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“En Los nietos nos miran me ubico a un costado de la ficción. Los intérpretes queremos lucirnos siempre, porque la consigna es Levántate y brilla. Pero aquí, a diferencia de otros espectáculos, lo que intento que aparezca es la persona y no el personaje. Trato de que mi trabajo se aleje de la representación. Tampoco creo estar dentro de una escenografía, porque el silloncito que utilizo es un mueble de mi casa, y además ya estuvo en otra obra. Con Mónica (la asistente artística) decidimos que yo debía desaparecer como actriz, que en el escenario debía estar la nena, el abuelo y todos los otros. Por eso cada función es una sorpresa. Una amiga me dice siempre una frase que no sé de dónde sacó: Si querés hacer reír a Dios, hacé tus planes. Y yo hago mis planes, me organizo, y como todos pretendo ser feliz y busco la felicidad en la vida y en el trabajo. Pero la vida y el trabajo en el escenario son impredecibles.”