, se proyectarán en Venecia 143 films, de los que 86 son largometrajes, tanto en competición como fuera de concurso, así como en otras áreas, como la Semana de la Crítica o los homenajes puntuales a cineastas. El cine estadounidense desconfía de los festivales europeos, que habitualmente son reacios a premiar sus obras o a sus intérpretes, y prefiere emplearlos como plataforma publicitaria, sin arriesgarse a una competición en la que no ganar equivale más que nunca a una derrota. La única producción estadounidense en concurso por el León de Oro es 21 grams, dirigida por el mexicano Alejandro González Iñárritu, con Sean Penn, Benicio del Toro y Naomi Watts como protagonistas. De todos modos, en Venecia se espera la presencia de figuras glamorosas, como la pareja integrada por George Clooney y Catherine Zeta Jones, protagonistas de Intolerable Cruelty, de los hermanos Coen. Nicholas Cage promocionará Matchstick Men, de Ridley Scott, y por la pasarela veneciana también está previsto que desfilen Nicole Kidman y Anthony Hopkins para presentar The Human Strain, de Robert Benton.

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Woody Allen fue el centro de todos losflashes, en su primera presencia oficial en Venecia.
 
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