ESPECTáCULOS › “LA GRAN SEDUCCION”, DE JEAN-FRANÇOIS POULIOT

Mainstream periférico

Por L. M.

Típico producto de consumo interno, concebido para el público canadiense de habla francesa e interpretado por actores de la televisión quebeçoise, La gran seducción consiguió sin embargo una módica circulación internacional, gracias a una tendencia cada vez más en auge en distintas cinematografías y que bien podría denominarse “mainstream periférico”.
En lo esencial, se trata de una serie de fórmulas no sólo probadas sino explotadas hasta el cansancio por el cine más rutinario y la televisión más adocenada, pero a las que se les aplica cierto color local. Como si a una comida industrial y prefabricada se le agregaran, en el momento de ser servida, algunas especias que intentaran condimentar la superficie para disfrazar su verdadero sabor.
Suerte de sitcom con supuestas intenciones sociales, La gran seducción transcurre en un pueblito perdido del litoral pesquero canadiense, donde los desocupados son legión y deben ingeniárselas para salir del pozo. No deja de ser significativo que una película que dice ocuparse de la clase trabajadora la retrate con tanto desdén.

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