SOCIEDAD › POR EL SINDROME DE CLASE TURISTA

Juicio a aerolíneas

El síndrome de la clase turista llegó a los tribunales. Ayer, en Gran Bretaña, un grupo de familiares y víctimas de la enfermedad denunció a las 28 principales compañías aéreas del mundo por no advertir sobre los riesgos que se corre en viajes de larga duración.
“Las aerolíneas deberían asumir sus responsabilidades. El público debe saber qué cosa puede jugar en su contra cuando sube a un avión. ¿Cuántas otras personas deben morir?”, se preguntó frente a los tribunales de la Alta Corte de Londres David Percy, cuya esposa Christine murió durante un vuelo desde la capital inglesa a Dallas. El, junto con otras 55 personas, se presentaron ayer a la Justicia británica para pedir que reconozca la relación directa que existe entre los vuelos de larga duración y la aparición del “síndrome de la clase turista”, lo cual, hasta hoy, es negado rotundamente por los directivos de las aerolíneas.
Según los denunciantes, el síndrome, denominado científicamente como trombosis venosa profunda, tiene su origen en el reducido espacio que existe entre los asientos en las clases turista de los aviones, lo que lleva a que, en viajes largos, la persona permanezca mucho tiempo sentada en la misma posición, con las piernas presionadas por el respaldo del asiento delantero, favoreciendo la formación de coágulos de sangre en las venas.
Si se acepta el pedido efectuado a la Justicia, inmediatamente se abriría la puerta al reclamo de millonarias demandas por daños y perjuicios contra las aerolíneas, que nunca advirtieron sobre la posibilidad de contraer esta enfermedad ni las formas de prevenirla. Desde las compañías aéreas rechazaron las acusaciones y salieron a defender su posición. Los voceros de British Airways destacaron que “una vinculación específica entre viajes en avión y trombosis profunda de las venas nunca fue probada científicamente” y que “los numerosos casos pueden estar vinculados con el estado de salud previo de los pasajeros”. Y para completar su defensa exhibieron numerosos casos de personas que sufrieron la enfermedad tras viajar en primera clase, por lo que, según dijeron “podemos descartar la vinculación entre la enfermedad y el espacio existente entre las butacas de la clase turista”.

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