ESPECTáCULOS › EN EL FESTIVAL DE LA CLASE OBRERA SE VERA UN DOCUMENTAL MEXICANO ESCLARECEDOR

Historia secreta de un crimen masivo

Tlatelolco, las claves de la masacre pone nueva luz sobre los hechos del 2 de octubre de 1968 en esa localidad mexicana, donde murieron entre 200 y 400 estudiantes.

 Por Mariano Blejman

Pocas veces un documental se convierte en documento, capaz de reabrir causas pendientes de la Justicia. Y pocas veces un documento se vuelve tan poderoso desde el punto de vista narrativo. Tlatelolco, las claves de la masacre, que pone nueva luz sobre los terribles hechos del 2 de octubre de 1968 en la plaza de las Tres Culturas de la localidad mexicana de Tlatelolco, reúne ambas características.
Faltaban apenas diez días para la llegada de los Juegos Olímpicos y una manifestación estudiantil de ocho mil personas había tomado la explanada de la universidad, en contra del autoritarismo del gobierno que intentaba meterse con la autonomía universitaria. Una explicación simplista podría decir que el gobierno del PRI de ese entonces no quería que los Juegos Olímpicos se vieran empañados con esa protesta, así que decidió “limpiar” la plaza por la fuerza, con apoyo –para variar– de agentes de la CIA. Nadie dijo exactamente cuántos muertos hubo ese día, pero tanto organizaciones como informes desclasificados de Estados Unidos hablan de entre 200 a 400 asesinados, frente a la treintena reconocida oficialmente.
El escalofriante trabajo de una hora –que pasó por el festival Uncipar de Rosario ’03 y no se había dado en Buenos Aires– se podrá ver en el Festival Latinoamericano de la Clase Obrera, organizado por el colectivo Ojo Obrero (ver recuadro) hoy a las 17, en el Complejo Tita Merello, con entrada gratuita. La investigación de Carlos Mendoza, del Canal Seis de Julio de México, junto con la directora del periódico La Jornada, Carmen Lira Saade, demuestra que no se trató –como dijo en su momento el gobierno– de un enfrentamiento entre estudiantes y militares, sino que desde el Estado se perpetró la masacre.
El sonido de las escenas que se ven en estricto blanco y negro no es ambientación de posproducción sino el silbar de las balas que se escucharon esa tarde del 2 de octubre de 1968 en la plaza de las Tres Culturas. Tlatelolco... era un capítulo aún no resuelto de la tumultosa historia contemporánea mexicana. La recopilación de escenas, la investigación y el análisis fueron un aporte fundamental imponiendo el tema en la agenda nacional con la apertura de los archivos y la creación de una fiscalía especial que se dedicó a investigar esa época.
Había antecedentes para llegar a Tlatelolco...: los videos Batallón Olimpia y Operación Galeana fueron dos trabajos que Carlos Mendoza y su equipo (que integraba el escritor Carlos Montemayor) hicieron en 1999 y 2000. El verdadero hallazgo fílmico –que reúne la totalidad de lo que se conoce filmado hasta hoy sobre esa masacre– es el descubrimiento de los hombres del “guante blanco” en distintos escenarios de la matanza: la explanada, el tercer piso del edificio Chihuahua, la iglesia de Santiago Tlatelolco y en varios departamentos.
El documental identifica a jefes militares y fuerzas especiales que participaron en los hechos y reconstruye los movimientos del ejército aquella tarde: la actuación del Batallón Olimpia y de otro grupo de hombres también de civil que usaron el guante o pañuelo blancos en la mano izquierda dentro del movimiento estudiantil. El Batallón Olimpia –bajo las órdenes del ejército, usó el guante blanco como contraseña– fue un grupo infiltrado entre los estudiantes que comenzó la balacera desde el primer piso de la universidad. Su participación fue reconocida por la Secretaría de la Defensa Nacional recién en 1993, 25 años después.
Tlatelolco... muestra tres contingentes del ejército que tomaron posiciones en las inmediaciones de la zona; descubre el lugar desde donde se hicieron los primeros disparos y el desconcierto de los militares uniformados. Documenta los disparos desde la mismísima Suprema Corte de Justicia de la Nación, dejando en claro la autorización de funcionarios del más alto nivel. Muestra que en 1968, desde las altas esferas del gobierno, se auspició la operación de grupos clandestinos que ejercieron la violencia y perpetraron actos de provocación contra estudiantes.
La investigación de Mendoza concluye que el general Hernández Toledo, al frente del primer Batallón de Fusileros Paracaidistas, tenía órdenes precisas de exhortar a los manifestantes a retirarse y no abrir fuego hasta no tener cinco bajas. Entonces, la misión de los tiradores de guante blanco fue, precisamente, la de causar esas bajas y provocar la respuesta de la tropa. Treinta y cuatro años después, Luis Echeverría fue el primer funcionario citado a declarar en relación con la matanza. Canal Seis de Julio muestra cuando el ex presidente mexicano sale de la fiscalía especial que investiga esos hechos. Echeverría parece descompuesto, desorientado, pidiendo rescate y grita por lo bajo “¡diles que se callen!, ¡diles que se callen!”

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La investigación demuestra que no se trató de un “enfrentamiento”, sino que desde el Estado se perpetró la masacre.
 
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