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La energía japonesa

En un centro cultural porteño, las actrices Vanessa Cardella y Verónica Gambini dan clases de teatro Kawua, basado en el método del japonés Suzuki. Más allá del entrenamiento actoral, aseguran que se trata de una técnica cuyo objetivo es reagrupar la energía física y usarla a favor del portador.

Por Sonia Santoro

Miran hacia un horizonte que sólo ellas ven. Acompañan sus pies con los brazos rígidos a los lados del cuerpo. Terminados los tres minutos, la profesora se sienta enfrente y marca, golpeando un palo contra el piso, el ritmo de los ejercicios: las mujeres se ponen en cuclillas, se levantan, adoptan una posición de lucha, golpean el piso, vuelven a bajar. “Tenés que verles las caras, ya no son miradas cotidianas, están colocadas”, dicen las profesoras y actrices Vanesa Cardella y Verónica Gambini. E invitan a probar lo que ellas llaman: “La transformación mágica de un cuerpo entrenado en contacto con la profundidad de su ser y sus posibilidades”. “Esto no es un proceso creativo intelectual, es una licuadora física, entonces, te metés en la coctelera, batís, y se despega algo que después tenés que aprender a manejar”, dice Gambini. Hablan del entrenamiento teatral japonés que llevan adelante en el grupo Teatro Kawua, en el espacio Urania Giesso.
Este riguroso método de entrenamiento fue creado por el director de teatro experimental japonés Tadashi Suzuki, en los ‘70, para intentar redescubrir el poder y la habilidad de percepción del cuerpo humano. “Pone énfasis en el movimiento de los pies y la parte baja del cuerpo, con una atención muy especial a la región pélvica, centro de gravedad del actor. El actor debe ser consciente de la composición total de cada movimiento, de forma tal que el público sienta que está viendo una exquisita escultura en movimiento”, explican. A las clases de Teatro Kawua, sin embargo, van amas de casa, comunicadoras sociales, marketineros. No hace falta ser actor: con querer aprender a abrir canales creativos es suficiente. “Lo que pasa es que acá no estás en un proceso creativo intelectual, estás en un proceso creativo total. Todo tu ser está metido, todo tu cuerpo, tu corazón, tu mente, tus emociones. No hace falta tomar tiempo para entender las cosas intelectualmente. Vos, automáticamente, metés el físico en un estado y después te ponés a pensar”, dice Gambini.
La técnica tiene reminiscencias de arte marcial y es muy intensa. Se trabaja sobre 24 ejercicios físicos y vocales que se repiten. “Esas secuencias llevan a un cambio energético fuerte y rápido –explica Cardella–. Por ejemplo, la profesora dice: ‘Zápate, durante 3 minutos (es uno de los ejercicios más fuertes, es el stumping) y después, cuando la música cambia, caminá despacito despacito, como si estuvieses caminando en puntitas de pie pero con el pie plano, y andá para adelante’. ‘Bueno’, decís. Y cuando lo hacés, resulta que después de patear tres minutos, estás muerta, las piernas te tiemblan, estás hiperventilada, tenés que ir para adelante y no podés hacer una línea recta, tenés la vista nublada, sentís una energía que tiene que ver con la energía grupal, y además de todo esto tenés el estímulo de la música y todo lo mágico que tiene el teatro.”
Suzuki trabaja despertando la energía de las entrañas, la energía vital que, según él, parte del centro del cuerpo: tres dedos debajo delombligo. Esa zona empieza a guiar los movimientos y la mirada del mundo. Además dice que el entrenamiento empieza y termina en los pies, porque los pies elevan: el actor tiene ojos en los pies y camina por el escenario sintiendo todo. Y hace hincapié en la importancia de la voz como transmisora de los estados.
“O sea, esto te energiza todo el cuerpo, te vulnerabilizás toda. Yo te percibo a vos, no es como el teatro occidental, que manda el ego; tengo conciencia de mi espalda, entonces, si me atacan o están muy cerca, lo percibo. No como los occidentales que vamos así –se acurruca– y te chocaron y te asustás. Esto te pone poderoso”, explica Gambini. Por eso el nombre: “Ka tiene que ver con la energía vital. Es encontrar en vos tu fuente de poder, que no tiene nada que ver con el afuera”, dice. Kawua se traduce como “la fuente de poder”. Para Suzuki, los hechos naturales son potentes porque actúan en armonía con el funcionamiento de las cosas. La potencia nace del conocimiento de lo que ocurre y de una actuación consecuente. La paradoja es que la libertad viene de la obediencia al orden natural.
El placer, en el Teatro Kawua, reside más en saber que se está recorriendo un camino de autoconocimiento que en el disfrute momentáneo. “Llegar al conocimiento siempre te cuesta un esfuerzo. Dicen que la sabiduría es dolor cristalizado. Para llegar a tener conocimiento sobre las cosas, autoconocimiento, tiene que haber un esfuerzo de parte tuya para querer alcanzarlo”, dice Cardella. “La conclusión es totalmente placentera, en el sentido de que nos vamos todos contentos porque es muy impactante, muy profundo, y muy rápido lo que sale”, agrega Gambini.
Dice Suzuki que el entrenamiento busca una transformación personal, interna, como impulso para un cambio que puede alcanzar otros niveles. Esta energía se manifiesta con mucha más libertad, donde el escenario ya no es un espacio previsible, es un espacio mágico donde cada individualidad debe desarrollarse a pleno y no verse limitada por la mirada del otro. Parece que éste es un tipo de placer que se pone mejor con el paso del tiempo.

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