SOCIEDAD

Un empresario secuestrado con un pedido de un millón de dólares

Es un empresario papelero de General Pacheco, de 58 años. Se lo llevaron mientras almorzaba en un restaurante de esa zona.El llamado para pedir el rescate fue hecho 18 horas después.

Un millón de dólares. Ese es el monto del rescate que pidieron los secuestradores ayer por la mañana para liberar a Elio Brozzoni, un empresario papelero de 58 años secuestrado el miércoles último mientras almorzaba, junto con otras dos personas, en un restaurante de General Pacheco, en el norte del Gran Buenos Aires. Las palabras de los delincuentes al entrar al restaurante dejaron en claro que no se trató de un secuestro al voleo, sino que los captores conocían al detalle los movimientos del empresario. Claro y directo, uno de los delincuentes se dirigió a los comensales que estaban en el lugar y les dijo: “Ustedes quédense tranquilos, que venimos a buscarlo a él. Y lo vamos a secuestrar”.
El miércoles, alrededor de las 15.30, tres delincuentes ingresaron con sus armas en la mano –mientras dos más esperaban en la puerta– en el restaurante Las Barrancas, ubicado en la Ruta 9 y diagonal José María Paz, en General Pacheco, donde habitualmente concurren empresarios para cerrar negocios o simplemente comer bien. Los empleados y comensales que estaban presentes en ese momento pensaron que se trataba de un robo. Pero rápidamente uno de los supuestos asaltantes aclaró sus intenciones. Aquella frase explicatoria fue pronunciada mientras colocaba su arma en la cabeza de uno de los comensales.
La sien sobre la que se apoyaba el revólver era la del empresario Brozzoni, de nacionalidad italiana, dueño de la papelera Santa Angela, quien en ese momento almorzaba junto con su hermano y un cliente. Sin que mediaran más palabras, dos de los captores tomaron a Brozzoni por los brazos y lo subieron a un Volkswagen Polo gris, en el cual huyeron del lugar con rumbo desconocido, mientras el resto de la banda abordaba un Alfa Romeo color rojo. Toda la operación no duró más de 30 segundos.Inmediatamente tras la huida de los secuestradores, desde el restaurante llamaron a la comisaría local y dieron cuenta de lo sucedido.
Al comenzar a recoger las declaraciones de los testigos del hecho, lo que más sorprendió a los investigadores fue la descripción que todos ellos hacían de los delincuentes. Según los testigos, los secuestradores que ingresaron en el restaurante vestían ropas de colores llamativos y tenían teñido su pelo, también con colores exóticos, como el rojo o el amarillo. “Sospechamos que este inusual aspecto tenía como fin desviar la atención de los potenciales testigos, de los rostros de los delincuentes hacia sus ropas para que, en caso de que alguno sea detenido y sometido a una rueda de reconocimiento, nadie recuerde sus rasgos fisonómicos”, sostuvieron los investigadores, quienes horas después de sucedido el hecho pudieron reconstruir el derrotero de los secuestradores, tras el episodio en el restaurante.
Según sus dichos, los captores continuaron en el Volkswagen Polo hasta las inmediaciones de la estación Pacheco, donde dejaron abandonado el vehículo y subieron a otro de la misma marca, en esta ocasión del tipo Gol, y huyeron rumbo al barrio Las Tunas, donde horas después se halló también abandonado este segundo auto.
Ayer por la mañana, luego de más de 18 horas sin noticias de la víctima, los secuestradores se comunicaron telefónicamente con uno de los dos hijos de Brozzoni, que vive en el country Los Cardales, de la localidad de Escobar, y exigieron la exorbitante cifra de un millón de dólares para que el empresario sea liberado sano y salvo. Además, como ocurre habitualmente en estos casos, advirtieron a la familia que no dé intervención a la policía, por lo cual hasta el momento no se ha efectuado ninguna denuncia y tanto la Justicia como los efectivos policiales actúan de oficio en la causa.
Tras esa comunicación, que confirmó la existencia del secuestro, el caso –que se investigaba como una privación ilegal de la libertad– fue recaratulado como un secuestro extorsivo y se le dio intervención al juez en lo federal de San Isidro Roberto Marquevich.

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El restaurante Las Barrancas, en Pacheco, es un lugar de reuniones frecuentes de empresarios.
 
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