SOCIEDAD › OPINION

La tragedia en los medios

Por Daniel Santa Cruz *

Lo sucedido esta semana en Carmen de Patagones fue un acto de violencia tan único e incomprensible que dejó a la sociedad sumida en un estado de perplejidad. Paralelamente –y como es lógico– los medios de comunicación llevaron a cabo una cobertura completa de los hechos, sus consecuencias y las personas involucradas.
En el intento por entenderlo, por encasillar este hecho dentro de alguna categoría que nos resulte más familiar, algunos medios comenzaron a hablar de violencia escolar, e hicieron un repaso de varias instancias similares en el país y en el mundo. Tanto Bowling for Columbine, el excelente documental de Michael Moore, como el largometraje Elephant, de Guy Van Sant, prestaron sus imágenes al hecho y seguramente dispararon algunas ideas en la imaginación de distintos productores. “El chico era retraído”, era nota, “Escuchaba a Marilyn Manson”, era nota, “En las escuelas ya no se aplican amonestaciones”, era nota, “Sus compañeros lo cargaban”, era nota, “¿Están preparados los docentes?”, era nota. Entonces la agenda mediática se ocupó de la mal definida violencia escolar. El papel de algunos espacios de televisión, que comenzaron a correr una carrera desenfrenada en búsqueda de etiquetar el hecho y por poner adjetivos e imágenes donde no era necesario, merece una reprobación porque sobraron palabras y se buscaron construir situaciones análogas con asombrosa liviandad en nombre de sostener la audiencia. Y faltó reflexión, la necesaria para el tratamiento de situaciones que tienen a chicos como víctimas o victimarios. La nueva agenda demandó la construcción de noticias por sobre un tratamiento serio y cuidadoso de tragedias de este tipo.
Pero hubo opciones, y especialistas tuvieron su lugar en los medios, especialmente en la prensa gráfica, y nos señalaron que hablar en esos términos puede resultar confuso y peligroso y que la violencia escolar no es un hecho aislado que pueda tomarse por sí mismo para ser analizado: la violencia existe, en todo caso, en la sociedad, y se manifiesta en distintos ámbitos. Quizá lo más aconsejable sería parar un poco, mirar, escuchar a aquellos que saben y aprender por fin que para tratar estos temas hay que resguardar a los chicos, proteger sus derechos, escucharlos y no exponerlos a situaciones adicionales de conflicto o temor.
Esta sería una buena manera de respetar a las víctimas y ayudar a sus padres a elaborar el duelo en la intimidad de sus familias, y a intentar reconstruir sus vidas a partir de este momento. Y es un buen momento para no olvidar que en la Argentina hay más de 10 millones de chicos que no quieren ser parte del show y que por suerte concurren a diario a la escuela.

* Periodista especializado en prensa institucional educativa.

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