ESPECTáCULOS › MTV LANZA LA SEMANA PROXIMA UNA
CAMPAÑA SOBRE SIDA QUE YA DESPIERTA POLEMICAS

Desde el más allá, Peña sigue provocando

El actor protagoniza una campaña sobre sida que comienza la semana próxima en MTV y plantea, por primera vez en la Argentina, el concepto de “derecho a decidir” sobre el uso de preservativos. Desde el Ministerio de Salud, advierten que “cuidarse o no cuidarse no es una opción”.

 Por Julián Gorodischer

Fernando Peña suspira y muere. Las enfermeras lo cubren con una sábana blanca y se van de la sala llena de tubos, sondas y respiradores; él reaparece en un jardín lleno de rosas. Y dice: “Soy Fernando Peña, morí de sida. Si me hubieras conocido vivo, ¿te hubieras cuidado al acostarte conmigo? Yo nunca te hubiera obligado, es tu decisión...” (fundido a negro). La escena pertenece a una nueva campaña sobre sida del canal MTV, que se verá a partir de la semana próxima, y –según coinciden los especialistas consultados por Página/12– es un concepto diferente –y polémico– en materia de prevención. Lejos de los mensajes imperativos y del tono normativo del Usá forro o el Cuidate más frecuentados por campañas oficiales de las últimas dos décadas, Peña irrumpe con su eterno aire de enfant terrible y lanza una consigna que algunos consideran peligrosa: una proclama sobre el derecho a la libre elección en el uso del preservativo. “MTV respeta tu decisión”, se leerá en la pantalla. ¿Y esto? ¿Un mensaje atractivo por eludir la lógica de lo autoritario? ¿O difusión masiva para jóvenes de un contenido al menos ambiguo? Ahora la polémica comienza entre los especialistas: habrá quien se queje por la vuelta de la ligazón sida-muerte como en los lejanos tiempos previos al cóctel de drogas, y quien reclame el cese de la libre interpretación cuando lo que está en juego es la salud.
La campaña de MTV, que también incluye spots sobre donación de órganos y elección sexual (ver recuadro), está concebida como hipermasiva, con alcance en toda América latina. Y será radicalmente opuesta a las consignas de la corrección política imperante; será, también, un cross a la mandíbula que, dudosamente, deje a alguien indiferente. Que sea, aquí, el propio Fernando Peña, el que explique sus razones: “No me gusta la autoridad –dice–, y hay una diferencia entre bajar línea y ser autoritario. ¡La autoridad es espantosa!, y concientizar es distinto. Me hubiera gustado que mi padre me dijera que en Africa hay una peste bubónica, pero no que me obligara a darme las vacunas. El ser humano –sigue– tiende a no recibir órdenes, y cuando se establece cuál es el peligro, el otro tiene que ser muy boludo si no se cuida”. ¿Lo que viene? Esa misma escena repetida en la programación con Peña hablando como muerto vivo, o masticando órganos (“¿querés que te suceda esto?”) para concientizar, en otro spot, sobre la donación. ¿Lo que ya está provocando? Especialistas comentando antes de la salida al aire y expertos encendidos por lo que podría llegar a producir. Y el provocador (que hizo volar una paloma muerta por la paz en la penúltima entrega de los premios MTV Latino, el mismo que amagó con cortarse con una botella rota en Domínico junto a Repetto y María Laura Santillán), guionista de todos los spots, no se detiene: “Es verdad que ligar el sida a la muerte es viejo, pero tomar los retrovirales no es fácil –dice–. Causan incomodidades, malestares, y la angustia de vivir con algo que está ahí... Lo pueden interpretar para el lado de la castidad (si el derecho a decidir se interpreta como si tener sexo o no), pero es muy retorcido. Esto está clarísimo: el que lo malinterpreta le está buscando el pelo al huevo”.
El debate está abierto. Para Cecilia Correa, coordinadora del área de jóvenes de FEIM (Fundación para estudio e investigación para la mujer), “éste es un retroceso a las campañas de antes, que vinculaban el sida con la muerte; recuerda a las de Benetton, que jugaban con la cuestión de lo religioso. Pero, independientemente, el mensaje del derecho a decidir es bueno; es una demanda de los jóvenes: quieren decidir qué ponerse, qué usar, con quién estar”. Para Correa el spot abre el juego a poder decidir con quién y con qué género se tienen relaciones, aunque, claro, siempre sobrevuelan los peligros de cierta opacidad sobre la noción de riesgo. “Convengamos –sigue– que este espectador pertenece a una población adolescente de clase media que accede al cable. El tema es qué percepción de riesgo se tiene porque hasta ahora el tipo de mensaje fue más normativo. Se decía: Tenés que usar preservativo siempre. Aquí se introducen nuevas opciones.” ¿Hay una masa crítica del otro lado tan habilitada a decidir? ¿Es la Argentina de 2005, la de la crisis educativa y el discurso moralizante eclesiástico, el espacio ideal para generar una conciencia de libre albedrío en torno del sida? ¿Y es el momento de correrse de los mensajes como latigazos? La periodista Luciana Peker entiende que el derecho a decidir se liga peligrosamente a los argumentos conservadores en contra del sexo ocasional y a la defensa bushista de la abstinencia. “Hasta ahora el preservativo es la única herramienta contra el sida y dar la opción a elegir parece una actitud corrida por derecha hacia la política de Bush que invierte millones en sacar la educación sexual de los colegios –explica–. Dar la opción a elegir siempre es perjudicial para las mujeres porque a la hora del acto sexual, por ser más vulnerables a la influencia de los hombres, tienen menos posibilidades de decidir.” Se lo consulta a Fernando Peña por esa leve opacidad del texto, esa zona dudosa en la que podría estar hablando de preservativos pero también de acostarse con él o dejar de hacerlo al decirse: Yo nunca te hubiera obligado, es tu decisión.
–Es verdad –admite el actor–, puede quedar la duda. Pero el que lo dice soy yo; y sabiendo de quien viene... ¿alguien podría asociarme a la promoción de la abstinencia?
A favor de la campaña de MTV, se argumenta su llegada de alto impacto y la intención de acercar a la masa juvenil sin levantar el dedo. Leandro Cahn, director de Comunicación de la Fundación Huésped, defiende el derecho a elegir pero con una condición: que la información esté disponible para todos. “El sida, siendo una enfermedad evitable, y teniendo métodos que evitan la transmisión, hace que esté en cada uno decidir si quiere abstenerse, tener sexo con o sin preservativo –dice–. Los mensajes hacia un cambio de conducta pueden ser imperativos o interpelativos, pero lo importante es que desde un canal como MTV se incluya el sida como problemática a tratar. Eso sí: a veces me gustaría que Fernando dijera otras cosas. El es así; tomalo o dejalo, y aun pudiendo disentir con la forma en que plantea sus mensajes, nosotros lo tomamos.” Otro optimista, Diego Martínez Madrid, consultor en VIH Sida en el Ministerio de Salud, opina que “cada uno es responsable de sus propios actos y cada uno paga sus consecuencias”. Su reparo gira en torno de la asociación sida-muerte, en desuso en las campañas recientes, vinculando los cuidados al miedo o la parálisis. “Una persona con sida se va a morir sólo si decide no hacer tratamiento, y éste es efectivo en la mayoría de los casos. Hablando de muerte, surgen el estigma y la discriminación. Se asocia el sida con determinados grupos, tiende a generarse una separación. Se lo mira de lejos.”
Gabriela Hamilton, directora del Programa Nacional de Lucha contra Sida y ETS, cree que “si se decide tener relaciones sexuales hay que hacerlo con protección. Hay un derecho a decidir sobre la sexualidad; es de todas y todos. Desde cualquier lineamiento, la utilización de preservativo hoy es necesaria para no estar en esa encrucijada entre la vida y la muerte. Es el único método para la prevención sobre el VIH. El cuidarse o no cuidarse no es una opción; si no es como jugar a la ruleta rusa. Y uno no se cuestiona si usa o no el cinturón de seguridad. En el marco de la prevención, no se duda entre dos opciones”. Como todo mensaje de alta repercusión, a cargo de este performer del dar que hablar, sigue generando reacciones; esta vez, de parte del pastor Lisandro Orlov, de la Iglesia Evangélica Luterana Unida: “Se ve la tentación de crear el mito del enfermo malo que nos quiere contagiar. Es una forma de no asumir nuestra propia responsabilidad. Aquí aparece ese enfermo malo, pero frente al sida, para contagiarme, tengo que decir a algo que sí. A pesar de que esté en la cama, nunca estoy dormido. Asociar el enfermo al inductor de la enfermedad –termina Orlov– no es positivo; uno no necesita tener un rótulo o estar tatuado. La responsabilidad es social, y debo comportarme con todo el mundo de la misma manera. Es demasiado dramático y no me gusta que la gente se cierre ante un mensaje en el que la muerte está tan presente. Yo lo hubiera encarado de otro modo: desde el amor, la vida, y un día radiante”.

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Peña, finalmente, siempre consigue que el show funcione a su alrededor.
 
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