ESPECTáCULOS › ALEJANDRO BALBIS PRESENTA “CAMORRA”

La mafia como alegoría

El director de la murga uruguaya Falta y Resto estrena hoy aquí un espectáculo que parece hablar directamente de la realidad de la Argentina actual, aunque fue escrita antes de diciembre del 2001.

 Por Silvina Friera

Una típica familia mafiosa italiana de los años 30 copará el barrio de San Telmo para contar sus hazañas de “gente pesada”, que quiere reivindicar su condición de “buenos muchachos” con códigos inclaudicables, como el memorable personaje interpretado por Joe Pesci. Cuando estos mafiosos intentan analizar el país en el que viven, sus pretendidas vendettas se diluyen frente a la perversión de la clase política. De la mano de Alejandro Balbis, actual director de la murga uruguaya Falta y Resto, se estrena hoy en La Trastienda (Balcarce 460) Camorra, un musical con letras del argentino Leo Serignese y puesta en escena del uruguayo Alberto Rivero. “Vivimos en un mundo que te provoca sufrimientos a cada segundo. Si no fuera artista, mi dolor sería insoportable. No hay cosa que me guste más en la vida, además de ver crecer a mi hijo, que plantarme en un escenario y cantar”, confiesa Balbis en una entrevista con Página/12.
El texto, escrito antes de los sucesos de diciembre (incluso es anterior al 11 de septiembre), bucea en la intolerancia y muestra que la realidad “se ha convertido en un elemento maleable, cambiante, comprable y vendible”, comenta Balbis, responsable de los arreglos, las composiciones originales y la dirección musical y general de Camorra, espectáculo influido por la murga uruguaya. “Lo que pasó en el mundo y en Argentina fueron sacudones muy grandes, que provocaron cambios que ni habíamos soñado cuando empezamos a parir este proyecto. Amo este país y no puedo entenderlo. Siento mucho dolor porque no veo una salida, una esperanza. No dejo de verlo de afuera, porque si me involucro demasiado me va generar un trauma para siempre, como a cualquiera que nació en Argentina”, sostiene Balbis.
Serignese dice que una de las emociones del espectáculo es la ira. “Si bien tiene humor, ahora prevalece la reflexión. La violencia ya explotó, no necesitamos pintarnos la cara y convertir el escenario en un ámbito para la arenga política”, precisa Serignese. “En toda familia que se jacte de ser mafiosa hay un cura”, aclara Balbis, que interpretará al Padrino, “un tipo que te puede amasijar con la mirada”, puntualiza. A los siete personajes–cantores en escena (además del padrino y el cura hay un bambino, el preferido del padrino, el gordito carnicero, “que parece simpático, pero te clava la cuchilla en cualquier momento”, la venerada madre, entre otros) se suman tres instrumentos imprescindibles: la batería (“con muy pocos cuerpos, diría jazzística, de bajo perfil”, según Balbis), el contrabajo y el banjo.
Balbis, un cantor nacido y criado en el género murguero, empezó a dar sus primeros pasos en la murga para niños El Firulete (actualmente Contrafarsa), en plena dictadura uruguaya. “Había poco espacio artístico para canalizar inquietudes. Esto generó una presión enorme de creación y yo tuve mucha suerte de vivir ese momento histórico, porque de ahí salieron grandes artistas, como Raúl García y Pitufo Lombardo, entre otros. Eramos botijitas de 8 a 13 años”, recuerda Balbis. “La cooperativa de vivienda por ayuda mutua, un método de construcción de viviendas en familias por el cual pedían un préstamo al banco hipotecario y las familias se hacían responsables y construían ellas mismas sus casas, fueron verdaderos bastiones de resistencia contra la dictadura porque se organizaron grupos de recreación y las murgas. Esto marcó un camino.” Cuando la veda política y cultural de la dictadura se descomprimió, Balbis realizó miles de actuaciones por todo el Uruguay (entre 20 y 25 shows por fin de semana). “Me gusta formar parte de los grupos pero también quiero mi soledad. Las organizaciones me ponen un poco nervioso porque a veces caen en la inercia”, justifica Balbis sus incursiones artísticas personales, al margen de Falta y Resto. “Todos aquellos que alguna vez llegaron a ser ellos mismos tienen algo en común. Dejaron el lindo camino de la mentira compartida para elegir el más difícil de ver:oír, dialogar, hacer, sentir, aprender y crecer. Si se acercaron a organizaciones fue buscando ampliar su potencial con el esfuerzo y la sabiduría compartida y no refugiar sus miedos en el poder de una estructura. Vieron y ayudaron a vivir, se jugaron y ayudaron a jugarse. Qué más se puede pedir. Claro que vivir no es obligatorio y crecer menos, siempre se puede usar la mentira para dejar el mundo quieto”, reflexiona el director.
A la hora de interpretar al Padrino de Camorra, Balbis menciona a un puñado de actores que dieron vida a mafiosos de toda calaña como Marlon Brando, Robert De Niro y Joe Pesci, que lo influyeron en la composición del personaje. “La mafia es un poder poco visible, pero tiene un jefe y unos códigos de comportamiento menos ambiguos que los del poder actual, que va mutando y cambiando de acuerdo a lo que conviene”, apunta Balbis. Para Serignese, Camorra transita por abordajes más cándidos de la mafia. “La institución para un mafioso es la familia, la madre aflora y es una referencia. Hay una búsqueda por el lado de la ternura, sin prescindir del contraste evidente de la naturaleza humana.” Para ejemplificar lo que intenta tensar en Camorra, Balbis cita a Tadeusz Kantor: “No tengo ningún canon estético. No me siento sujeto a los tiempos pasados, no los conozco y no me interesan. Sólo me siento comprometido con esta época en que vivo y con la gente que vive a mi lado. Creo que un todo puede contener al mismo tiempo barbarie y sutileza, tragedia y risotadas, que un todo nace de contrastes y cuanto más importantes son esos contrastes más ese todo es palpable, concreto y vivo”.

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“Amo este país y no puedo entenderlo. Siento mucho dolor porque no veo una salida,” explica Balbis.
 
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