SOCIEDAD › TRES PRESOS APUÑALADOS EN EL PENAL DE MENDOZA

Más que cárcel, una morgue

 Por H. C.

La Penitenciaría de Mendoza sigue abriendo la puerta a las denuncias ante organismos internacionales de la mano de su ostentoso ranking de muertos. En dos días, la cárcel sumó otros tres presos al interminable listado de asesinados (28 en dos años) en el que se agrega, además, la polémica muerte por ahorcamiento del menor condenado a perpetua Ricardo Videla. El sábado pasado, Sebastián Hormazábal apareció apuñalado en una celda individual a la que había sido trasladado por supuesta seguridad. Ayer, Diego Antonio Ferranti y Gerardo Gómez, que habían participado del conocido como Motín Vendimial el 3 de marzo de 2000, terminaron asesinados a puñaladas después de haber sido trasladados de la cárcel de Neuquén –donde habían sido derivados desde la cárcel de Mendoza por razones de seguridad– hacia su prisión de origen. El martes debían declarar ante la Justicia por el Motín Vendimial.

El Vendimial se había desatado por las desastrosas condiciones del penal. En enero de 2000, un grupo de abogados del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos mendocino presentó un pedido de hábeas corpus por la totalidad de los presos del sistema carcelario mendocino por el trato inhumano y degradante al que eran sometidos. La presentación, desoída en repetidas ocasiones, derivó en denuncias con curso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y posteriormente ante el máximo organismo continental, la Corte Interamericana. La Corte visitó como un hecho inédito la cárcel de Mendoza y allí constató la gravísima situación en que se encontraban los presos. La última intervención de la Corte tuvo lugar el 28 de abril pasado, cuando resolvió ordenar al Estado argentino que se hiciera cargo de garantizar la vida de los presos en la cárcel mendocina. Un mes y diez días después, la muerte de Hormazábal y las de Ferranti y Gómez demuestran que nadie garantiza que se garantice nada.

Sebastián Hormazábal, de 24 años, cumplía desde el ’99 una pena de trece años y seis meses de prisión por homicidio en grado de tentativa y robo agravado, hechos por los cuales había sido condenado por las cámaras Séptima y Segunda del Crimen, respectivamente. Estaba alojado en el Pabellón 9. Hacía poco tiempo, había sido trasladado a la celda 16 de dicho pabellón, celda individual para que permaneciera aislado del resto por razones de seguridad. En el caso de Ferranti y Gómez, que habían participado del Motín Vendimial, habían sido trasladados a Neuquén por razones de seguridad y fueron llevados por tres días a Mendoza sólo porque debían declarar ante la Justicia. En los tres casos, después del triple asesinato por apuñalamiento, quedó demostrada la certeza de esas mentadas razones de seguridad y el escaso o nulo interés en que sean cumplidas.

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