SOCIEDAD

Cámara oculta para frustrar una extorsión al centro de estudiantes

Un falso inspector de la AFIP quiso cobrar una coima al titular del centro de Ciencias Exactas. Lo extorsionaba por vender apuntes “en negro”. Lo filmaron cuando cobraba y fue preso.

Por A.F.

Para Diego Quesada fue como estar de pronto en una de esas películas de mafiosos donde el protagonista se ve obligado a grabar la confesión del asesino en un oscuro tugurio. Pero esto sucedió dentro de la Facultad de Ciencias Exactas y con el aval del decano. Quesada, 24 años, estudiante de Biología y presidente del Centro de Estudiantes de esa facultad, tuvo que tenderle la trampa a un falso agente de la AFIP que pretendía extorsionarlos. Tras la intervención de la Fiscalía de Saavedra-Núñez, el impostor fue filmado y grabado in fraganti, y detenido en la puerta del Pabellón II de la Ciudad Universitaria con los billetes estudiantiles en su bolsillo.
Todo empezó a principios de agosto, cuando llegó al Centro de Estudiantes un hombre que se presentó como Daniel Satriani, dijo ser de la DGI y exhibió un carnet, donde se leía Ministerio de Economía. Pretendía hablar con Quesada y obtuvo el número de su celular. Cuando finalmente se encontraron, le explicó el motivo de su visita: sabía que las actividades del centro no estaban legalizadas y les ofrecía su “ayuda”. A cambio, claro, requería “una colaboración”.
–¿En dinero? –preguntó Quesada.
–Contante y sonante –respondió sin ruborizarse Satriani.
Algo al menos sabía el extorsionador y era que los centros de estudiantes, que suelen realizar algunas actividades comerciales como vender apuntes, no están inscriptos en la AFIP. “Nuestra propuesta política –dice Quesada, que pertenece a la agrupación independiente SLM—, incluye la legalización de los centros y que se les otorgue personería. Ya hubo proyectos para convertirlos en asociaciones sin fines de lucro, pero no fueron tratados.”
Esa situación fue aprovechada por Satriani para mostrarle confusas planillas y sugerir vagas amenazas por las actividades “en negro” de los estudiantes. E insistía:
–Un número, Quesada, ponga un número.
Pero Quesada no quería hablar de números. Le dijo que iba a consultar el asunto con sus compañeros y que volviera a llamarlo. Estaba sorprendido e indignado –dice– y con quien finalmente lo consultó fue con la Fiscalía de Saavedra-Núñez. Allí dieron intervención a la policía y el presidente del centro recibió instrucciones para atender el próximo llamado, que sucedió días después. Satriani fue entonces al grano y puso el número: 500 pesos. Hubo una discusión en torno del monto, que finalmente se redujo a 200. Quedaron en verse en la Facultad el jueves 14.
Ese día se montó el operativo. Personal de la Fiscalía y de la policía se presentó en Ciudad Universitaria e informó sobre el caso al decano y el vicedecano. Eligieron una oficina a la entrada del Pabellón II, donde se instalaron dos cámaras ocultas. El propio Quesada llevaba un micrófono entre sus ropas y un susto mortal.
–Casi no había dormido –cuenta–. Estaba nerviosísimo. A mí nunca siquiera me coimeó un cana en el auto. No tengo ninguna experiencia en “arreglar” con nadie. La única tranquilidad que yo tenía era saber que hacía lo correcto. Y trataba de no pensar más allá.
Hizo pasar a Satriani a la oficina y tuvo que soportar una conversación donde el extorsionador hasta le preguntó por sus estudios. Finalmente Quesada sacó del cajón los dos billetes de cien pesos que ya habían sido fotocopiados por la policía y sus números anotados ante testigos. Después le preguntó cómo seguía el asunto.
–Me dijo que este año ya no iba a volver y me dio un teléfono para que lo llamara por cualquier cosa.
Satriani salió, pero no llegó muy lejos: en la puerta del Pabellón II lo detuvieron. Mientras le leían sus derechos, el hombre pretendió estar sorprendido. –Pero cuando oyó la palabra “filmación” se puso pálido –cuenta Quesada.
Daniel Satriani –era su nombre real– resultó ser empleado de la Asociación Mutual del Ministerio de Economía. Fue procesado por extorsión en el Juzgado Nacional en lo Criminal 9, a cargo de Eliseo Otero, procesamiento actualmente apelado ante la Cámara. Claro que no es el único que tuvo la idea de hacerse pasar por un falso agente. Debido a estas situaciones, la AFIP dispuso de un número telefónico (0800-999-2347) al que el contribuyente puede llamar para confirmar la identidad de los agentes. Y a través de la página en Internet (www.afip.gov.ar) es posible –usando una clave que debe proporcionar el propio agente– ver incluso su fotografía en pantalla. Pero pocos hacen la denuncia.
–Es que la gente tiene miedo –dice una fuente del organismo–. Ya sea por ingenuidad o porque teme que la agarren con algo irregular no dice nada y cae en las garras de estas personas.

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Diego Quesada, titular del centro de estudiantes de Exactas, tuvo que llevar un micrófono oculto.
Hizo la denuncia en la fiscalía de Saavedra, que dispuso la colocación de dos cámaras ocultas.
 
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