ESPECTáCULOS › “MITOS GRIEGOS A LA CRIOLLA”, DIRIGIDA POR HECTOR MALAMUD

La historia deTeseo, Ariadna y Minotauro

Por S. F.

A pesar de que la cultura occidental se nutrió de la tradición grecorromana, el teatro argentino, al menos en los últimos años, parece ignorar la riqueza inagotable de la mitología griega, uno de los pilares indiscutibles de la dramaturgia universal. Paradójicamente, esta ignorancia se acrecienta en los espectáculos destinados al público infantil. Los chicos resultan los espectadores ideales para disfrutar de las aventuras, las vicisitudes y los desafíos que proponen las historias de los dioses y héroes griegos. La originalidad de Mitos griegos a la criolla, dirigida por Héctor Malamud, consiste en recrear humorísticamente el mito de Teseo, Ariadna y el Minotauro, combinando la magia del mundo de los títeres y con la actuación. La obra, escrita y actuada por Ricardo Abad y Martín Eichelbaum, integrantes del grupo titiritero Perfil Griego, plantea una puesta limitada por dos ámbitos espaciales nítidamente definidos. Por un lado, los dioses Apolo y Dionisos (interpretados por los actores), que manipulan el destino de los hombres. Por otro, los personajes del relato mitológico, a cargo de los títeres.
El antagonismo entre Apolo y Dionisos funciona como un prólogo de las disputas por el poder, y anticipa el modo insoslayable en que esos dioses intervienen en la vida de los hombres. El oráculo de Apolo proclamó que la ira de los dioses y los sufrimientos de Atenas, azotada por las guerras, la peste y el hambre, cesarían si logran aplacar a Minos, rey de Creta, que había declarado la guerra contra el pueblo por el asesinato de su hijo Androgeo. El joven Teseo, príncipe heredero debe cumplir con un mandato: Egeo, su padre, le implora que se dirija a Creta y enfrente al temible Minotauro para acabar con las desdichas padecidas en su reinado. Aunque respeta la forma tradicional del relato, el lenguaje, depurado parcialmente de aquellos elementos que obstaculicen la comprensión de los chicos, está impregnado de la idiosincrasia argentina, sin caer en el cliché de los modismos criollos. La escenografía de Agustina Spinelli y Patricia Murúa (también realizadoras de los muñecos con Abad y Eichelbaum) sorprende por la sencillez, la armonía y la belleza que consiguen transmitir
Una vela pequeña se desliza en un segundo plano como símbolo de la inmensidad del mar y los peligros que pueden acechar al héroe, que desconoce las rivalidades entre Dionisos y Apolo. Teseo desembarca en Creta con el objetivo de vencer al Minotauro, un monstruo que, según los rumores, se devoraba a los que eran encerrados en el famoso laberinto del rey Minos. Uno de los momentos más logrados se produce cuando Teseo conocea la princesa Ariadna. La manipulación de los muñecos (Eichelbaum, responsable de Teseo y Abad, de Ariadna) potencia el juego de seducción de los personajes. La princesa, que condenaba la visita del ateniense, termina confesando su amor por el heredero del trono de Atenas y le entrega un ovillo de hilo. Teseo sigue sus instrucciones: ata un extremo del hilo a la entrada del laberinto y deshace el ovillo, a medida que avanza por la intrincada construcción hasta encontrar al Minotauro. Además, Ariadna le ofrece una espada mágica para matar al monstruo. La batalla final entre Teseo y el Minotauro adquiere ribetes absurdos, que los chicos festejan, especialmente las reiteraciones de la muerte del Monstruo, que no quiere aceptar la derrota. En eso, es casi humano.

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