ESPECTáCULOS › “HOMBRE EN LLAMAS”, DIRIGIDA POR TONY SCOTT

La película favorita de Patti

Por H. B.

Un cartel inicial informa sobre la cantidad de secuestros que se producen todos los días en México y pone así en claro que lo que viene es una de esas películas en las que ciudadanos estadounidenses deben hacer justicia por mano propia, en alguna salvaje tierra del patio trasero. “No hay nada más importante que la familia”, reafirma una voz en off, anticipando cuál es la institución que el héroe se verá obligado a defender, frente al ataque de una gigantesca organización conocida como La Hermandad, integrada por funcionarios, policías corruptos y delincuentes comunes. Como el héroe es un ex agente de la CIA formado al calor de la sangre, la venganza consistirá en un sistemático operativo de persecución, tortura y asesinato. Operativo que ocupa nada menos que una hora y cuarto, segunda mitad de este kilométrico film, cuyo guión parecería escrito por el ingeniero Santos y el comisario Patti.
No es ninguno de ellos el guionista de Hombre en llamas, sino Brian Helgeland. Campeón de los films de venganza, el hombre escribió los de Revancha (al servicio de Mel Gibson) y Río místico, donde Clint Eastwood logró complejizar y diluir la linealidad revanchista de sus guiones. No es el caso del realizador de Hombre en llamas, Tony Scott (Top Gun, Rescate salvaje y Enemigo público), ya que al hermano de Ridley lo único que suele interesarle es el aspecto visual de sus películas. Nunca el dramático, ni soñando el ideológico. Denzel Washington es aquí John Creasy, a quien la culpa por los horrores cometidos en todos los rincones del planeta lleva a la Biblia y al Jack Daniels (la otra firma de autor de Mr. Helgeland es la autopunición católica, que hacía eclosión en Devorador de pecados y reaparece ostentosamente aquí).
Para purgar la culpa de Crease, a Rayburn, su ex compañero de correrías (Christopher Walken) no se le ocurre nada mejor que conseguirle un trabajito como guardaespaldas, al servicio de una familia de ricachones que anda preocupadísima con que le secuestren a la nena. La familia Ramos se compone de papá mexicano (el cantante puertorriqueño Marc Anthony), blonda mamá yanqui (la bellísima Radha Mitchell) y la pequeña Pita (Dakota Fanning). Rubia, linda y anglohablante, Pita parecería hija sólo de su mamá, nunca del padre latino. Como si fuera poco con el carácter de convidado de piedra que a éste le cabe, el guión reserva una sorpresita que terminará por confirmar que, como buen latinoamericano, el tipo es una rata traicionera y repugnante.
Tony Scott es la clase de realizador que asocia dinámica visual con cortes frenéticos, planos brevísimos, variedad de texturas visuales y música a mil. Con lo cual cada escena de acción (aquí no son pocas) resulta igualita a un clip. Para alivio del espectador, Scott tiende a serenarse en las escenas de reposo, momentos en los cuales Hombre en llamas no luce mal. El otro mérito de Hombre en llamas es que permite asomarse una vez más a ese universo en permanente estado de mutación y refacción que es el rostro de Mickey Rourke, quien aquí se confirma como el único en condiciones de disputarle a Michael Jackson el título de “Hombre de las Mil Caras”.

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