SOCIEDAD › PREOCUPACION POR EL DISCOVERY

Fantasmas en la NASA

El fantasma de la tragedia del Columbia, ocurrido hace más de dos años, volvió a instalarse en la NASA tras el despegue del transbordador Discovery. El desprendimiento de fragmentos de la nave durante el despegue generó preocupación entre los siete tripulantes, que ayer comenzaron a verificar posibles daños provocados por el elemento que se despegó, mediante un brazo robótico de 15 metros, con una cámara de fotos en su extremo, que permite ver la nave desde el exterior. Por lo pronto, la NASA decidió suspender los vuelos de transbordadores espaciales hasta que se sepan los motivos que causaron el desprendimiento.
En su partida al espacio, el Discovery perdió un trozo de material aislante del tanque de combustible. El 1º de febrero de 2003, el Columbia se desintegró en su retorno a la Tierra, después de haber sufrido un desprendimiento de aislante durante su despegue. La preocupación actual no suena disparatada: el Discovery, lanzado desde el Kennedy Space Center, es la primera misión espacial estadounidense tripulada después de aquella tragedia.
Con un sensor láser y una telecámara especial, ubicada en un brazo robótico, los astronautas controlaron la presencia de roturas que podrían representar un peligro en la fase de regreso a la atmósfera terrestre.
Las operaciones de control a través del brazo electrónico duraron unas siete horas.
Tras evaluar los primeros datos, el director de vuelo del Johnson Space Center, Paul Hill, informó que el daño en una losa térmica en el suelo del transbordador “no implica un problema significativo”. “Mi apreciación es que no parece ser un daño serio”, agregó.
El lugar afectado será filmado en la maniobra de acoplamiento con la estación espacial internacional (ISS), prevista para hoy. El lugar será inspeccionado nuevamente el cuarto día de vuelo.
Mientras no se obtengan más certezas, los lanzamientos tripulados quedarán suspendidos hasta que los expertos encuentren la forma de prevenir el desprendimiento de restos durante el despegue. “Hasta que no estemos preparados, no volaremos de nuevo. Y no sé cuándo podrá ocurrir eso”, aseguró Bill Parsons, director del programa de transbordadores de la NASA.
Por su parte, Hill se defendió de la acusación de que la agencia minimizó el problema: “Otros transbordadores que sufrieron pequeños daños en el recubrimiento térmico regresaron seguros a la Tierra”, argumentó.
Después de evaluar las primeras filmaciones del lanzamiento del martes, el funcionario había indicado que una losa térmica de unos 2,5 a 3,7 centímetros se había desprendido. Para Hill, sin embargo, la utilización del brazo robot constituye una de las maniobras más riesgosas: “Si tocamos el transbordador, tengo que buscarme otro trabajo”, señaló.

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Una cámara inspecciona posibles daños en la nave.
 
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