SOCIEDAD › UN CRIMEN PASIONAL DE UNA PAREJA SWINGER

Ella le fajó 18 puñaladas

Ella, de 27, quedó detenida por matar a su marido, de 47, como en un tango. Denunció que fueron ladrones, pero no le creyeron y ahora buscan a dos supuestos cómplices.

 Por Carlos Rodríguez

El crimen parece copiado de la letra de un tango, de un bizarro corrido mexicano o de un chamamé color rojo sangre. Esta vez, la que “fajó” de 16 o 18 puñaladas, todavía no hay una precisión en ese punto, parece haber sido una mujer que eligió como víctima al marido, en el marco de una historia vinculada a fiestas del ambiente “swinger” que en la ocasión traicionaron la regla básica del juego sexual: la ausencia de celos y absurdos resquemores. La mujer, que está detenida luego de incurrir en notorias contradicciones, es Ramona Jara, de 27 años, quien al principio había denunciado que a su marido, José Omar Lopardo, de 47, empleado de la imprenta del Congreso de la Nación, lo habían asesinado dos delincuentes que habían ingresado a la casa donde vivía la pareja, en Lanús, con fines de robo. El único que siguió siendo leal a su dueño fue un Gran Danés, más bueno que el pan, uno de los dos perros del matrimonio. Sólo lo pudieron retirar del lado del cuerpo con intervención de un veterinario. Todo hace pensar que en el homicidio intervinieron otras dos personas. Las puñaladas estaban apiñadas sobre un corto tramo que va del corazón al ombligo.
“Hubo muchas contradicciones en su relato y por eso se dispuso su detención como imputada”, precisó a este diario una fuente de la investigación, que está a cargo del fiscal Andrés Devoto. Aunque es sabido que el Gran Danés es un perro dócil y para nada agresivo, a los vecinos consultados por los investigadores les extrañó que a la hora de los sucesos, en la madrugada, no se escucharan los ladridos del can gigantesco. “Esos ladridos suenan como pisadas de tiranosaurio”, graficó una de las fuentes consultadas.
El cuerpo de Lopardo estaba tendido en la cama, atado de pies y manos, y el Gran Danés estaba a su lado. Los supuestos cómplices son buscados dentro del ambiente “swinger”, ya que está comprobado –por videos, agendas y revistas encontradas en la casa– que la pareja practicaba el intercambio de parejas. “En los videos aparecen los protagonistas de la historia junto con otras personas, hombres y mujeres, en prácticas sexuales grupales”, precisó una fuente policial. Entre las agendas se encontraron tarjetas de boliches destinados al vale todo y una “gran variedad de juguetes sexuales”, precisó el vocero, con cierto nerviosismo. El crimen ocurrió en una casa ubicada en Juan B. Justo 2577, a la que los vecinos llamaban con cierta ironía “el tren fantasma”. Se trata de una construcción antigua, que siempre estaba en una cómplice semioscuridad y por cuyos pasillos, casi laberintos, circulaban hombres y mujeres como si formaran parte de un “trencito”, insistió la fuente sin poder evitar una risita nerviosa. El fiscal de Lomas de Zamora Andrés Devoto orienta la pesquisa hacia un crimen de índole pasional, algo que rompe con la esencia misma de este tipo de juegos sexuales admitidos y compartidos sin falsos pudores ni celos.
“Recibió unas 16 o 18 puñaladas, todas con mucha saña y varias de ellas muy cerca del corazón”, dijo la fuente consultada por Página/12. Lopardo tenía un pañuelo que le cerraba la boca, otro que le cubría los ojos y una bolsa que le tapaba la cabeza. Todo estaba adherido con fuerza mediante varias vueltas de cinta de embalar. “Tenía todo el aspecto de una momia egipcia”, explicó uno de los investigadores. Lopardo estaba amarrado a la cama, con los brazos y las piernas extendidas, sujetos a cada una de los cuatro extremos de la cama.
“Una mujer, sola, no pudo haber hecho el trabajo en soledad”, dijo la fuente de la investigación. Es posible que el hombre, tal vez afecto a los juegos prohibidos, haya aceptado ser amarrado, pero en vez de placer encontró la muerte. Los forenses hallaron rastros de semen en el pene de la víctima, lo que indicaría que el goce terminó en forma abrupta. Lopardo estaba completamente vestido. Jara había dicho, al principio, que dos hombres entraron en la casa el jueves pasado, cerca de las 20, que la golpearon, le reclamaron dinero y ataron a su marido a la cama. En la casa vivía una hija de Jara, de 7 años, que en ese momento estaba ausente.

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La casa de Lanús donde Ramona Jara habría matado a su marido, José Omar Lopardo.
Según los vecinos, la pareja era swinger y hacía constantemente reuniones con amigos.
 
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