SOCIEDAD › MUEREN DOS ANCIANAS POR UN INCENDIO EN UN HOGAR DE FLORESTA

Fuego fatal en el geriátrico

El incendio se produjo a la noche, por causas todavía no aclaradas. Además de las dos mujeres, otros 22 ancianos internados tuvieron que ser hospitalizados. Denuncia del ombudsman de la Tercera Edad, Eugenio Semino.

Dos mujeres, de 80 y 91 años, murieron ayer a la madrugada en un incendio desatado en un geriátrico del barrio de Floresta, mientras otras 22 personas fueron hospitalizadas, en su mayoría por principio de asfixia. El defensor del Pueblo para la Tercera Edad de la Ciudad, Eugenio Semino, apuntó a este diario que en los últimos veinte años se vienen produciendo de forma constante incidentes de este tipo y que “98 por ciento de las veces los incidentes ocurren de noche, cuando hay menos personal, o sea menos capacidad de prevenir y de evacuar”.

Las dos ancianas dormían ayer en la habitación que compartían en la residencia de ancianos Josefina de Flores, de la calle Mariano Acosta al 171. Fue en su piso, el primero, “donde se inició y limitó el fuego”, según los bomberos. La fuerza recibió el alerta a las 5.42, pero las doce dotaciones que lograron controlar el fuego “a los diez minutos de llegar al lugar” no pudieron rescatar a las compañeras de cuarto, que habían quedado atrapadas en la pieza, rodeadas por el fuego.

Del centenar de personas que vivían en Josefina, unos 22 residentes tuvieron que ser trasladados a los hospitales Santojanni, Penna, Piñero, Durand y Alvarez, en su mayoría con cuadros de principio de asfixia. El director del SAME, Alberto Crescenti, comunicó que tres de las personas hospitalizadas tenían ayer un estado clínico “de gravedad” con pronóstico “reservado”.

Fuentes de los bomberos revelaron que el incendio pudo haberse producido por una falla eléctrica o por una estufa en mal funcionamiento, pero anoche no habían arribado a ninguna hipótesis conclusiva. Por otro lado, el hogar había sido inspeccionado el 31 de enero último por la Dirección de Fiscalización porteña y habilitado por la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad. Según el organismo fiscalizador, el gobierno porteño realiza dos controles anuales y el próximo estaba pautado para agosto. Además, aclaró que de las “118 camas habilitadas”, estaban ocupadas “sólo 91” y el hogar no “presentaba ningún tipo de denuncias en el Sistema Unico de Atención Ciudadana (Suaci)”. Las conclusiones quedarán ahora a cargo del fiscal de instrucción Raúl Cavallini y del juez Osvaldo Rappa, según fuentes judiciales.

En tanto, el defensor del Pueblo de la Tercera Edad, Eduardo Semino, denunció ayer la precaria situación edilicia y la sobrepoblación en hogares de ancianos de Capital Federal y el conurbano bonaerense. “Hubo varios ‘cromañones’ en geriátricos y a nadie le importa. Hablamos de los controles y de las leyes, pero a los tres o cuatro días nos olvidamos. La vida de los abuelos no vale absolutamente nada. Hay que encontrar una solución estructural”, advirtió.

“Creo que el problema excede a este caso particular y es que en los últimos veinte años ha sido recurrente la muerte de nuestros abuelos por la desidia en los geriátricos. Debemos entender por qué pasa eso”, aseguró a Página/12 el defensor. El funcionamiento de estas instituciones está reglamentado en la Ley 661, de 2002. La norma surgió tras el impacto que generó el 24 de enero de 2001 la muerte por ahogo de cuatro ancianas en el sótano inundado de un hogar para ancianos y fue reglamentada en 2005. “Había unos mil geriátricos habilitados en la Ciudad, pero con la nueva ley quedaron 600. Eso no significa que desaparecieran, pasaron a ser truchos. La gran dificultad en este tema es que cuando se clausuran y evacuamos a esos abuelos, la lógica hace que vuelvan al circuito clandestino”, relató Semino.

La explicación a ese fenómeno, piensa el defensor, está en “la falta de camas públicas”. Desde mayo de 2002, “rige el decreto de emergencia del Plan Médico Obligatorio que exime a obras sociales y prepagas de dar tercer nivel, es decir, internación geriátrica. La única obra social que salió de esa emergencia es PAMI”. En este escenario, un geriátrico privado “cobra a partir de cinco mil pesos mensuales la cama”, mientras el trucho “a partir de los mil pesos. La Ciudad sólo tiene cuatro geriátricos públicos”.

“El incendio de hoy (por ayer) responde a la situación general. Uno de los dos grandes costos de un geriátrico es el personal (el otro es el alimento). Los empresarios tienden a reducir sin escrúpulos el personal a la noche y en los feriados. Qué curioso: el 98 por ciento de los incendios que terminaron con muertes ocurrieron de noche, cuando hay menos personal. La relación es directa: a mayor recurso humano, menor probabilidad de tragedia. La falta de control y la imposibilidad de una buena evacuación termina siendo letal.”

Informe: Rocío Magnani.

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La residencia de ancianos Josefina de Flores, en la calle Mariano Acosta al 171.
Imagen: Luciano Thieberger
 
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