EL MUNDO › LA FORMACION OFICIALISTA DE BRASIL REQUIERE DE UN PACTO

Para levantar la moral petista

El nuevo presidente del Partido de los Trabajadores, Tarso Genro, anunció medidas de control que acaben con las irregularidades.

 Por Darío Pignotti

La prioridad del PT es lograr un pacto entre sus corrientes internas: ése fue el planteo formulado el sábado por José Genoino al presentar su renuncia a la presidencia y repetido ayer por Tarso Genro, nuevo jefe de la mesa ejecutiva nacional. Genoino y Genro, viejos militantes petistas, entienden que sin reestablecer el diálogo roto entre oficialismo y oposición, la crisis, que es la más grave en 25 años, puede llevar a la fractura del mayor partido de izquierda de América.
La nueva conducción, que cuenta con tres ministros salientes, fue aprobada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que habría preferido evitar la caída de Genoino, algo que se volvió inevitable cuando un asesor petista fue detenido, el viernes, con 100 mil dólares ocultos en su ropa interior. El objetivo externo de la nueva mesa ejecutiva es restañar la imagen del partido, arruinada por la metralla de acusaciones disparada por el diputado Roberto Jefferson. Genro reconoció ayer que la credibilidad del PT fue perjudicada y que es necesario aprender la lección. También propuso evitar la soberbia de otros tiempos cuando el PT se ufanaba de ser un partido fuera de sospechas de corrupción: “Eso no es verdad. Somos un referencial (ético) pero no somos los y no queremos ser los únicos”.
Ayer, en el segundo día de sesiones extraordinarias del Directorio Nacional, Tarso Genro anunció medidas orientadas hacia el frente interno y externo.
A sus camaradas de izquierda les prometió que no serán diferidas las elecciones generales y directas de septiembre próximo en la que hay siete listas inscriptas y la oposición aparece fortalecida.
Pensando en sus correligionarios y la opinión pública, Genro anunció un riguroso control de la agenda financiera del partido y la renegociación de los 20 millones de reales adeudados. También será fiscalizado el desempeño de los miembros del partido que actúan en el gabinete de Lula. Así espera mitigar el escándalo de corrupción desatado por maniobras financieras con el traficante de influencias Marcos Valerio.
Genro también comunicó que espera crear una comisión de notables que juzgará el comportamiento de la dirección saliente.

Federalización
A pesar del cataclismo que expulsó al ex presidente Genoino y tres secretarios de la Mesa Ejecutiva, el “campo mayoritario”, sector moderado que controla el PT desde mediados de los ’90, aún controla el aparato. La candidatura de Genro fue concertada en una reunión de esa corriente, de la que participó el ex ministro José Dirceu. Sin la omnipotencia de un mes atrás cuando era, al mismo tiempo, hombre fuerte del gobierno y el partido, Dirceu demostró contar con influencia.
La oposición, aunque dispuesta a una tregua, expresó su desacuerdo con la maniobra y se abstuvo de respaldar al nuevo presidente.
Genro, saliente ministro de Educación y oriundo de Rio Grande do Sul, no es un líder de peso en la nomenclatura petista y expresa posiciones ideológicamente moderadas. A diferencia de Dirceu y la izquierda, el nuevo presidente dialoga fluidamente con los socialdemócratas del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
La condición de “gaúcho” (Rio Grande do Sul) de Genro es un elemento que cuenta en la nueva distribución territorial del poder petista que hasta antes de estallar la crisis estaba centralizado en San Pablo. De los cuatro nuevos miembros de Ejecutiva sólo uno, el ex ministro de Trabajo Ricardo Berzoini, es paulista.

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Tarso Genro, frente al desafío de recomponer el partido.
 
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