SOCIEDAD

Todo un pueblo en suspenso para
definir una herencia millonaria

En Oncativo, Córdoba, todos aguardan el resultado de los ADN que determinará los herederos de la fortuna del Bayo Cervelli.

 Por Horacio Cecchi

Al borde de la euforia, en las tardes de sol y rémoras de aguardiente, los oncativenses (naturales de Oncativo) u oncativeños (porque hay abierta una disquisición al respecto) suelen recordar que su ciudad es la Capital del Salame y como ejemplo recuerdan que a mediados de mayo pasado, con más precisión el 18, se anunció públicamente que una fábrica de chacinados local se aprestaba para el envío del primer cargamento de salames de exportación a Estados Unidos. Casualmente, unos días antes, fue cuando el Bayo Cervelli, de 56 años y acaudalado productor rural local, dejó su fortuna a sus herederos después de dar una vuelta de campana no en yate sino en su Toyota Corolla, a pocos kilómetros de su ciudad. Como únicos herederos aparecían sus dos sobrinos, hijos de su único hermano también fallecido. Aparecían porque a las pocas horas se presentaron una joven de 22 que aseguraba haber parido una hija del Bayo cinco días después del accidente, y un peón rural de 35 que intentaba convencer a quien fuera de que era hijo de otro entrevero de Cervelli, éste ocurrido claramente más temprano en la vida del prolífico productor. Ahora, los extremos de la cinchada aguardan los resultados de las pericias de ADN para dirimir derechos en la trifulca sucesoria de los bienes del Bayo. Exportarán chacinados, pero en Oncativo nadie es salame.
Está ubicada sobre la Ruta Nacional Nº 9 y el cruce con la Provincial 101, 69 kilómetros al sudeste de la ciudad de Córdoba y a 628 de Buenos Aires. Por decreto 612/01 de Fernando de la Rúa, es la sede de la Fiesta Nacional del Salame Casero, que se realiza desde 1975 en el Club Deportivo y Cultural Unión. Sea pueblo o ciudad, Oncativo jamás fue fundada ni tuvo un fundador o padre, lo que podría sugerir erróneamente que es un pueblo sin herederos.
Erróneamente. Lo demuestra el caso del acaudalado José “el Bayo” Cervelli, en el que lo que sobra es progenie y sucesión. El productor rural nació el 2 de mayo del ’49. Sin sucesores directos, habían pasado pocas horas de su muerte y además de sus dos herederos reconocidos, sus sobrinos Luciana Marina y Andrés Guillermo –hijos de su hermano fallecido hace menos de tres años–, ya se habían presentado dos supuestos hijos no reconocidos que reclamaban ser tomados como parte en la herencia.
El Bayo murió en la ruta, a la altura de Colonia Almada, a unos 5 kilómetros de Oncativo, en la madrugada del 8 de mayo pasado. Murió en un revolcón automovilístico. Y es quizás esa muerte repentina la que permite aducir que el Bayo no había previsto nada, que con 56 años de edad, soltero y dueño de unas 700 mil hectáreas de producción de soja, cuentas e inversiones, y entre 4 y 8 millones de dólares en bienes, tierras y billetes, lo que menos tenía en planes era desaparecer de buenas a primeras.
Las malas lenguas, en Oncativo, mencionan que esa falta de previsión venía de la mano de otro tipo de revolcones en los que parece que se solía enredar el Bayo. A los dueños de esas lenguas no les cuesta lanzar nombres de mujeres a diestra y siniestra, en el tono “con la Alicia anduvo hace tres años, con la Elena andaba hasta hace poquito”, aunque siempre guardando un prudente anonimato (propio). Como el Bayo y sus revolcones han trascendido las paredes que supuestamente los cobijaran, y su fama resulta absolutamente verosímil para el total del pueblo, están abiertas las puertas para la aparición de innúmeros herederos.
Como contrapartida, en el pueblo no se especula. Simplemente, se sostiene lo verídico y lo que se vio o, al menos, lo que los propios ojos han escuchado. Todos saben o dicen saber que “el Bayo y la Joanna se veían seguido” y que “la Joanna estaba enferma del Bayo”. Según Sonia Badrán, la abogada que representa a Joanna, “salían juntos, no se ocultaban porque no tenían nada que ocultar porque los dos eran solteros, se iban de vacaciones juntos”. En ese tren de comentarios, es legítimo suponer que mientras hubo amor de parte de Joanna, ella no hizo reclamos. Pero una vez muerto ya no existían barreras, había que pensar en la pequeñita y, por sobre todo, el amor mutó su rostro de pasión incandescente por el otro, de contador de billetes para sostener el recuerdo.
Muy diferente es el caso del otro reclamante, Sergio Sosa. Peón rural en un campo de La Laguna, próxima a Oncativo, de 35 años de edad, llegó al caso con otro apellido, lo que resulta una complicación verdadera. Sosa tendrá que pedir la exhumación del cadáver del hombre que lo reconoció como hijo, fallecido hace ya unos cuantos años, para intentar recuperar algún vestigio de su ADN y demostrar que no coincide con el suyo y luego modificar su filiación y comparar con el ADN de su padre más reciente. La aparición de Sosa, de ser cierto su reclamo, habla de revolcones del Bayo hace 35 años, o sea, un amor de primavera.
La tironeada sucesión quedó en manos de la jueza de Río Segundo, Susana Martínez Gavier. Lo primero que hizo Gavier fue precintar el panteón de Oncativo para preservar la prueba del ADN, lo que le generó una especie de rebelión de cementerio ya que el precintado impedía a otros dolientes familiares visitar sus recuerdos. Finalmente, la jueza no pudo sostener la prohibición ante tan lógica y necrológica presión y quitó los precintados. De todos modos, el 7 de julio pasado, empleados del juzgado, los dos hermanos, Andrés y Luciana, Joanna y ex Sosa se reunieron no para llorar al Bayo sino para ver reaparecer su cuerpo en la exhumación. Por las dudas, además de las muestras tomadas, la jueza cuenta con otra muestra: la ordenó el fiscal de Río Segundo, Luis Nazar, para determinar las causas de la muerte. Esa muestra es una especie de llave del tesoro.
“Se habla de una fortuna que no existe –aclaró Luis Nieto, abogado de los sobrinos–. Hay un campo, no se conoce todavía su valor y hay que deducir todas las deudas que contrajo Cervelli.” Menos técnico pero más lógico resultó Andrés: “Lo que más nos preocupa ahora es la seguridad”. El 27 de marzo de 2003, el empresario agropecuario Marcelo Dezotti había sido secuestrado para cobrar un botín fabuloso que los delincuentes jamás encontraron.
Ahora, sólo queda esperar las comparaciones de los ADN. Mientras, Oncativo se mantendrá entre salames y ascuas.

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En Oncativo, Cervelli dejó dos sobrinos como herederos.
 
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