ESPECTáCULOS › COMO GIMENA RIESTRA SE CONVIRTIO EN LA PSICOLOGA “JEFFREY”

La reina de la venta catódica

La actriz se dedica a parodiar con éxito el formato de “Llame ya”. “Imito para exorcizar esa presencia constante”, dice.

 Por Julián Gorodischer

Hipnotizada. Así se recuerda Gimena Riestra, clavada frente a la TV en sus tardes como niñera. En ese maratón de venta directa aprendió a querer a las chicas del Llame ya, estudió sus gestos de plástico, sus torsiones, sus bíceps de marimacho. Junto a la beba que cuidaba, empezó a reproducir mohínes, a dialogar consigo misma como hacían estas rubias para vender sus aparatos de cocina o gimnasia. Y nació Jeffrey, su personaje de chica vendedora, que luego se hizo popular en su unipersonal La Peor, también en Videomatch (en 2003) y ahora en la Medianoche de un día agitado, el programa de Gerardo Rozín. Su perfecta imitación del doblaje neutro se explica como una técnica de autoayuda: “Es una manera de exorcizarlo: se me impregna. Lo escucho en todos lados, a toda hora”.
Jeffrey satura los tics de la vendedora del Llame ya: verba acelerada, deriva discursiva con tendencia a repetir, sonrisa estirada y reflejos rapidísimos para argumentar a favor de su producto. En la trasnoche de Canal 9, Jeffrey cobra actualidad, justo en el año del boom de los chivos encubiertos. En 2004, mientras las tiras y los unitarios se llenan de PNT (Publicidad No Tradicional), la creación de Gimena Riestra funciona como un contrapeso crítico. Su parodia no se limita a un género: ella dispara contra el sistema televisivo de la fama repentina y las carreras fáciles. “Como en la venta directa, ningún ascenso se logra trabajando, ningún éxito es real. La nueva TV es un gran sistema de venta de productos, pero también de ídolos”, dice.
–¿Cómo reconstruyó ese cantito imposible, el tono neutro?
–Hay algo que me suena del doblaje y me va quedando. Desde chica, mi referente fue el afuera. Nunca me sentí identificada con lo local: escuchaba música yanqui, estaba invadida por Madonna. Mi Jeffrey es el típico patito feo deslumbrado por el éxito; ella es el puro presente. Las cosas no le cuestan, el ascenso no es paulatino, es el exponente del “compre ya” para productos o estrellas. Una pensaba que el ascenso era trabajado, pero ahora nada tiene que ver con un esfuerzo real, ni con lo que te pasa.
–¿Qué la hipnotizó de la venta directa?
–Lo que fascina es que algo tan artificial como la escena del Llame ya empiece a ser creída, incorporada, que nos resulte tan familiar. La sonrisa clavada, el diálogo con ellas mismas, la venta continua generan un mundo aparte, y uno lo acepta. Mi procedimiento es tomar esa voz neutra y aplicarla a las peores cosas de mi infancia, al abandono, para llenarla de otro contenido y que se genere un contraste, una reacción ante el género.
–En su parodia, ¿venta y triunfo van siempre juntos?
–Ya no existe la idea de que para llegar a algo te tenés que romper el culo. El nuevo cuentito del sueño americano es puramente repentino, como la venta directa. Yo cuento esa historia: la que reemplazó al modelo Madonna, que había salido de su casa con un bolso y pasó atrocidades hasta triunfar.
–El perfil de las chicas del Llame ya tiene rasgos psicóticos: mirada extraviada, diálogo con ella misma, imposibilidad de frenar...
–La venta directa necesita el diálogo con uno mismo: para obtener la respuesta que certifica lo que se acaba de decir. Hay que repetir, remarcar para conformar esa búsqueda desesperada del “pegar y convencer”, cantando o argumentando lo que sea. Jeffrey no puede parar porque su objetivo es llegar, no importa lo que pase ni a quién pase por encima.
–En la venta directa, ¿hay una extinción de las identidades regionales, sexuales, lingüísticas?
–Se ve a una mina fría, que se despega de su naturaleza: es una mujer que es dos en uno, que es hombre y mujer. Esos aparatos te cambian el físico hasta construir un cuerpo masculino. Ellas muestran sus bíceps, iguales alos de ellos, y el mensaje es que la mina se va desnaturalizando. Y, claro, ellas no tienen nada que ver con nuestra idiosincrasia: hablan un castellano irreal.
–Una tonada que a usted le encanta o al menos le sale muy bien.
–Cuando era chiquita estaba obsesionada con imitar a Nacha Guevara, al camionero BJ, y mi abuela me pedía que buscara mi propio estilo porque no iba a llegar a nada en la vida. Pero a mí se me fue incorporando la voz neutra de la TV Compras: absorbo mucho todo, se me pega lo que voy escuchando. ¡Estoy harta de sentir!

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“Mi Jeffrey es el típico patito feo deslumbrado por el éxito.”
 
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