SOCIEDAD

“El que mató a mi hijo hace diez años tiene que estar en la cárcel”

La madre de Daniel García, el hincha de la Selección Argentina que fue asesinado en Uruguay, espera entrevistarse hoy con el presidente Tabaré Vázquez para reclamar justicia. No hay detenidos, pero están sospechados barrabravas de Tigre y Morón.

 Por Miguel Jorquera

“No tengo odios ni rencores, pero el que mató a mi hijo tiene que ir a la cárcel.” Liliana García lleva desde hace casi diez años una investigación paralela para cercar a los criminales que asesinaron a su hijo Daniel García en Uruguay, el 11 de julio del ’95 en Paysandú, después de un partido de fútbol que la Selección Argentina disputó por la Copa América. Los sospechosos son barrabravas de los clubes Tigre y Morón, que actuaban como fuerza de choque de distintos punteros políticos en esos municipios. Pero la causa por el crimen nunca tuvo detenidos y la Justicia oriental está a punto de cerrarla. Convencida de que en la Argentina “estos personajes tuvieron protección policial, judicial y política” y un aliado en la “burocrática acción” de la Justicia uruguaya, Liliana viajará hoy a Montevideo para entrevistarse con el presidente Tabaré Vázquez y evitar que la causa prescriba.
Daniel recibió esa noche una certera puñalada en la aorta y murió desangrado apenas 30 minutos después y sin asistencia médica. Sus compañeros de viaje –hinchas de Platense y Defensores de Belgrano– “prácticamente no hicieron nada para salvarle la vida, porque él no integraba el mismo clan”, afirma Liliana. Los asesinos de Daniel, unos doce, agredieron con piedras y palos los vehículos en los que viajaban sus “rivales” deportivos. Daniel y otro chico bajaron de la combi que estaba por partir de regreso. Ahí lo atacaron a puñaladas.
–¿Quiénes son los sospechosos?
–Los barrabravas de los clubes Morón y Tigre: Miguel Angel Lobaton, Carlos Salomón y José González, de Morón, y Roberto Omar Vega, Roberto Jesús Brites y Wenceslao Lezica, de Tigre, que son “hinchadas amigas”. También Máximo Zurita, alias el “Gordo Cadena”, pero a ese personaje le armaron una coartada para justificar que ese día estaba detenido en la comisaría primera de Morón, no sé si por chocarle el auto a un juez o por resistencia a la autoridad.
–¿Cómo fueron identificadas estas personas?
–Están grabados en los videos de la cancha, a pesar de que dicen que no estuvieron están filmados y reconocidos por los testigos. Carlos Omar Godoy, que vive en Concordia, Entre Ríos, fue un testigo clave, y Walter Godoy, que reconstruyó el hecho y reconoció a todos estos individuos como los agresores. Como coincidieron los otros testigos.
–¿Alguien los investigó?
–La policía de Paysandú hizo una investigación acá, pero encontraron bastantes trabas. Estos individuos tienen protección policial. El que era jefe de policía de Morón y después fue el jefe de la Bonaerense, Adolfo Vitelli, envió fotos para la causa que no tenían nada que ver con las caras de estos individuos prontuariados: el Gordo Cadena tenía en la foto unos quince años y lejos estaban los testigos de poder reconocerlo. Ahí comencé a reclamar hasta que Interpol intervino y, finalmente, enviaron las fotos actualizadas que reclamaban desde Uruguay. Además de trabajar en Morón, durante la gestión de Juan Carlos Rousselot, Zurita era el que comandaba la batuta, y en Tigre pasaba lo mismo: eran empleados municipales. Tenían amparo político, policial, judicial, todo.
–¿Cuál es la situación de Zurita?
–Cuando realizaron los identikits, aparece claramente la figura de Zurita y aparece de espaldas en las filmaciones una persona que coincide con su físico. Incluso, la policía de Paysandú tiene una foto inmensamente grande de Zurita, de frente y de perfil, con la que compararon el identikit, que coincide plenamente.
–¿Y su coartada?
–El juzgado nunca pidió el registro de presos a pesar de mis reclamos. Ahora han declarado Salomón y Lobato, se contradijeron y nombran a Zurita, a pesar de que Salomón dice que ese día no viajó porque le había llevado alimentos al Gordo Cadena, que estaba detenido en Morón y puso como testigo a Jorge Laviuzza, un concejal del PJ en Morón. Pero 9 años después, la jueza uruguaya pide algo más complejo: un registro de visitas que llevan comida.
–Usted grabó una conversación con el senador provincial justicialista Horacio Román, ¿qué le dijo?
–Lo vi en un programa de televisión en el que dijo: “A ver si todos no sabemos que al chico en Uruguay lo mató la patota de Morón”. No sabía ni quién era, me enteré de que era Román y de que presidía la Comisión de Seguridad del Senado, le pedí la entrevista y nos reunimos. Ahí me dijo que fue vicepresidente del Club Morón, que “por poco me tuve que comprar la Chevalier, para darle todos los pasajes a esta patota para viajes”, y hasta cuántos autos tenían permitido robar por día. Me nombró a un secretario de la Cámara Penal de Morón, al que llamaba “el Pollo”, que hablaba bien de Zurita. Evidentemente también en la Justicia tenían quién los apañara. Yo no podía creer lo que me decía. Eso está grabado, presenté el casete a la Justicia uruguaya, que lo citó, pero amparado en sus fueros declaró por escrito.
–¿No hay ningún detenido?
–Algunos de ellos, como Salomón, por sus contradicciones, declararían en calidad de imputados. Pero esa instancia está pendiente. Los jueces de Argentina reclaman una copia del expediente y la Justicia uruguaya no lo envía por el “secreto de sumario”. Hace un año que está todo parado. Ni siquiera se cumple el tratado internacional de ayuda judicial recíproca.
–¿La causa está por prescribir?
–Me agarró una desesperación tremenda. No puedo dejar que estos individuos vayan a la cancha como van, no están detenidos, tienen causas penales, pero los clubes ni siquiera emplean el derecho de admisión.
–¿Por qué la causa no avanzó?
–Para la Justicia uruguaya “esto es un problema entre argentinos, que se jodan”. Cuando yo le insistía al juez Soto Gómez Borro por qué no indagaba a testigos uruguayos me dijo: “Ustedes están acostumbrados a las apretadas, después de 40 años de dictadura”, me gritó y me cerró la puerta en la cara. Dos abogados de la Cancillería viajaron para ver la causa, pero no se la dejaron ver.
–¿Qué le pedirá a Tabaré Vázquez?
–Sé que su gobierno es respetuoso de la división de poderes, pero quiero plantearle mi reclamo incesante de justicia. En Uruguay me pasó como acá, en época del menemismo, que me cerraban puertas en todos lados. Tengo confianza en que este presidente es más abierto.

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Liliana García se siente desolada porque la causa por el asesinato de su hijo puede prescribir.
 
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