SOCIEDAD › LAS HIPOTESIS SOBRE LA BANDA QUE SECUESTRO A ECHARRI

¿Perejiles o liberados?

El increíble comportamiento de la banda que secuestró al padre del actor intriga a los investigadores porque sólo es explicable de dos maneras opuestas: o eran unos perejiles de película, o tenían una fuerte promesa de impunidad que los dejó tranquilos. Los rumores de operaciones de la Federal en el Gran Buenos Aires. El misterio del primer negociador.

Por Horacio Cechi
y Raúl Kollmann

–Dígame, ¿usted alguna vez vio una banda que mantiene al secuestrado, sin atar y sin vendar, mientras que los secuestradores caminan delante de él a cara descubierta, sin temor a ser identificados? ¿Usted alguna vez vio una banda en la que al secuestrado lo dejan ver televisión todo el día? –pregunta uno de los investigadores del caso.
–No, no es habitual –admite Página/12.
–Le voy a hacer otra pregunta: ¿usted conoce a alguna banda que directamente le dice a la familia del secuestrado que lleve el dinero a una dirección, a dos cuadras del Congreso, en pleno centro de la Capital y que tire ahí la bolsa con la plata? Hasta ahora, incluso las bandas de adolescentes hacen esto por postas. Le indican que se tome un tren, después por el celular le ordenan que se cambie a tal colectivo, y después a tal otro, y finalmente le dicen que tire la bolsa con la plata por una ventanilla de otro tren u otro colectivo cuando justo pasa por un descampado.
–Sí es cierto, todo es raro –admite otra vez este diario.
–Y por último, le voy a hacer una pregunta más: ¿no le parece extraño que se llegue a la casa donde está Antonio Echarri y que no se haya podido detener a nadie?
Las preguntas sin respuesta del investigador admiten dos lecturas en los despachos oficiales bonaerenses. La primera, es que a Antonio Echarri lo secuestró la banda de perejiles más increíble de los últimos años. La segunda es que la banda se movió con la tranquilidad de las zonas liberadas, garantía de impunidad y con alguien detrás. Ese alguien serían jefes de la propia Bonaerense que buscaban crear impacto y desestabilizar al ministro Juan Pablo Cafiero y al gobernador Felipe Solá. O –¿por qué no?– hombres de la Policía Federal que siguen haciéndole zancadillas a sus pares de la Bonaerense en una lucha por apropiarse de poder y presupuestos en la investigación de secuestros.
Superperejiles
Hasta ahora, la historia oficial que admite la Bonaerense en el caso Echarri es que se trató de una banda de perejiles e inexpertos. Esa versión oficial de los hechos podría resumirse así:
u Se trató de un grupo, casi de barrio, que tenían el dato de que Antonio Echarri seguía trabajando en su puesto de diarios y era una buena presa.
u Lo secuestraron en el Renault 19 que, aparentemente, era usado por uno de los secuestradores, Ezequiel Di Cugno, en su trabajo de remisero. O sea que ni siquiera se habrían robado un auto para hacer el secuestro sino que usaron uno propio.
u Escondieron a Antonio Echarri en el hogar familiar de Di Cugno, algo que tampoco registra muchos antecedentes. Se han visto casos en que alquilan una propiedad para esconder a la víctima, pero no lo suelen hacer en el propio domicilio de uno de los secuestradores. Como se sabe, Ezequiel Di Cugno es hijo de José Luis, sargento retirado de la Policía Federal.
u Al bueno de Antonio lo dejaron andar por la casa sin mayores problemas, no lo ataron ni vendaron y terminaron llorando juntos cuando apareció Pablo Echarri por televisión pidiendo, con rostro desencajado, a los periodistas y a la policía que le dejen el camino libre. Hasta ahora, los secuestradores solían ocultar su identidad y evitaban que les vieran la cara. En este caso, no tuvieron el menor cuidado.
u El grupito que cobró el rescate fue, según la versión oficial, parte de la banda de secuestradores, aunque al final se mejicaneó el dinero. Lo probarían varios hechos que habrá que ver si se verifican en el expedientejudicial. El primero es que les encontraron una agenda donde tenían datos sobre Antonio Echarri, sus horarios y movimientos. Esto los ligaría al secuestro. El segundo dato es que después de cobrar el rescate se fueron al Bingo Caballito y antes de ingresar hicieron una llamada desde un locutorio contiguo. Dos agentes policiales clavaron un chupete en la cabina y escucharon: “Tenemos la plata, lárguenlo”. Según Antonio Echarri exactamente a esa hora en la casa donde lo tenían secuestrado le dijeron que se pegue una ducha porque lo iban a liberar. El tercer elemento sería una serie de cruces telefónicos entre los cobradores del rescate y los que secuestraron a don Antonio, aunque los detalles de esos cruces no se han podido conocer hasta ahora. La defensa de los primeros seis detenidos se queja de que no tuvo acceso a las pruebas y sostiene que ese grupito sólo protagonizó una avivada: consiguieron el teléfono de Pablo Echarri a través de Martín Murguía, productor de Mauro Viale, llamaron y se quedaron con el rescate de un secuestro que no hicieron.
u En la versión oficial de la Bonaerense, la hipótesis de los perejiles se verifica con el comportamiento de los cobradores del rescate: se dedicaron a festejar en un peringundín de la calle 25 de Mayo, a pocas cuadras de la Side, después en el Bingo Caballito y finalmente en un prostíbulo de La Matanza. “La mujer y el hijo detenidos en un remís (Josefina Agüero y Juan Carlos Cajigal) contaron el dinero dentro del auto y delante del remisero, que era un ex efectivo de la Policía Federal que avisó a las autoridades”, según relató a este diario uno de los investigadores. Habitualmente, una banda sabe que los billetes de un rescate están identificados porque la policía los fotocopia, por lo cual existen los llamados “capitalistas” que canjean el dinero dándole un 40 por ciento menos a la banda. El capitalista guarda el dinero un par de meses, hasta que pasan los momentos calientes, y recién después los vuelve a poner en circulación. En el caso Echarri todo fue distinto: en el Bingo, el peringundín y el prostíbulo gastaron los billetes marcados y, encima, los filmaron desde el primero hasta el último minuto, incluyendo el instante en que Cajigal levantó la bolsa con el dinero en Hipólito Yrigoyen al 2200.
Historia en las sombras
“Una cosa es una banda de perejiles, pero éstos todavía eran mucho más que eso. Ni el más inútil de los principiantes actúa así. Lo que se vio en el secuestro de Echarri es más bien impunidad, un grupo que sabe que no lo van a detener. En un sentido se parece al caso Cabezas: una bandita de ladrones del barrio platense de Los Hornos, pero con policías detrás, zonas liberadas, seguridad inicial de que nadie los va a atrapar. En el caso Echarri lo que nos falta es encontrar al Gustavo Prellezo (el oficial de la Bonaerense que dirigió el asesinato de Cabezas).” La frase pertenece a uno de los investigadores del secuestro de Echarri y que no cree para nada en la historia oficial. Estos son algunos de sus datos y argumentos:
u Ninguna banda de perejiles tiene capacidad para mantener escondido durante una semana a un secuestrado famoso, con los medios haciendo la cobertura y la policía y la Side supuestamente lanzada a la calle.
u “El primer negociador, que se comunicaba diariamente con Pablo Echarri, era hiperprofesional. No le daba respiro a Pablo. Era concreto, hablaba poco para que no le localizaran la llamada, era durísimo. Parecía que te comía la oreja. No se condice con la banda de perejiles.”
u Ese primer negociador parecía no tener ningún apuro. Cerraba sus llamadas diciendo “te llamo mañana”, o sea que no hablaba de comunicarse otra vez en unas pocas horas sino que iba dilatando la negociación. De allí surge la sospecha de que el objetivo era el impacto, no sólo el dinero. Es más, el negociador sabía que su secuestrado era un hombre enfermo que podía sufrir un grave problema de salud y encima era unsecuestrado que quemaba en las manos por los medios. Aún así, prolongaba la negociación.
u “El segundo negociador fue muy diferente al primero. Dudaba, era impreciso, tardaba mucho en tomar una decisión. Además, la voz era distinta, por lo cual no hacía falta un experto del FBI para diferenciar a uno del otro. Por lo tanto, si los detenidos son los más cercanos al segundo negociador, ¿donde está el grupo principal, el que respondía al hiperprofesional primer negociador? ¿Dónde están los secuestradores?”, se pregunta uno de los hombres que mejor conoce la causa Echarri.
u La sospecha principal tiene que ver con las detenciones. Da toda la impresión de que hubo un pacto y se les permitió escapar a los principales integrantes de la banda, incluyendo a Ezequiel Di Cugno, el que cuidaba a Antonio Echarri. Esta es la base que apunta a una banda que actuó en el marco de una jugada política o de interna policial.
u Llama la atención la presencia en la banda, o al menos cerca, del sargento retirado de la Federal, José Luis Di Cugno, actualmente detenido.
u También abona la hipótesis de que lo importante era el impacto político las increíbles filtraciones de información hacia los canales de televisión, especialmente el 9. Sobre esto hay una vasta investigación en marcha e incluso se habla de relevos en la Bonaerense.
u Por último, está la cuestión de la puesta en libertad de Antonio. “Los investigadores no estaban ni cerca. Tal vez presionó a los secuestradores que la Side estaba participando muy intensamente de la investigación y que se iba a descubrir la historia detrás de esta historia.”
Caso no esclarecido
La polémica sobre lo ocurrido en el caso Echarri recién comienza. En el juzgado del doctor Arnaldo Corazza, que tiene en sus manos el expediente, hay desconfianza y buena parte de las tareas de investigación no se le encargan a la Bonaerense. Por ahora no convence la versión de un secuestro protagonizado por un grupo de delincuentes que usan sus propio auto, su propio domicilio familiar, andan a cara descubierta, cobran el rescate de forma infantil y se gastan la plata a los diez minutos en el prostíbulo. La otra hipótesis sigue rondando. Una banda que tuvo cobertura y zonas liberadas para llevar a cabo una acción que tenía dos objetivos posibles:
u Jefes de la Bonaerense que querían desestabilizar al ministro Juan Pablo Cafiero o punteros políticos que apuntan a la cabeza del gobernador Felipe Solá. Ambos, Cafiero y Solá, se han metido en el medio de numerosos negociados de los capangas policiales y los capangas de unidades básicas.
u Una jugada de hombres de la Federal movidos por su tradicional guerra con la Bonaerense. Es una disputa de poder y negocios y ya hace un par de meses que se venía rumoreando una operación de federales más allá de la General Paz que motivó una advertencia del gobierno bonaerense al ministro de Justicia y Seguridad, Juan José Alvarez (ver aparte).
A diez días de la puesta en libertad de Antonio Echarri, hay una sola cosa que no está en duda: el caso no está resuelto ni aclarado, las sospechas son cada vez mayores y al menos por ahora las piezas no encajan.

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El secuestro fue hipercubierto por los medios.
 
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