SOCIEDAD › LAS GEMELAS SUIZAS HABRíAN SIDO ASESINADAS POR SU PADRE

El fin de un misterio

El caso que durante días tuvo en vilo a la opinión pública, la Justicia y las fuerzas de seguridad de Suiza, Italia y Francia, ayer pareció aproximarse al final: Livia y Alessia, las gemelas suizas de seis años secuestradas por su padre a fin de enero y cuyo paradero se volvió una incógnita cuando él se suicidó, posiblemente estén muertas. “No han sufrido, murieron en paz. No las verás más”, decía la carta que el hombre envió a su ex esposa desde Bari, antes de arrojarse a las vías de un tren en Italia. La investigación no ha concluido. Los investigadores presumen que, de ser cierto que fueron asesinadas, los cuerpos de las niñas podrían estar en Córcega, el último lugar en que fueron vistas con su padre.

El derrotero de las gemelas Livia y Alessia comenzó el sábado 29 de enero. Su padre, Mathias Schepp, había pasado a buscarlas por la casa en la que vivían con su ex mujer, Irina Lucidi, en Lausana, Suiza. Debía regresar con ellas dos días después, pero al terminar el fin de semana su paradero era un misterio. Precisamente del 31 de enero es el matasellos de la primera de las cartas que Schepp envió a Lucidi. Decía que estaba desesperado y no podía vivir sin ella. La investigación estableció que ese mismo día el hombre retiró 7 mil euros de un cajero en Marsella y compró tres billetes para el ferry a Córcega. Más de un testigo declaró haber visto al padre y a las nenas a bordo del ferry.

Las niñas ya eran buscadas por la policía suiza el 3 de febrero, cuando Schepp se tiró bajo el tren en Cerignola, en el sur de Italia. Antes, había enviado a su ex mujer ocho cartas cuyos sellos y datos permitieron ir reconstruyendo el periplo realizado por las nenas. En una de ellas había anunciado la intención de matar a sus hijas. En un envío posterior, fechado el 1º de febrero, anunció que lo había hecho.

“Hoy ya hice morir a las niñas, no han sufrido y ahora reposan en un lugar tranquilo. No las verás más”, escribió en la misiva que ayer dio a conocer el diario italiano La Repubblica. En esa carta, Schepp también anunciaba cómo seguiría su plan: “Seré el último en morir”. Dos días después se suicidó en Cerignola, una localidad cercana a Bari.

La madre de las niñas, sin embargo, aseguró ayer que abriga esperanzas. “A pesar de la noticia horrible que he recibido, mi corazón de madre siente que mis hijas están vivas. Seguiré buscando a Livia y Alessia”, advirtió a medios italianos.

La familia de Schepp, que había mantenido silencio durante la búsqueda, dio a conocer en un comunicado su “inquietud y consternación”. “Ha podido cometer actos tan terribles únicamente a causa de un disturbio mental grave y de la pérdida de su personalidad normal. (...) Lo habíamos conocido como padre amoroso y atento, como un hombre respetuoso. Y así queremos recordarlo. Su familia era todo para él.”

Los investigadores de la policía del lugar confirmaron que sus pares italianos habían dado en las oficinas de correo con otros dos sobres dirigidos a Lucidi y que no habían llegado a ser entregados. Contenían entre ambos 1500 euros, en billetes de 50, como los otros sobres.

Las autoridades estimaron que las niñas “probablemente” estén en Córcega. Fuentes de la investigación suiza dieron cuenta de que, mientras consultaba horarios de barcos entre Marsella y Córcega, Schepp había indagado en varias páginas web con información sobre la fabricación de venenos caseros y la obtención de armas de fuego. Por ello, la hipótesis más fuerte sostiene que el hombre había planificado todo con detalles. Sin embargo, continúa la búsqueda de un objeto que podría arrojar más luz a lo sucedido: un grabador de audio del que, informó la policía italiana, Schepp “no se separaba”. Sospechan que podría haberlo enviado a su ex esposa.

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“No han sufrido, murieron en paz”, escribió el padre a su ex esposa.
 
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