ESPECTáCULOS › “DAÑO COLATERAL”, UN EXCESO DIRIGIDO POR ANDREW DAVIS

La guerra de un solo hombre

Por M. P.

Por la noche, el bombero Gordy Brewer arriesga su vida para salvar vidas ajenas. Pero al día siguiente, su mujer y su hijo son pulverizados por una bomba instalada en la embajada de Colombia en Los Angeles, en un atentado reivindicado por un guerrillero apodado El Lobo. Y como la justicia por la muerte de su familia no es prioridad para su gobierno, el bombero Brewer irá él mismo detrás de El Lobo. Sin dejar de salvar vidas en el camino. Pero también de arriesgar otras. Todo para vengar a una mujer y un hijo, que sólo parecen ser la excusa para que Schwarzenegger pueda dedicarse a destruir él solito el terrorismo en Colombia.
La frase que sirve de título para el nuevo film de Arnold es la preferida de los Estados Unidos a la hora de ir a la guerra. Pero en el film firmado por Andrew Davis es dicha por un defensor de las actividades del Lobo. Entrevistado en televisión, cuando le preguntan por el asesinato de inocentes el susodicho dice que sus muertes “son sólo daños colaterales”. Acto seguido, un enfurecido Schwarzenegger se presenta bate en mano diciendo: “Yo te voy a dar daños colaterales”. Escenificando la justicia por mano propia hasta las últimas consecuencias, Daño colateral es un film que Hollywood no se atrevió a estrenar el año pasado después del atentado a las Torres Gemelas, pero que tanto entonces como hoy no deja de ser apenas un extraño pastiche ideológico al que le cuesta entretener de manera coherente.
Con extraños y breves personajes secundarios interpretados por actores de la talla de John Turturro y John Leguizamo, lo que Davis apenas si alcanza a farfullar en Daño colateral es la idea de que las buenas intenciones de su protagonista terminan atrapadas en medio de dos malos igualmente malos: un superagente estadounidense y el consabido Lobo. Pero esa idea es apenas un fantasma dentro del cóctel de ideologías de un film sorprendentemente lineal y declamativo. Que se guarda alguna escenita patética y memorable (por mala) a la hora de ilustrar cómo se trabaja produciendo cocaína. Pero cuyo menú está basado principalmente en elaboradas explosiones sin demasiado sentido. Y en un viaje de ida y vuelta a Colombia en busca del Lobo y de todo lo que aparezca alrededor, que tendrá pasaje de regreso sólo para que Arnold tenga un final mano a mano con sus propios Terminator guerrilleros. Apenas un tibio entretenimiento sin sentido que, sólo por el hecho de ser concebido como tal, le termina dando la razón al Lobo cuando afirma que “ustedes los estadounidenses son demasiado ingenuos”.

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