SOCIEDAD

La protesta contra la violencia otra vez tomó las calles del país

Convocado por los comerciantes, el reclamo usó cacerolas, bocinazos, aplausos y banderas durante diez minutos para decir no a la violencia.

Los bocinazos volvieron a copar la calle. Y lo hicieron sólo tres días después del acto multitudinario contra la violencia que recorrió el viernes todo el país. Ayer el llamado fue lanzado por las cámaras y asociaciones de comerciantes y empresarios nucleados en torno de CAME. La convocatoria en protesta por la inseguridad alcanzó un consenso que asombró a sus propios organizadores. Hubo réplicas y manifestaciones en distintos lugares del país, desde los barrios de Buenos Aires, Córdoba y Rosario donde las bocinas de los automovilistas fueron acompañadas hasta por los campanazos de las iglesias del centro.
La propuesta y los efectos de la convocatoria lanzada por Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME) tuvo varios disparadores. Formalmente la organización de la medida de ayer comenzó hace un mes en un encuentro entre representantes de las distintas cámaras de comercio más fuertes del país. Entre ellas estaba la Federación Agraria entre otras entidades que nuclean a sectores del campo, de Industria, de los sectores Inmobiliarios, Propiedad Horizontal, Radio Taxis y consumidores entre otros. En aquel encuentro se optó por organizar una jornada de protesta para exigir soluciones ante el problema de la inseguridad y sus efectos: “No sólo la inseguridad es un riesgo efectivo y físico para los comerciantes –explicó un vocero de la entidad– sino que además provoca miedo en la gente, reclusión y caída en el nivel de ventas”.
De algún modo esa sensación entre los comerciantes encontró aliento y agitación en la calle. Hubo miles que a las ocho de la noche fueron incorporándose al reclamo de diez minutos convocados sólo por los sonidos que sorprendían en la calle.
En Cabildo y Juramento, la esquina del barrio de Belgrano que funcionó como escenario central de la protesta, se cantó el Himno Nacional entre bocinazos, caos y cientos de transeúntes y vecinos parados sólo para golpear las manos. Muchos de los que se paraban ahí no conocían el motivo de tanto movimiento, sin embargo se sumaban contagiados por ese ruido que empieza a ser leído como síntoma de protesta.
En Rosario los organizadores locales contaron con el apoyo del Arzobispado. Le habían pedido a los responsables de la Iglesia un complemento de sonidos con campanas. Y así sucedió: entre las 20 y las 20.10 en toda la ciudad se oyó el redoblar de las campanas. Allí no hubo un punto de confluencia central. Los organizadores buscaban que “todos los que quieran sumarse, lo hagan desde el lugar que estén en el momento”. La mayoría de quienes se fueron sumando, lo hicieron así, desde donde estaban: balcones, esquinas, negocios o la calle.
La protesta también arrastró al grupo de ahorristas que siguen a Nito Artaza: ellos decidieron extender su horario habitual de encuentro en los Tribunales porteños para incorporarse a la medida. Así, cuando dieron las ocho de la noche el grupo de acorralados cantó el Himno y despabiló a quienes pasaban por ahí con sus palmas.
Aunque cada una de las cámaras involucradas se había encargado de difundir la convocatoria, la respuesta tan masiva parece ser un coletazo de la manifestación del viernes pasado. Ese día se produjo una de las manifestaciones más importantes que hubo en el país en los últimos meses: con la convocatoria de ONG y entidades educativas y religiosas, el país paró en una protesta simbólica de tres minutos para decir basta a la violencia.

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En muchas calles porteñas la gente tocó bocinas y salió a aplaudir a la vereda.
 
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