SOCIEDAD › MURIó ANGEL LUQUE, EX DIPUTADO SAADISTA

El peor defensor de su propio hijo

 Por Eduardo Videla

Angel Luque era diputado nacional y amigo personal de Carlos Menem, pero no llegó a ser una figura conocida en el ámbito nacional hasta que su hijo, Guillermo, quedó involucrado en el crimen de María Soledad Morales, en septiembre de 1990. A partir de entonces, asumió personalmente la defensa de su hijo, con un estilo que lo convirtió en el principal enemigo de quien quería proteger. Una de esas defensas le costó su propia carrera, cuando dijo que si Guillermo hubiera sido el asesino, el cadáver no habría aparecido nunca. Poco después fue expulsado de la Cámara baja. Su hijo fue condenado a 21 años de prisión en febrero de 1998. Desde entonces se recluyó en su casona de Valle Viejo, en Catamarca, donde ayer murió, víctima de un paro cardiorrespiratorio, a los 70 años.

Angel Luque era hombre de confianza de don Vicente Leónidas Saadi, el fundador de la dinastía que dominó la escena política de Catamarca durante cuatro décadas. En 1989 entró como diputado, cuando Ramón Saadi ya era gobernador, después del fallecimiento de su padre, en 1988. Justamente fue el crimen de María Soledad el principio del fin de esa hegemonía. La convicción de que la policía y la Justicia habían hecho todo lo posible para eliminar pruebas, proteger a los verdaderos culpables y buscar un chivo expiatorio se canalizó en un movimiento civil, una serie de marchas de silencio que terminaron con la intervención federal de la provincia.

Surgieron testimonios que responsabilizaban por el hecho a los “hijos del poder” entre ellos, a Guillermo Luque. Pero antes de que aparezca la primera acusación, el diputado Luque ya estaba diciendo que su hijo, en los días del crimen, había estado en Buenos Aires, y presentó un fárrago de pruebas y testigos, elementos frágiles que provocaron en los jueces imparciales el efecto contrario al buscado.

El cadáver de María Soledad no desapareció, pero fue encontrado desfigurado a un costado de la ruta. Un mucamo de los Luque contó que Guillermo había llevado a la chica, descompensada por una sobredosis de cocaína, a la casa que su padre había llamado con el ostentoso nombre de Puerta de Hierro, como la residencia de Perón en Madrid. De ahí la llevaron al Sanatorio Pasteur, para reanimarla, pero no la pudieron salvar.

En los últimos años, Angel Luque ya no aparecía en público. La obesidad y la diabetes se sumaron a la amargura por la batalla perdida. “Murió envenenado por lo que él mismo les armó a su propio hijo y a su familia”, describió ayer, a manera de epitafio, el periodista catamarqueño Alberto Avellaneda.

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