SOCIEDAD › DURA HOMILIA DEL OBISPO DE SANTIAGO DEL ESTERO

Contra el poder arbitrario

“Cualquier autoridad debería tener vergüenza de ser temida”, dijo anoche el obispo Juan Carlos Maccarone, ante unas 2000 personas. Un velado reclamo de intervención al Poder Judicial.

 Por Alejandra Dandan

No dio nombres pero habló de las “autoridades”. No mencionó la palabra intervención judicial de la provincia pero habló de “regeneración de las instituciones”. No dio los apellidos de los responsables del encubrimiento de los crímenes de La Dársena pero habló de una autoridad sospechada del “ejercicio inconsulto y arbitrario de poder”. Dos días después de reunirse con los delegados de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, donde se reflotaron los 250 casos de abusos a las garantías constitucionales que aún no fueron esclarecidos, el obispo de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, aprovechó el ámbito de la celebración de Corpus Christi para definir el lugar de la Iglesia en este momento en el que los crímenes de La Dársena parecen quebrar la estructura de poder sostenida por el juarismo. “Cualquier autoridad –dijo el obispo– debería tener vergüenza de ser temida.”
En el contexto de Santiago, la homilía del obispo sonó como un cartucho de pólvora. La de ayer fue la primera vez que la Iglesia se pronunció públicamente sobre los últimos sucesos de Santiago. Hasta ahora, Maccarone venía generando distintos tipos de encuentros con la gobernación o con las autoridades nacionales, funcionando como interlocutor de los reclamos que llegaban a su alcance. Pero desde la semana pasada algo empezó a cambiar. Los sacerdotes de la diócesis formaron parte de la organización de la marcha de los familiares de las víctimas de La Dársena y el propio obispo recibió a los delegados de la Comisión de Derechos Humanos de Diputados que llegaban con el proyecto de intervención judicial para la provincia.
Sobre ese escenario apareció la homilía. Maccarone no mencionó una a una las denuncias que fue recibiendo la Subsecretaría de Derechos Humanos del Obispado durante estos años, pero las retomó para hablar del contexto de los crímenes de La Dársena. “Encomendamos especialmente hoy a Leyla y a Patricia”, dijo y aclaró poco después: “Todavía hay muchas más situaciones que exigen también digno esclarecimiento”. Esas situaciones son las que están acumuladas en los expedientes de la Subsecretaría, entre las que se encuentran aquellas presentadas por las Madres del Dolor, una de las organizaciones cercanas al Obispado que durante esta mañana enviará una carta documento al Ministerio de Justicia donde piden “por los carriles normales la intervención del Poder Judicial de Santiago del Estero”. En el pedido incorporan un listado con los casos de impunidad que consideran más graves y críticos, entre ellos, unas ocho denuncias sobre irregularidades en distintos ámbitos del Poder Judicial (ver aparte).
Para la resolución de varios de estos casos, el obispo intercedió ante los Juárez y ese antecedente también fue retomado durante la homilía. “El continuo fluir de ciudadanos a este Obispado y directamente a este obispo con distintos requerimientos, es muestra de esta desconfianza (social) y temor y lo demuestran buscando ese camino alternativo.” En ese momento, agregó, “las autoridades saben que a ellas recurrimos lealmente caso por caso para facilitar la resolución de los problemas”. A continuación, aunque les agradece, asegura que “no es suficiente” porque la alternativa de la Iglesia como canal de comunicación “no es un modo normal para la solución de los conflictos sociales, de las instituciones y de los ciudadanos”. Tal vez por eso, en uno de los tramos finales, Maccarone se encargó de aclarar la posición que asumirá el Obispado: “La Iglesia no es fiscal social y no quiere un protagonismo que no le corresponde ni suplanta ningún poder del Estado”.
En uno de los tramos más fuertes de la homilía, el obispo pareció deslizar un tácito aval a una eventual intervención judicial: aseguró que “es necesaria la regeneración de las instituciones”, lo que “exige –agregó– enterrar el amiguismo, la prepotencia, la arbitrariedad, la impunidad y todo tipo de régimen de amenaza y de sospecha”. Esa es una de las situaciones que vienen denunciando desde hace años las pocas organizaciones que existen vinculadas con los movimientos de campesinos y con los derechos humanos. Organizaciones que intentaron con más o menos éxito desbloquear el silencio con un trabajo que recién ahora comienza a tener efectos en las calles. Allí, se van sumando cada vez más personas a las marchas, incluso la procesión del Corpus Christi, que ayer reunió a más de 2000 participantes. Entre ellos estaba Carina Villalba, la hermana de una de las víctimas de La Dársena, quien durante estas semanas fue transformando su reclamo personal de justicia en un pedido que abarca un cuestionamiento colectivo a las estructuras de poder.

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El obispo de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, pidió el esclarecimiento de los crímenes.
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