ESPECTáCULOS › “LA PALOMA”, UNA REVISTA HECHA POR PRESOS DE DEVOTO

Cuadernos de vida, desde la cárcel

Se publica cada dos meses, con una tirada de 5000 ejemplares que se distribuyen en las facultades de la UBA. Sus redactores son ocho alumnos del Centro Universitario Devoto (CUD).

 Por Oscar Ranzani

Según la leyenda carcelaria La Paloma es el sistema de cuerdas a través del cual los detenidos se pasan mensajes dentro del penal, de pabellón a pabellón. Pero también es el título de una revista hecha por ocho alumnos del Centro Universitario Devoto (CUD), que están detenidos en el penal. La organización corresponde al Centro Cultural Rojas juntamente con la Secretaría de Extensión Universitaria de la UBA y del programa UBA XXII (a través del cual los detenidos pueden cursar cuatro carreras: Derecho, Psicología, Sociología y Ciencias Económicas). Esta revista es el producto de un curso de periodismo del que participaron los actuales redactores, quienes estuvieron coordinados por el periodista Marcos Mayer, jefe de redacción de la publicación. “No es un periódico de vida carcelaria. Igual la vida carcelaria se cuela por todos lados porque, bueno, está demasiado presente como para obviarlo”, aclara Mayer. “La idea es que el periódico cuente qué produce el Centro Universitario”, agrega. Mayer reconoce que, en un principio, dudó de la propuesta. “No es un lugar lindo”, dice. Pero, por otro lado, le atrajo “la posibilidad de inventar el periodismo de intramuros”.
La Paloma se publica cada dos meses con una tirada de 5000 ejemplares que se distribuyen en las facultades de la UBA. “Como es un lugar (el CUD) que, por definición, está aislado del resto de la Universidad, la idea es que se haga un contacto. A mí me gustaría que también llegara a otra gente que pudiera estar interesada sobre lo que pasa en la cárcel”, dice Mayer. A pesar de las dificultades de comunicación, la modalidad de trabajo reproduce una redacción convencional: hay un consejo de redacción –integrado por los alumnos que participan del curso de periodismo– que discute el sumario de cada número. “Se dividen las notas entre los integrantes del consejo de redacción”, cuenta Mayer. Una vez concretados los artículos, Mayer los corrige, los edita y, a veces “pido alguna colaboración de alguien de afuera. Una vez que está todo el material se diagrama en el Rojas y ellos lo mandan a imprimir”, relata.
La Paloma tiene un formato de periódico-tabloide con una tapa, en el que figura el editorial de cada número. Ya se han producido dos publicaciones con notas de los alumnos del curso y, en algunos casos, de profesores o estudiantes de las carreras del CUD que colaboran. “Hice mucho hincapié en que hubiera participación de gente de afuera”, destaca el responsable periodístico. “Que la gente de afuera dialogara con la revista. Por eso en la última página siempre hay un cuento de un escritor pedido especialmente para la revista, ilustrado por alguien que tampoco está preso. Es decir, que haya un vínculo. El aislamiento es también una de las causales de la reincidencia. Si la cárcel no te sirve como para cambiar de vínculos... Bueno, esta es una posibilidad. Lo que no quiere decir que sea infalible ni mucho menos. Pero es una posibilidad de abrir el juego”, opina Mayer.
Entre las notas que poblaron las páginas de los dos primeros números se destaca una explicativa sobre las actividades del CUD, con datos estadísticos de los alumnos que estudiaron a través del programa UBA XXII a lo largo de sus diecinueve años de existencia. Hay otra que se refiere a un proyecto de arresto domiciliario para madres; un artículo señala la forma en que la televisión muestra la vida carcelaria. También se puede leer un informe que promueve la discusión sobre los sectores VIP para ricos y famosos, y otro (con reportaje incluido) sobre ex combatientes de Malvinas que están presos. También se escribió sobre la presentación del “Programa de prevención de VIH o sida y las adicciones”, que constó de seis encuentros coordinados por la Dra. Celia Wainstein.
Juan José tiene 56 años, era contador antes de caer preso. En la cárcel se recibió de abogado y es estudiante de psicología. Sobre su participación en el curso sostiene que aprendió “a comunicar mejor, a tratar declarificar las ideas, a tratar de escribir para que todos entiendan, a ser puntual, buscar notas que le interesen a otros y no a uno. Aprendí también los límites que tiene una publicación”. Y reconoce que lo aprendido excede el rol periodístico: “todo aprendizaje te sirve en cualquier tarea, aunque no sea específicamente periodística como en este caso. Cualquier cosa que aprendés la vas a aplicar en cualquier otra actividad”, destaca. Juan José reconoce que “no podemos escapar al tema penal porque es imposible por donde estamos nosotros, más por lo que se espera de nosotros. Pero estamos a la búsqueda de temas que nos permitan despegar un poco de esta problemática”, confiesa.
Su compañero, José, se recibió de abogado en la cárcel. “Yo soy uno de esos redactores que trabaja a pedido. Por ejemplo, me dicen ‘hoy quiero sobre ejecución de la pena, cinco mil caracteres’ y redacto eso”, dice con seguridad de haber aprendido el oficio. “Me interesa el trabajo periodístico. Para mí ha sido un descubrimiento notable porque voy introduciendo diferentes formas de expresión”, dice. Coincide con su compañero en lo siguiente: “Hay que dejar de lado que somos objetos de la cosa, de la cárcel para poder explayarnos sobre otros temas: temas sociales que nos competen a todos estemos o no en cana. Con este criterio La Paloma abandona lo que es estrictamente ‘cárcel’ para, de golpe, opinar qué está pasando con la sociedad en el tema económico, con la violencia en el deporte. En todos los campos”, asegura.
José y Juan José forman parte de la camada de presos que pueden responderles a ciertos opinólogos que la reinserción social es posible. “En un momento de la vida el delito se te aparece como la única opción, ya sea porque de adentro tenés un ataque de furia que querés matar a todo el mundo o porque pensás que no hay otra manera de conseguir guita, o lo que fuera”, dice Mayer. “Lo que brinda el Centro Universitario y también la revista es la posibilidad de pensar que hay otras salidas posibles”, opina el coordinador.

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La revista busca afianzar vínculos con el “mundo de afuera”.
 
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