ESPECTáCULOS

De la cabeza, pero sin olvidarse del enemigo

El público aportó las consignas de lucha y la banda puso sus canciones. Así fueron los dos primeros shows de La Bersuit en Obras, confirmando su liderazgo en el rock combativo latino.

 Por Javier Aguirre

Mientras que desde hace años Las Manos de Filippi parecen haber encarnado el principal nervio político-combativo en el under del rock argentino, Bersuit Vergarabat ostenta un lugar equivalente desde lo que podría entenderse como el mainstream (discográfica multinacional, promoción, clips de rotación internacional, público local como para completar tres Obras seguidos), lo cual afirma el poder de su voz y el nivel de repercusión popular de su postura, palpable en las canciones. Esta serie de shows que acompañan el reciente lanzamiento de un disco en vivo (De la cabeza), además de ratificación de su poder de convocatoria, también auguraba un tono explícitamente político acorde a los tiempos que corren. Ese discurso que se muestra alentado por la carga de sentimientos viscerales y la voluntad de no agachar la cabeza que proponen las canciones del grupo, pero muy especialmente por las consignas y los cantitos del público, que en la noche del viernes abarcaron diversas temáticas; desde los slogans de época (“Que se vayan todos/ que no quede/ ni uno solo”), las identificaciones (“Pi-que-teros, carajo”) y las advertencias (“Como a los nazis/ les va a pasar/ adonde vayan los iremos a buscar”), hasta un curioso reclamo de apoyo económico a la banda, dirigido a los seguidores más “novatos” por parte de los más fanáticos (“compren el compact/ la puta que lo parió”).
Los Bersuit no necesitaron arengar desde el escenario ni estar verborrágicos entre tema y tema para que el encuentro tuviera clima de respuesta a ese difuso pero claro enemigo: “ellos” (debe entenderse que son, entre otros, Menem, Duhalde, la policía, el FMI). En la vereda de enfrente, los intérpretes, los protagonistas y los que bancan las canciones (los propios músicos, el público y, según enumeran distintas letras a lo largo de los años, los borrachos, las putas, los guachos, los chorros, los maricas y los faloperos). En este contexto, Cordera dedicó un tema a los familiares “de las 32 personas que en los últimos meses perdieron la vida en la lucha”, y a expresar el apoyo del grupo al “movimiento piquetero, aunque a veces a la clase media le moleste no poder pasar con el auto por una calle cortada”. Más allá de esto, no hizo falta exagerar. El público y la banda saben de qué lado del piquete están, y el show no insistió demasiado en la furia, para dejar paso al espíritu festivo que celebra la lucha y resistencia. Con compromiso, sí, pero sin dejar de lado el hedonismo activo y el baile, con chicos sonriendo plenamente mientras se cantan unos a otros, en la cara, esas letras que hablan de sus vidas y de lo que pasa cada día en las calles.
El evento musical en sí implicaba para el grupo la paradójica presentación, en vivo en Obras, de un disco grabado también en vivo y también en Obras. Es De la cabeza con Bersuit Vergarabat, registrado en junio de 2001, un documento sonoro que captura no sólo el exitoso momento del grupo en términos de convocatoria, sino también la equilibrada instancia musical que atraviesa, ahora bien definido como una banda de rock latino, sí, pero cada vez más sosteniendo lo rockero en la actitud y las letras, y lo latino con música. Está claro que La Bersuit se mueve muy cómoda en la cumbia, en el ska festejante y en el candombe, mientras que el sonido “rockero” queda circunscripto a un par de canciones, apenas. Y quizá como respuesta a los conciertos más ajustados y atildados de losObras 2001 (cuando la banda, acaso con la presión de la grabación del álbum en directo, tocó con distintos formatos y por momentos fue exquisita), la serie 2002 resultó más caliente que formal y algo ciclotímica, ya que en el repertorio se evitó juntar hits, y eso llevó a que el clima recién fuera decididamente de fiesta en el final.
La presentación del viernes brilló en la esperada apertura con la nueva vigencia de “El tiempo no para” (ideal como audio para cualquier clip televisivo sobre la realidad argentina), en las crónicas para-bonaerenses de “El gordo motoneta” y “La petisita culona” (exponentes de la filosa mirada del grupo para describir personajes de la vida de todos los días), en el desenfreno químico que exponen el cuartetazo “La bolsa” y la cumbia “Yo tomo”, en el final a toda teta con “Hociquito de ratón” y en los matices de peña de “La calavera” y eurodisco de “20 millones”. Y, por supuesto, en los inequívocos “Se viene” y “Señor Cobranza”, aquel himno de Las Manos de Filippi que tanto irritó al menemismo, y cuyo intento de prohibición derivó en la inmediata colocación de La Bersuit en el altar del rock combativo. A propósito: cada vez que esta canción se hace oír en vivo, parecen surgir nuevas razones para adherir a su espíritu de denuncia y bronca liberada. La banda y su gente lo saben. Por eso no sorprendió que en la noche del viernes el público asumiera el protagonismo vocal. Los cantantes de la banda apenas se sumaron al final. No hacía falta más.
En el repaso de la trayectoria artística de la banda de los pijamas, bien puede encontrarse la clave de este presente de acción y apoyo popular del que gozan. Asomaron cuando los noventa recién amenazaban en convertirse en una segunda década infame del siglo XX argentino, resistieron como pudieron (en medio de una tormenta interna repleta de pasos en falso y excesos) durante el esplendor menemista y volvieron con todo para contribuir al derrumbe del régimen. Fueron la banda de sonido del final de una época. Ahora, después de este disco en vivo, después de su consagración como banda catalizadora de ciertas urgentes causas de reivindicación social, después de la confirmación de su poder de convocatoria, Bersuit seguramente inicia una nueva etapa, con la previsión de un disco de estudio para el 2003 y el desafío que implicaría probarse en el ámbito de un estadio de fútbol, un escenario apropiado para aquello que la banda y su público quieren decir.

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Estos tres shows fueron “presentación” de un disco en vivo grabado en el mismo estadio, en 2001.
“Se viene” y “Señor cobranza” elevaron la temperatura, con sus explícitas declaraciones de rabia.
 
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