SOCIEDAD

Las tabacaleras buscaron aliados entre los actores de Hollywood

Un estudio sostiene que las compañías regalaron tabaco a actores y directores para que el producto apareciera en sus films.

La mujer fatal se sienta con su sombrero negro, cruza sus increíbles piernas y enciende un largo cigarrillo. El fugitivo se libera de una interminable persecución con tiros y autos que vuelcan: al final también prende su cigarrillo. Después del sexo, una pareja en la cama intercambia confidencias y comparte el mismo cigarrillo. Hollywood regaló miles de escenas similares. Al menos no pagaba los cigarrillos: según un estudio realizado en base a 1500 documentos secretos de la industria del tabaco, las tabacaleras hicieron una agresiva campaña sobre la producción cinematográfica para colocar su producto en las películas y estimular el consumo de tabaco. Y, además, proveían de cigarrillos gratuitamente a más de 180 actores y actrices.
La Asociación norteamericana del Pulmón (ALA) de California difundió la última semana el estudio de dos especialistas en materia de salud, según el cual R.J. Reynolds suministró tabaco gratis durante años a 188 estrellas del cine, entre ellas Liv Ullman, Shelley Winters y Rex Reed. Según Kori Titus, vocero de esta organización, “enganchar el tabaco a actores y directores era una forma de garantizar que apareciera en sus films”. La organización considera que las grandes compañías tabacaleras no abandonaron todavía estas prácticas. Y a modo de castigo ahora sugirieron que intentarán catalogar como sólo apta para mayores de 13 años a las películas con actores fumadores.
Para uno de los autores del estudio, Kurt Mekemson, “la mayoría de las imágenes fuertes y positivas de los cigarrillos y del hábito de fumar se han creado en el cine y en la televisión”. El investigador recordó algunos casos como el de los héroes de la ficción y aficionados al tabaco que protagonizaron películas como Wall Street y Cocodrilo Dundee. En ellas puede verse a “Mickey Rourke, Mel Gibson y Goldie Hawn –dice Mekemson–, pegados a un cigarrillo dentro y fuera de la pantalla”. Pero ni siquiera la tierna Betty Boop está a salvo: el personaje de caricatura con ojos muy grandes promociona “el tabaquismo al vender cigarrillos en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?”
Esta serie de estudios de ALA demostró, además, que las escenas en las que los actores fuman refuerzan el hábito entre la gente joven. En estos grupos la idea del fumar suele asociarse al concepto de rebelión, la atracción sexual, el poder y la riqueza. El estudio reveló además que el gigante tabacalero Phillip Morris colocó sus productos en más de 191 películas entre 1978 y 1988. Incluso, se encontraron pruebas de que ejecutivos de Hollywood y estrellas de cine habían recibido muestras gratuitas o pagos sustanciosos por fumar o promover ciertas marcas de cigarrillos de manera exclusiva.
Durante la investigación aparecieron algunos antecedentes de tipo restrictivos para la industria. Entre ellos, un acuerdo de 1998 consensuado por una veintena de estados norteamericanos y la industria del tabaco. En ese acuerdo, las empresas se comprometían a no pagarles a los cineastas por la inclusión de los productos en las películas. Pero ese antecedente parece haber tenido poco peso: Mekemson está convencido de que las compañías aún no han abandonado ese tipo de práctica.
De hecho, un nuevo estudio confirmó esa hipótesis. Una investigación esta vez de la Universidad de Chicago, acaba de revelar que la metodología de la industria del tabaco siguió adelante. El informe indica que pese al acuerdo de 1998, al menos tres compañías tabacaleras continuaron haciendo publicidad en revistas de gran tirada para jóvenes.
El acuerdo firmado en el ‘98 sirvió, sin embargo, para llevar adelante la investigación de ALA. El informe, que se llama “Cómo la industria del tabaco construyó sus relaciones con Hollywood”, se hizo en base a documentos de la propia industria tabacalera que fueron secretos y se dieron a conocer gracias al pacto de 1998.
El ímpetu publicitario de la industria fue especialmente fuerte durante las décadas del 70 y el 80, cuando se impulsaron las llamadas prácticas de “enganche” diseñadas por las tabacaleras. La costumbre, sin embargo,podría haber empezado mucho antes. “Comprar un actor, un guionista o un director para engancharlo al tabaco es algo documentado en la década del 80, pero es muy probable que esa política haya arrancado en los ‘40 y ‘50”, dijo Titus. Otro estudio, esta vez realizado por la Facultad de Medicina de Dartmouth en 2001, demuestra que el 85 por ciento de las 25 películas más taquilleras entre 1988 y 1997 mostraban gente fumando.
Entre los materiales estudiados, se rastrearon también otros documentos de las compañías que han permitido conocer que, décadas atrás, los laboratorios de las tabacaleras investigaron para reforzar el poder de adicción de la nicotina. El tabaco, al que se añaden cientos de sustancias para darle sabor, entre ellas algunas peligrosas, está considerado como un factor de riesgo independiente en todas las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como en varios tipos de cáncer y otras dolencias graves.

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Humphrey Bogart, un duro envuelto en humo de tabaco.
 
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