SOCIEDAD › ENCUENTRAN A UNA ESTUDIANTE DEGOLLADA EN SU DEPARTAMENTO DE BALVANERA

Crimen rodeado de misterio

La chica había ido a bailar el sábado con su hermano. El lunes la encontraron con una herida mortal en el cuello. No forzaron la cerradura, pero robaron una notebook, dos celulares, una billetera y una cuchilla de cocina.

Los hermanos Matías y Marianela Rago Zapata fueron a bailar a Bárbaro, un boliche del barrio porteño de Recoleta, y se despidieron con la promesa de ver juntos el partido de Argentina y México. Matías se fue a la casa de su novia. Marianela, de 19 años, se quedó con unos amigos y al otro día, cuando su hermano la llamó para el partido, no respondió el teléfono. El lunes, tras ir la facultad y al trabajo, el joven de 23 años fue hasta el departamento que compartía con su hermana y la encontró tirada en el piso, vistiendo la misma ropa que usó para ir a bailar y rodeada de un charco de sangre. La habían degollado. La cerradura no estaba forzada y en el lugar faltaban la billetera de Marianela, su notebook, dos celulares, un reproductor de DVD y una cuchilla de cocina que habría sido utilizada para matarla. La policía duda de que sea un homicidio en ocasión de hurto.

“Estaba boca abajo y con un corte profundo y extenso en el cuello”, detalló ayer un jefe policial, quien aclaró que no existen lesiones que indiquen que hubo abuso sexual. Más tarde se supo que estaba descalza pero con medias, lo que fortalece la hipótesis de que estuvo con alguien de confianza, ya que, según su hermano, siempre andaba así dentro de la casa. También encontraron vasos usados y bebidas.

Los primeros peritajes forenses advirtieron lesiones defensivas: tajos en las manos con los que habría querido detener la cuchilla y moretones en cuello y brazos, que indican que el asesino la puso boca arriba. Los peritos creen que esas marcas en el cuello son compatibles con una compresión manual, que indicaría que hubo una asfixia previa al degüello. En base a estos elementos, más algunas declaraciones testimoniales, los investigadores establecieron el horario del crimen entre las 5 y las 9.30 del domingo.

“No tenemos ninguna certeza de nada. Hasta que la investigación no avance, no podemos tener ninguna hipótesis”, dijo ayer Federico Greve, el abogado de la familia Rago Zapata, oriunda de Río Grande, Tierra del Fuego. Hacía poco más de un año que Marianela había dejado sus pagos para estudiar periodismo en la Escuela Taller de Enseñanza Radiofónica, becada por la empresa donde trabaja su padre: Transportadora Gas del Sur. Tenía, por lo tanto, un reducido grupo de amigos; muchos de ellos coterráneos suyos que vivían cerca del departamento que alquilaba, en el séptimo piso de Tucumán 2080, entre Ayacucho y Junín, en Balvanera.

Matías, que no solía usar el departamento, aportó nombres de amigos y de conocidos de su hermana a los investigadores de la Comisaría 5ª. “Algunos serán citados por la Justicia para declarar, otros acaban de dar su testimonio. Algunos de ellos son quienes estuvieron con ella la noche del sábado en el boliche”, dijo Greve. Marianela no tenía novio, y según su hermano tampoco tendría una relación sentimental “circunstancial” con alguien. “Tuvo un novio hasta hace un año. Era un muchacho de Río Grande que también se vino a vivir a Buenos Aires, aunque no sé si se volvieron a ver después”, completó Greve.

Según comentó el letrado a Página/12, el padre de Marianela, Eduardo Rago, declaró anoche en la comisaría quinta, al igual que varios amigos de la joven. Rago y su esposa, Patricia Zapata, volaron desde Ushuaia y llegaron a las 17 a Buenos Aires, “principalmente para ayudar en la investigación y retirar el cuerpo de su hija para darle sepultura en Río Grande”. El edificio donde vivía la joven, agregó Greve, tiene cámaras que “filman pero no graban”, es decir, son para monitoreo del portero del edificio, quien trabaja de lunes a sábados, por lo que no estuvo durante el día del crimen. “Por ahora no tenemos sospechosos”, dijo Greve.

Para los investigadores, el asesino pudo haber sido alguien que la joven conoció en el boliche, aunque no descartan una pelea por celos u otros motivos, porque no se logró determinar si los objetos faltantes tienen relación directa con el móvil del asesinato. La joven también podría haber conocido al homicida vía Internet: se llevó la computadora y los celulares para que no pudieran rastrearlo. Otra posibilidad es que el asesino haya estado oculto en el edificio y “le haya ganado la puerta”, dijeron los investigadores del caso, a cargo de la Fiscalía de Instrucción 30 de Marcela Sánchez.

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El edificio de Tucumán 2080, donde fue hallado el cadáver de la estudiante.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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