SOCIEDAD › 32 MUERTOS EN EL CARIBE Y LLEGO A ESTADOS UNIDOS

Un desastre llamado Dennis

El huracán aplastó Cuba y Haití, pasó por el sur de Miami, avanzó por la costa de Florida y penetró en el continente. Dos millones de evacuados en Estados Unidos y 1,5 en Cuba y Haití.

Cuba, Haití y el golfo de México al sur de Estados Unidos padecieron durante el fin de semana la presencia del huracán Dennis, una de esas poderosas fuerzas de viento endemoniado capaces de liberar una potencia comparable con la de diez bombas de Hiroshima. Su paso afectó a unos ocho millones de cubanos, causó diez muertes, arrasó terrenos de cultivo y dejó centenares de miles de viviendas destruidas, entre ellas 150 mil sólo en La Habana. En Haití se contaron 22 muertes y en Cuba, otras 10. En Estados Unidos ya habían sido evacuadas unas dos millones y medio de personas.
El puerto de petróleo Aguas Profundas, ubicado en el golfo de México, que abastece de gas y de crudo a un 25 por ciento del mercado norteamericano con 10 millones de barriles diarios, detuvo su actividad el sábado a las cinco de la tarde como medida de seguridad. Sus empleados recién retornarán a la planta en el día de hoy, cuando el Dennis haya abandonado el territorio.
En Alabama y Florida los residentes se preparaban ayer bajo el recuerdo de los vientos de 230 kilómetros provocados hace diez meses por el paso del Iván: “Estamos experimentando el comienzo de lo que probablemente serán unas duras seis horas”, explicó el alcalde de Panamá City en el noroeste de Florida, Lee Sullivan. Mientras tanto advertía a través de la cadena CNN, que si “no se prepararon (para el huracán) ahora es muy tarde para hacerlo”.
En Fort Lauderdale (al sudeste de Florida) un hombre murió electrocutado por una línea eléctrica derribada por los vientos asociados a Dennis, que aún provocan mal tiempo en esta región a cientos de kilómetros del ciclón. Según la Guardia Costera, un hombre que intentó pasar la tormenta en el mar tuvo que nadar 10 horas luego de que su velero se hundiera en medio del mal tiempo, cerca de Key West (Cayo Hueso), al sur de Florida, en la zona por donde Dennis pasó el sábado sin ocasionar daños mayores.
A las 12 del mediodía (13 de la Argentina), el huracán Dennis estaba a 200 kilómetros de Pensacola, una de las ciudades de Estados Unidos que aún no se repone completamente de las 30 muertes causadas por el azote del Iván. Mattheu López, director de emergencias de la ciudad, dijo: “Iván es lo peor que hemos visto (...) y ahora se pronostica que Dennis será un poco más fuerte que eso”. Hacia el oeste, en Mobile, el alcalde Michael Dowe hacía los últimos llamados a la población para que evacuara las zonas de peligro de inundaciones hacia el interior: “Sólo váyanse a terrenos más seguros”, casi imploraba.
Por la mañana, las lluvias y vientos asociados al huracán se sentían en las ciudades de Florida y del sur de Alabama. En Florida, un millón y medio de personas recibieron órdenes de evacuación. En tanto, antes del paso del Dennis los medios locales de Pensacola contaban ya dos muertes entre un anciano que murió de un ataque al corazón, y un bebé de tres años que fue atropellado por una camioneta cuando su familia se preparaba para la evacuación. Al comenzar la noche, el huracán avanzaba hacia el interior del continente con vientos de alrededor de 200 kilómetros, arrollando todo a su paso.
Centenares de cubanos residentes en el sur de Florida le pidieron ayer al gobierno estadounidense suspender, por lo menos temporalmente, el embargo a Cuba para auxiliar a sus habitantes tras los estragos provocados por Dennis.
Ni el millón y medio de evacuados cubanos en 2200 albergues, ni la preparación meticulosa del gobierno de Fidel Castro lograron contener el furioso espectáculo del Dennis. El huracán de categoría cuatro en la escala de Saffir-Simpson de un máximo de cinco, golpeó contra la isla durante 19 horas continuas. “Llevamos 48 horas sin electricidad y estamos cocinando la comida con leña”, dijo desde La Habana el director del Centro de Información sobre Democracia, Carlos Ríos.
Los datos oficiales indicaban que cientos de miles de viviendas resultaron derrumbadas o se encontraban en serio peligro de desmoronarse. El segundo jefe de Defensa Civil de la isla, Luis Macareño Veliz, consideraba como “cuantiosos” las pérdidas y daños en las viviendas. Entre las pérdidas, se encuentra el antiquísimo centro de turismo internacional de Trinidad, una joya arquitectónica declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1988. En el poblado costero de Casilda, a unos seis kilómetros al sur de la ciudad, el 70 por ciento de las 930 viviendas quedó dañado. Lo mismo sucedió con las instalaciones sociales. El mar penetró unos 500 metros y las aguas alcanzaron una altura de metro y medio en las calles. En las costas, cinco botes pesqueros protegidos en un refugio marítimo no resistieron el embate de las aguas y se hundieron. Hoteles lujosos como el Trinidad del Mar sufrieron daños en ventanales y techos.
Los vientos alcanzaron una potencia de 212 kilómetros por hora en Aguada de Pasajeros, la localidad más golpeada de la isla ubicada en la provincia de Cienfuegos. Según el jefe del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba, José Rubiera, “se trata de un huracán insólito, completamente atípico. Nunca antes se había producido en la zona un número semejante de fenómenos de esta naturaleza comenzando un mes de julio. En toda la historia conocida, Cuba sólo había sido cruzada por tres huracanes en julio, y esos eventos fueron de poca intensidad”.
Dennis, con vientos sostenidos de más de 210 kilómetros por hora, hizo sentir sus efectos sobre unos 600 kilómetros de la isla y amenazó a unos ocho millones de personas sobre un total de 11,2 millones de cubanos antes de su paso hacia el Atlántico donde las medidas de seguridad comenzaron a reforzarse hacia el viernes pasado.

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Las lluvias y vientos asociados al huracán se sintieron en Florida y el sur de Alabama.
 
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