SOCIEDAD

Un suplemento en la harina podría evitar enfermedades neurológicas

El ácido fólico reduce el riesgo de las malformaciones neurológicas en los bebés. Piden que se agregue por ley en la harina.

Por lo menos 140 chicos por año se salvarían de nacer con graves malformaciones neurológicas en la Argentina –incluida la anencefalia– si se aprobara la incorporación de ácido fólico a las harinas alimentarias. El ácido fólico, que se encuentra naturalmente en vegetales e hígado de vaca, debe ser adecuadamente recibido por las futuras mamás desde el tercer mes anterior al comienzo de la gestación, para reducir el riesgo de que el bebé nazca con espina bífida o anencefalia; cuando el embarazo comenzó, ya es demasiado tarde. La suplementación con ácido fólico se aplica en países tan distintos como Chile y Estados Unidos, donde produjo una caída de casi 20 por ciento en aquellas enfermedades. Entretanto, en estos días se cumplen dos años de la presentación en el Congreso de un proyecto de suplementación de alimentos, y un año desde que la Defensoría del Pueblo denunció que, sólo en la Ciudad de Buenos Aires, nacen 15 bebés anencefálicos por año. Tampoco se aplica la fortificación con hierro, pese a que uno de cada tres bebés nace anémico. En realidad, muchos molinos harineros del país ya llevan a la práctica la suplementación... pero sólo para productos exportables a países que así lo requieren.
“En la Argentina, la incidencia estimada de espina bífida es de un caso por cada 1000 o 1200 nacimientos”, señaló a este diario Miguel Podestá, a cargo del Consultorio Multidisciplinario de Espina Bífida que funciona en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Esa proporción arroja un total de aproximadamente 700 casos anuales.
La espina bífida, también llamada mielomeningocele, es una malformación congénita del sistema nervioso central y de la columna vertebral que incluye problemas como la hidrocefalia, anomalías genitourinarias, fisuras faciales y otros. El doctor Podestá asesoró al legislador porteño Ricardo Busacca para su proyecto de que la ciudad “propugne ante las autoridades nacionales una modificación al Código Alimentario Nacional para que se incorpore ácido fólico en las harinas que se comercializan en nuestro país”.
Ya el 10 de mayo de 2000, el entonces diputado nacional Gustavo Galland había presentado un proyecto en ese sentido, que –unificado con otro de Héctor Fayad– en noviembre pasado se aprobó en la Cámara baja y aguarda desde entonces ser tratado en el Senado. El 20 de abril de 2001, Alicia Oliveira, defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, dio a conocer que en la ciudad se producen 15 nacimientos de anencefálicos por año –la forma más extrema de la malformación–, y “entre un 50 y un 75 por ciento de estos casos son causados por una insuficiente ingesta de ácido fólico”.
En Estados Unidos, la suplementación de las harinas con ácido fólico entró en vigencia en 1996 con carácter obligatorio para todos los productores. En 1999 se efectuó una evaluación de los resultados, publicada luego en la revista de la American Medical Association: los defectos del tubo neural (espina bífida y anencefalia) habían decrecido desde 37,8 por cada 100 mil nacidos vivos, antes de la fortificación, a 30,5 por cada 100 mil, lo cual constituye una caída del 19 por ciento.
En Chile, la fortificación de la harina con ácido fólico es obligatoria desde enero del año pasado, y los resultados están siendo evaluados sobre una población de 80 mil mujeres en edad de procrear.
Es que, aunque los principales problemas derivados de la falta de ácido fólico se producen durante la preñez, no es posible resolverlos mediante programas para embarazadas porque la suplementación debe empezar tres meses antes de la concepción, y –como lo señala el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos al explicar el éxito de la fortificación obligatoria con ácido fólico– sucede que la mitad de todos los embarazos no son planeados.
En realidad, la espina bífida como la anencefalia “son patologías de origen genético, causadas por una carencia en el receptor de ácido fólico del feto, que se pone de manifiesto cuando la cantidad de esa sustancia enla dieta es insuficiente”, puntualiza la investigadora Mabel Segovia, del Centro Nacional de Genética Médica.
El ácido fólico se encuentra en alimentos “foliados”: verduras de hoja; también en el brócoli, la papa, naranjas, frutillas, melón, papaya, arvejas, lentejas, levadura, huevos y vísceras como el hígado.
En las unidades neonatales argentinas, las anomalías congénitas provocan el 10 por ciento de las internaciones y el 26 por ciento de las muertes. Y los defectos del tubo neural son la causa más importante de mortalidad y enfermedades en el recién nacido, luego de los defectos cardíacos congénitos.

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La mujer debe consumir el ácido desde antes de la gestación.
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