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“Me crié con muchas autolimitaciones”

- Los comienzos: “Yo empecé en una época gloriosa de la historieta argentina, con Patoruzú y dibujantes como Lino Palacios, Oski, Divito. En mi casa se compraban revistas de humor, y yo conocí a toda esa gente desde chiquito. Como era el menor de tres hermanos, que me llevaban trece y siete años y no jugaban conmigo, jugaba solo. Vivía con un tío que era dibujante, y ahí se me pegó la cosa: él hacía avisos de cine que aparecían en Los Andes de Mendoza, y para mí era muy normal que un tipo dibujara una cosa y luego apareciera publicada en un periódico”.

- Autocensura: “Desde que vine a Buenos Aires, con mi carpetita abajo del brazo, en 1954, en las redacciones me dijeron: ‘Mirá pibe, militares no, religión no, sexo no...’ Me crié, como dibujante, con una serie de autolimitaciones de las que me estoy desprendiendo recién ahora. Me sorprendo a mí mismo mirando este libro, en el que hay como cinco páginas sobre ambigüedad sexual, por ejemplo”.

- Exilio y después: “Durante un período muy feo de la Argentina, en el que desaparecían periodistas y muchos estaban en mi agenda, alguien rompió la puerta de mi casa a patadas. Era aconsejable irse. Elegí Italia porque la agencia que vendía mis cosas en Europa estaba en Milán: ahí tenían mi material, y tenía a mano las cosas para mandar a diarios de América latina... Italia es un país que me gusta muchísimo, y me fui incorporando a él, a su paisaje, a su gente, a su cocina. Pero no es que viva en Italia: me la paso entre Buenos Aires y Milán, un poco en Madrid, otro poco en París”.

- Dioses: “Una vez hice una página de un tipo que llega al cielo y pregunta: ‘Sí, ¿está Dios?’ Y el ángel que lo recibe le pregunta: ‘¿Cuál?’ ‘¡¿Cómo cuál?! ¡¡El único y verdadero!!’. El ángel se da vuelta y dice: ‘Che, ¿para fanáticos hay alguien de guardia hoy?’. Me escribió un señor diciéndome de todo. Porque claro, si uno cree que hay un único dios... Otra vez, en una cosa así, con público, me dijeron: “Usted dice que lee mucho el Antiguo Testamento”. Y yo dije: “Sí, leo la Biblia, pero sin ningún sentido religioso”. Una señora se fue ofendidísima. Por ahí cuesta, ¿no?, cuando uno ve que se mata tanta gente en nombre de las religiones, a uno le da mucha bronca. Me interesa el tema de por qué todas las culturas han tenido la necesidad de inventarse dioses”.

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