ESPECTáCULOS

“Hice un film sobre la infidelidad para hablar sobre la hipocresía”

El director Jorge Zima, que estudió cine en Inglaterra, explica así el espíritu de “Noche en la terraza”, su debut en el campo de la ficción, cuyo estreno nacional está previsto para mañana.

 Por Oscar Ranzani

“Como dice una canción de Caetano Veloso, de cerca nadie es normal”, plantea el director Jorge Zima a la hora de hablar de su primer film. Zima es argentino, y al tiempo un desconocido: es que estudió cine en Inglaterra e ingresó primero al mundo de los documentales. Su primer largo de ficción, Noche en la terraza, viene de un largo paseo por los festivales internacionales, donde consiguió lo que todos van a buscar, premios. El film fue premiado como “Mejor drama extranjero” en el New York International Independent Film Festival 2001 y obtuvo el galardón a la “Película latinoamericana más votada por el Jurado de la Juventud” del Festival Internacional de San Sebastián el año pasado. El tema de la película es la infidelidad, pero vista desde una mirada diferente, explica Zima para justificar la cita de Caetano Veloso.
Zima eligió para el trío protagónico tres actores con experiencia en teatro pero que no habían actuado en cine: Soledad Alloni, Gabriel Fernández y Diego Freigedo. “La historia parte de Paula (Alloni) que está casada con Federico (Freigedo)”, explica el director. “Paula trabaja en un pequeño estudio en la terraza de su casa desgrabando y traduciendo del inglés unas cintas de un seminario que dicta un arquitecto. Cada tanto se asoma por la ventana y siente placer por los paisajes de las azoteas vecinas. Es por esa ventana por donde aparece el tercer personaje: Lucas (Fernández), un hombre solitario y contemplativo. Lucas le deja (sin que ella lo conozca) grabaciones en las que le cuenta que a él también le cautivan esos paisajes hechos al azar. Las grabaciones se repiten una y otra vez y Paula siente miedo porque no sabe quién se las deja. Pero también comienza a sentir curiosidad porque Lucas le habla de una manera poética. Cuando tienen un encuentro, Paula va hacia un conflicto mayor. Quiere retroceder, alejarse de Lucas y volver a esa falsa armonía que tenía su matrimonio, pero es demasiado tarde.”
–¿Cómo surgió la idea de esta película?
–De una manera poco común, ya que la posibilidad se dio a partir de una situación económica: venía con otros proyectos y con situaciones de no poder llevarlos adelante porque cambiaban las políticas del Incaa. En un momento supe que había un dinero familiar disponible para empezar algo. No debía hacer una película con eso pero pensé en hacerla. Y una vez que arranqué con esa limitación el desafío fue convertirla en un recurso estético. Comparo este proceso con lo que podría hacer un pintor que hace un cuadro contando con una paleta reducida. Entonces, decidí hacer la película en una sola locación. Todo el film transcurre en un solo decorado y, a partir de ese departamento con terraza, comencé a imaginar la historia.
–Una vez definido el ambiente, ¿qué se propuso contar?
–Luego del lugar, elegí el tono, la atmósfera y en cuanto a la génesis de la historia pensé que iba a ser una película erótica, cosa que, al final, quedó pero no como eje central. Está presente como algo subyacente y, a veces, como algo en la superficie. Pero lo que me interesaba explorar era el tema del deseo oculto. No se trata solamente del deseo carnal o sexual sino que es esa voz interior que está llamando para que uno se encuentre con lo que quiere ser, hacer o sentir.
–¿Cómo está reflejado el deseo sexual?
–En principio, como algo prohibido, como algo perturbador. Esto se ve en Paula y la relación con su marido: tienen sexo de manera mecánica y fría. Esto es algo que, obviamente, se nota que ella aceptó, porque no conoce otra cosa. Paula no permite cuestionarse su relación con Federico.
–¿Por qué eligió como tema la infidelidad?
–Tal vez porque me parecía que partía de una situación muy humana, frecuente, común. Me interesaba tocar un tema que, en apariencia, parece muy tratado. Traté de verlo desde otro lugar y empezar a hablar de otras cosas. Creo ahora que hice un film sobre la infidelidad para hablar sobrela hipocresía. Sobre la mentira. Y también fidelidad o no a uno mismo. Creo que muchas veces por posicionamientos culturales, de educación o de presiones de la sociedad, uno se construye una vida con la que se está traicionando.
–Parece que la película resalta la exteriorización del inconsciente de las personas.
–Eso es lo que más me interesaba: que se pudiera tocar desde esta cuestión muy humana a esa voz de uno que muchas veces está tan tapada. Y me interesaba una visión al costado de la moral.
–¿Qué estética adoptó?
–La estética tiene que ver con esta mirada en lo que los ingleses llaman “una mosca en la pared”. Una cámara que espía pero mira de lejos. Incluso la película es muy cuidada en los encuadres, en movimientos de cámara, y también jugué bastante con repeticiones de encuadres y movimientos.
–¿Cómo fue el trabajo con los actores?
–Me manejé con actores que tenían formación en el teatro, sin experiencia en cine. Tenía ganas de sentirme acompañado en el desafío del proyecto, de traer gente que se involucrase al máximo, que para ellos fuera un desafío. Ese fue el punto de partida e hice un casting muy largo porque, además, sentía que los actores merecían tiempo para que pudieran hacer lo que saben hacer.

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Una escena de “Noche...”, una variación sobre el triángulo amoroso filmada en una única habitación.
“La estética tiene que ver con lo que los ingleses llaman ‘una mosca en la pared’, una cámara que espía.”
 
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