ESPECTáCULOS › “40 DIAS Y 40 NOCHES”, PASO EN FALSO DE MICHAEL LEHMANN

La abstinencia nunca es buena

 Por Horacio Bernades

Un chico lindo, muchas canciones, un montón de gente caliente y los más elementales chistes sobre sexo. Con pequeñas variantes –en lugar de un chico lindo pueden ser varios chicos lindos entre muchas chicas con tetas grandes, al estilo American Pie–, éstos son los elementos con los que hoy se fabrica una comedia para adolescentes, y 40 Días y 40 Noches no es la excepción. Es una lástima, porque esta vez cayó en la volteada un interesante director de comedias como Michael Lehmann, realizador de Heathers y La verdad sobre perros y gatos. Pero hay que comer, y para ello no se filma lo que se quiere, sino lo que se puede.
Producción transatlántica de la exitosa compañía inglesa Working Title (los de Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill y El diario de Bridget Jones) 40 Días y 40 Noches le saca el uniforme al lindo de Josh Hartnett -que venía de combatir por la patria en Pearl Harbor y La caída del halcón negro– y lo convierte en un chico soltero de San Francisco, tan deseado como deseante. Ante una frustración sentimental e inspirado en su hermano cura, Matt decide someterse al mayor de los sacrificios durante el período de la cuaresma, que evoca la marcha de Cristo al desierto: se impondrá a sí mismo 40 días de abstinencia. Abstinencia total: quedan prohibidos hasta los roces, las tocaditas y la autosatisfacción. El resultado es que, obviamente, allá por el día 7 u 8 el chico, que es sano, activo y muy ganador, está a punto de reventar. Unos días después, será suficiente que vea un enchufe para que imagine las peores chanchadas. Y todavía le falta un mes ...
A 40 Días y 40 Noches le pasa lo que a su protagonista: por no querer ni pensar en sexo, no puede pensar, decir y hacer otra cosa. Así se suceden los chistes sobre masturbaciones, erecciones y calentamientos varios. Puede ser que un chico de 13, 14 o 15 se sienta identificado y por lo tanto ría a reventar con las pruebas de resistencia a las que sus compañeros y compañeras de oficina someten al pobre Matt (aunque no tan pobre, ya que él mismo se la buscó). Pero si usted tiene unos años más, notará qué forzada es la premisa central (si el chico no es católico, ¿por qué someterse a una prueba digna de San Agustín?), cuán elementales son los chistes y qué poca simpatía, gracia y agudeza tienen esos personajes claves en toda comedia, los amigos del héroe y la heroína. Sí, porque hay heroína también, una chica preciosa (Shannyn Sossamon, se llama la actriz) a la que Matt conoce en un laverap, y que será su desvelo amoroso hasta que uno y otro coman perdices. ¿Pero qué es esto entonces? ¿Comedia sexual o comedia romántica? A sus responsables habría que preguntarles.

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