ESPECTáCULOS

Textual

En su documental Por la vuelta (estrenado en el 2003 y actualmente sólo disponible para alquiler en Liberarte), Cristian Pauls reproduce un diálogo epistolar entre Leopoldo Federico y Astor Piazzolla. Las palabras que cruzaron dos bandoneonistas “que se quieren y se aporrean” resultan reveladoras de las concepciones de ambos sobre el tango:
“Nueva York, 1989. Mi querido amigo Leopoldo: recibí el artículo que te hicieron en Clarín Revista. No lo leí con bronca, quedé triste. Triste por nuestra larga y sincera amistad. Triste porque vos has sido el bandoneón que más admiré. Sé que no debería escribir estas líneas, pero insisto: vos no sos cualquiera, y no acepto que me ofendas con cosas muy cursis y pasadas de moda. Seguís pensando como D’Arienzo y todos sus semejantes: la preocupación por el ritmo. Gardel jamás tuvo ritmo, sin embargo es el tango total. Gordo: seguís tocando como en el ’40, y eso ya no corre. Lamento enojarme un poco contigo, pero te quiero y te aporreo. Te escribí porque sos Leopoldo Federico. No digas más cosas en contra del futuro. Escribime. Tu amigo Astor.”
“Querido Astor: soy yo el que ahora está dolido y triste. No deseo polemizar con vos, pero es necesario que aclare esto, porque si no me muero de pena. ¿Vos no aceptás un tango con raíces parecidas a las de Gobbi, Salgán, Troilo o Di Sarli? Astor, no te enojes conmigo, no estoy en contra del futuro. Quisiera que me comprendas un poco. Vos sos un monstruo, y nunca estarás de acuerdo con nadie, porque sos así. Y si de algo estoy muy orgulloso, es de haberme sentado a tu lado alguna vez. Y, lo que es más importante todavía, saber que me querés y me apreciás. A mí me ocurre lo mismo, y más. Leopoldo Federico.”
“Muchas veces en mi vida, por caliente que soy, me he agarrado a trompadas. Después de fajar a alguien, me largaba a llorar. Sigo enamorado de Maffia, Laurenz, Troilo, Salgán, y sobre todo de vos, Leopoldo Federico. Insisto, Gordo: el tango no está muerto, son los tangueros los que lo matan. Nunca olvidaré la orquesta del ’46, pero si todavía tocara así sería uno más. Esto va en serio, Leopoldo: el día que ponga dos bandoneones en el quinteto, serán vos y yo. Te quiero y te admiro. Que Dios te bendiga, y a tus manos también. Ya di mi trompada, y ahora me largo a llorar. Astor Piazzolla.”

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