PSICOLOGíA › BIOTECNOLOGIAS Y SUBJETIVIDAD ACTUAL

“Hombre nuevo” con prótesis

 Por R. B.

La actual evolución de las biotecnologías y de las técnicas médicas y farmacéuticas es la prueba de cómo las sociedades contemporáneas pueden no sólo sufrir la prepotente violencia de la “técnica”, sino también lograr en principio forzar trabajosamente su curso, enderezándolo hacia una ampliación de las chances del yo, de la identidad personal, del individuo y de la libertad. Precisamente porque no se aplican a la materia inerte sino al cuerpo vivo (o, a través de los psicofármacos, al “alma”, con el riesgo político del posible control de las emociones y del comportamiento), transforman la naturaleza de la subjetividad poniéndola ante situaciones inéditas, y no carentes de peligros. En cuanto constituyen la puesta en juego más alta de los biopoderes, su papel es ambiguo: a diferencia de los regímenes totalitarios que querían plasmar a los individuos con la violencia, la disciplina y la ideología, las biotecnologías pueden efectivamente crear –con medios no políticos y acaso con fines filantrópicos– el “hombre nuevo” desnaturalizado: seleccionado genéticamente, conservado en vida en circunstancias en las que de otro modo moriría, dotado de múltiples prótesis. La construcción del hombre nuevo es hoy virtualmente posible, sea en dirección de su manipulación heterodirigida (como se la representaba Huxley en Un mundo feliz, cuando hipotetizaba una sociedad de castas genéticamente seleccionadas), sea en la de su emancipación.

Las biotecnologías ponen en discusión hábitos e ideas que se consideraban fundados sobre la roca de evidencias indestructibles o sobre la autoridad de la revelación divina. Entre las consecuencias macroscópicas de estas innovaciones se puede enumerar: el debilitamiento de los lazos naturales, de sangre (los vínculos “adscriptivos” están siendo lentamente sustituidos por los vínculos “electivos”, con el consecuente variar del sentido de la identidad personal); la posible desaparición de muchas enfermedades hereditarias; la atenuación de los confines entre especie y especie en los organismos genéticamente modificados. Cambia incluso la configuración del imaginario en cuanto condicionado por los precedentes límites biológicos o mentales o por el deseo complementario de eludirlos. Lo que parecía impuesto por las duras leyes de la necesidad o por la inescrutable voluntad de Dios se transforma en objeto de elección, en “antidestino” (y, por tanto, en mayor libertad).

Por efecto de muchos factores, que van de los trasplantes de órganos a las intervenciones sobre el genoma, de la inserción de prótesis inorgánicas en el cuerpo a la elección del sexo del niño por nacer, de los límites puestos por la “lotería natural” a la práctica apenas inaugurada de procrear niños por encargo, design babies (a fin de que resulten exentos de ciertas enfermedades genéticas), se altera, en perspectiva, la conciencia que cada uno posee del propio cuerpo y de la propia identidad personal, ligada incluso a su proyección más allá de la muerte, a la idea de los hijos y de los nietos. Si bien cada individuo sigue siendo único, la composición de su identidad cambia con las eventuales intervenciones de modificación genética, los trasplantes o las prótesis.

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