SOCIEDAD › OPINION

La desventura de Luis

 Por Claudia Fernández Chaparro *

La confesión del periodista Luis Ventura en el programa conducido por Alejandro Fantino fue por demás sorprendente. Hizo una somera descripción de un abuso sexual del que fue víctima cuando tenía seis años en el aula donde cursaba primer grado. El abusador fue el cura que, además, era su maestro.

Ventura relató este hecho y, ante el asombro de su entrevistador, luego lo minimizó: el cura “había sido un maestro fantástico”, dijo. Fantino, aún perplejo, le preguntó por otro cura abusador, Julio César Grassi. Ventura relató que Grassi había sido su compañero de colegio, que lo conocía bien, y que más allá de lo que la Justicia había dictaminado, él creía en las cosas buenas que el cura había hecho.

Al relatar el abuso sufrido y luego relativizarlo, Ventura, que dispone de una enorme teleaudiencia, no contribuye con su actitud a que miles de víctimas de abuso sexual puedan vencer la terrible barrera de la vergüenza y de la humillación a la que estuvieron o están sometidos. Más bien, todo lo contrario.

Los testimonios de los chicos abusados por el cura Grassi no dejaron lugar a dudas, y la Justicia lo condenó. Sin embargo, cuando Ventura antepone “las cosas buenas” de Grassi a sus delitos, envía implícitamente este mensaje: “Abusa pero hace”.

Quienes trabajamos desde hace muchos años en estas problemáticas sabemos que visibilizar es una manera de correr fantasmas. A partir de allí, las víctimas saben que no están solas y que hay una salida: denunciar y empezar a transitar el camino de la reparación.

Sería muy bueno que Luis Ventura no perdiera esta oportunidad para pedir justicia. De alguna manera, quizá sin saberlo, ya comenzó a hacerlo. El, que es un periodista que se dedica a escribir sobre la vida de los demás, anoche expuso su lado más íntimo y terrible. Haberse animado a contar aquella experiencia públicamente fue un paso que requirió de una gran valentía.

Es probable que ahora aparezcan otras víctimas del abusador. Seguramente, quienes se atrevan a denunciar habrán llegado a la conclusión de que ese cura no fue un “maestro fantástico” ni un hacedor de “cosas buenas” y que sólo merece ser condenado.

* Consejera por la Legislatura ante el Plenario del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

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