ESPECTáCULOS

El largo viaje de Nobuko Yasuda

La compositora japonesa llegó aquí hace tres años, fascinada con el tango. Grabó un cd con temas propios, Cruzando Buenos Aires.

 Por Karina Micheletto

Hace tres años Nobuko Yasuda llegó a Buenos Aires, un lugar que desde Japón imaginaba “oscuro, vacío, con pocas tiendas y poca comida”, pero del que tenía una referencia concreta: si pretendía hacer tango, y eso era lo que quería, tenía que llegar hasta allí. Todo fue por culpa de un disco de Piazzolla, Hora cero, que escuchó mientras se formaba en piano, dirección, composición y orquestación. De ahí a ingeniárselas para arribar a ese lugar que aparecía como el colmo de eso que los estudios culturales llaman “otredad”, sólo medió su determinación. Sin hablar español, pero con ganas de aprenderlo, Nobuko llegó a Buenos Aires, fascinó a tangueros como Julio Pane, se puso a interpretar y también a componer tango, formó su propio quinteto y editó un CD al que habrá que prestarle atención, Cruzando Buenos Aires. Hoy a las 21 lo presenta en Notorious Gandhi (Corrientes 1753) y repetirá funciones los dos próximos viernes, junto a Julio Pane en bandonéon, Guillermo Rubino en violín y Horacio López en batería.
Antes de llegar a esta orilla, Nobuko ganó una beca e hizo una escala en Berklee. Allí descubrió a músicos como Pablo Ziegler, Rodolfo Mederos o Gerardo Gandini y empezó a definir, sin saberlo, para dónde iban a ir sus tangos, fuertemente cruzados por el jazz y con títulos como Cruzando la 9 de Julio, Desde una luna diferente o Adiós Buenos Aires.
–¿Qué le parece Buenos Aires ahora?
–No más oscuro y vacío (se ríe). Lo que pasa es que Japón no tiene demasiada información de Argentina. Acá creen que todos los conocen por el tango, pero eso es sólo entre alguna gente. El resto no sabe nada de Argentina, solamente que está muy lejos, con difícil idioma, difícil alfabeto. Lo único que todos saben cuando dicen Argentina es “Maradona”.
–¿Y entonces por qué tuvo ganas de venir?
–Porque yo me enamoré del tango. Y me decían: quieres tango, ve a Argentina. Hice caso. Aquí estoy.
–¿Y funcionó como imaginaba?
–Mmmmm.... Todo muy difícil.
Nobuko deja la frase en suspenso y se ríe con picardía, como midiendo hasta dónde podrá hablar sin herir susceptibilidades con las palabras que tiene a mano. Explica que su quijotada le está resultando complicada de sostener, que ahora ya no está becada como en Berklee, que la plata que gana dando clases de música le alcanza hasta ahí nomás. Y además grabar su disco le salió muy caro. Dice que igual está muy contenta, que cumplió un sueño, tiene sus tangos, los pudo grabar. Que ahora se puede ir tranquila, aunque todavía no sabe adónde, ni para meterse en qué música. Que en Argentina hizo amigos.
–¿Pero?
–Para hacer algo en Argentina es muy difícil. Sin contacto no se puede hacer nada y tarda todo mucho tiempo. Argentinos hacen las cosas más o menos. No tienen paciencia. Hay muchos músicos buenos, pero a veces no trabajan todo lo necesario. Nosotros japoneses para hacer algo tiene que ser muy bien, hasta el final. Ustedes argentinos son más... ¿Cómo es que dicen? ¿Vuelteros?

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Nobuko es cultora de un tango no tradicional, cruzado con el jazz.
 
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