SOCIEDAD › ABRIó EN EL PAíS EL REGISTRO PARA VOLAR AL ESPACIO

Argentinos al infinito y más allá

La empresa británica de turismo espacial llegó a Buenos Aires en busca de millonarios que paguen 200 mil dólares por dos horas de viaje a la estratosfera. Un argentino que no vive aquí ya pagó una reserva. Cómo es el vuelo.

 Por Cledis Candelaresi

De repente, la singular nave bautizada Space Ship Two tomará tres veces la velocidad del sonido y en sólo 90 segundos el cielo trocará de azul a negro. Así se llega a la anhelada ingravidez para observar la lejana y brillante Tierra desde las ventanas, en el medio de una flotación acogedora. Esa calma, después de la vertiginosa eyección vertical, durará apenas cuatro minutos. Tal vez suficientes para coronar una experiencia extraordinaria a la que hoy puede aspirar quien disponga de 200 mil dólares y no le desvele resignar algo de tanto glamour por la obligación de usar pañales a bordo. La británica Virgin Galactic presentó ayer en Buenos Aires su nueva opción de turismo de alta gama, con la certeza de que puede haber varios argentinos integrando la nómina de astronautas por las dos horas que dura el singular vuelo suborbital. De hecho, un connacional que no vive en el país ya obló la correspondiente seña.

Por ahora es una promesa que se convertirá en realidad en una fecha aún imprecisa, pero que se estima para algún momento de 2011. Virgin, la firma del apuesto multimillonario Richard Branson, invertirá un total de 300 millones de dólares para el desarrollo del proyecto en el que trabaja desde hace cinco años y que incluye una estación espacial en el desierto californiano de Mojave, de donde parten los vehículos espaciales.

En este momento se está construyendo aquella nave, una versión mejorada de la Space Ship One, prototipo destinado al Museo del Espacio en Washington. La segunda versión podría estar lista en noviembre de este año y se trata de un módulo construido con material de carbono, que le da solidez y liviandad, y propulsado por una extraña mezcla de caucho y gas hilarante (ácido nítrico), el que usan los odontólogos profesionales en Estados Unidos para anestesiar a sus pacientes.

El cohete con dos pilotos y seis pasajeros será llevado por una singular “nave nodriza” de dos cabinas y un ala única hasta la altura necesaria para desprenderse e iniciar su vuelo vertical supersónico. El reingreso a la Tierra, siempre problemático y costoso por la destrucción de materiales que provoca la fricción, se resolvió a través de un sistema de alas móviles que para volver a la atmósfera del planeta se ponen en posición vertical, liberando la nave a la acción de las fuerzas de gravedad. Simple y extraordinariamente.

En dos horas se está nuevamente en suelo firme con la dicha paladeada. Durante los tres días previos, hay un entrenamiento para los improvisados astronautas que se ofrece en un hotel próximo a la base de lanzamiento, sobre territorio californiano, y cuyo costo está incluido en el precio de contratación. Los postulantes pueden tener de 18 años en adelante, sin tope superior y con pocas restricciones para sumarse a la movida: hasta quienes fueron sometidos a una intervención cardíaca están en condiciones de ir a dar volteretas en el espacio, libres de gravedad. Eso sí. A Virgin no le resulta posible contratar seguros, ya que esta industria está quedando rezagada en relación con los rápidos avances de la aeroespacial.

La fantasía de flotar en la nada contemplando el planeta desde una cápsula presurizada parece ser un anzuelo eficaz. Ya hay casi trescientos inscriptos de más de cuarenta países, algunos de los cuales ya abonaron la tarifa plena del viaje. Otros formalizaron la seña, totalmente reintegrable a sólo pedir de los postulantes, que por ahora no parecen muy amedrentados por la crisis económica que sacude al mundo. Será porque la extraordinaria propuesta turística va al segmento de pobladores del planeta que, aun en el caso de haber sido víctimas de la estafa de Madoff, tienen resto para el placer excéntrico. Un 20 por ciento del universo de interesados son mujeres y, si bien en un comienzo las reservas estaban limitadas a personas de entre 55 y 65 años, la edad promedio fue bajando.

“Acá hay riqueza. Pero, además, a los argentinos les encanta viajar y gustan de la aventura”, sentenciaba ayer Carolyn Wince, directora del proyecto de Virgin. “Hubo unas cuantas consultas pero una seña de alguien que no vive en el país y no es conocido. Yo creo que nos vamos a animar más cuando un viajero vuelva y relate su experiencia. Somos así: vamos a lo seguro”, especula ante este diario Sergio Durante. Es el dueño de Biblos, el agente espacial calificado para comercializar localmente los viajes suborbitales privados y vendedor de mucho optimismo.

A su juicio, apenas un lustro después de que se comiencen a comercializar esos paseos, la frecuencia de viajes subirá a dos por día y el precio derrapará hasta 15 mil dólares por cabeza. Casi una ganga en relación a los valores actuales. Sobre este supuesto, la ecuación podría cerrar para la proveedora del servicio, que con los primeros quinientos pasajeros (esa es la cantidad de reservas prevista para iniciar los vuelos comerciales en forma regular) recaudaría 100 millones de dólares. El otro tercio de la inversión podría ser recuperado en un año, cuando al menos un dúo de Space Ship Two sean disparados cada día al espacio para gozo de unos pocos privilegiados.

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