SOCIEDAD › CIEN FAMILIAS HABITARAN UN EDIFICIO DE CONSTITUCION

La casa propia en un molino

El Gobierno de la Ciudad compró un viejo molino en la calle Solís, que será transformado en viviendas para 500 personas organizadas en cooperativas, que participan en la reforma.

Darío está esperando ansioso que el viejo molino de la calle Solís se transforme en su nueva casa, para dejar por fin la habitación de hotel en que vive hacinado con su esposa y cuatro hijos. Con la suya serán 100 familias –alrededor de 500 personas– las que podrán habitar el edificio de 10 mil metros cuadrados, que será transformado en viviendas de entre tres y cuatro ambientes. En la primera etapa de construcción que comienza en octubre de este año, cerca de 40 familias se mudarán para poner en marcha el mecanismo de “vivienda transitoria” que incluye su participación en la obra. Los grupos familiares están organizados en cooperativas y forman parte del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) que coordina el proceso. El Gobierno de la Ciudad, a través de su Comisión Municipal de la Vivienda (CMV), compró el lugar a 850.000 pesos.
Darío Díaz tiene 56 años y ganas de conseguir un trabajo. Hace changas de lo que puede mientras que su mujer colabora en un comedor comunitario. “Antes tenía trabajo y podía alquilar una casita, pero después todo se vino abajo y tuvimos que ser asistidos como familia en crisis”, cuenta. Darío es integrante de la Cooperativa 20 de Julio que –junto a Los Invencibles– son los protagonistas de este nuevo proyecto.
Por la entrada de Solís el edificio se ve imponente. Tiene forma de ele y tres pisos, con estructuras de hierro que se piensan mantener y otras de madera que serán refaccionadas. La idea es reciclar lo que se puede (6000 metros cuadrados) y construir de cero donde no, por ejemplo, en una serie de galpones que dan a la calle 15 de Noviembre. Sobre el primer nivel se planea hacer doce departamentos, seis de ellos con vista al portón de ingreso. Debajo, donde está el patio central, habrá una zona de equipamiento comunitario que puede incluir desde una verdulería hasta una guardería para los chicos. “Lo que haya allí dependerá de las familias que se instalen, pero también de las demandas barriales”, explica Néstor Jeifetz, presidente del MOI, organización miembro de la Federación de Tierra y Vivienda y de la CTA.
En un sector del tercer nivel que tiene techo a dos aguas, se prevé la construcción de varios dúplex que durante la etapa de vivienda transitoria –aquella en la que las familias empiezan a ocupar el molino– oficiarán como dos casas cada uno para aprovechar ambas plantas. El MOI impulsa políticas autogestivas a través de cooperativas que tienden a la propiedad colectiva. En este caso, durante los próximos seis meses el molino figurará a nombre de la CMV y luego pasará a manos de las dos cooperativas, que una vez finalizada la obra, tendrán que devolver el dinero del crédito en cuotas accesibles y durante varios años. Esa plata debe destinarse a nuevos proyectos de vivienda social.
La vicejefa de Gobierno porteño, Cecilia Felgueras, recorrió ayer las instalaciones del edificio. “Este lugar lo encontró el MOI, presentó el proyecto correspondiente y ahora tiene un cronograma de trabajo para finalizar la obra”, explica. Con una inversión total de tres millones de pesos, “se asegura vivienda digna para aproximadamente 500 personas”. “Es un mérito enorme de todos ellos, porque pelearon a muerte para conseguir este espacio a pesar de las idas y vueltas económicas”, destaca.
Bonifacia Barrientos es la presidenta de la Cooperativa Los Invencibles. Tiene dos hijos de 9 y 6 años y se imagina el momento en que pueda llegar a su nuevo hogar. “Esto va a ser un vuelco muy grande y los chicos tendrán todo el patio a su disposición para correr y jugar, porque a veces en los hoteles son muy reprimidos”, dice. La experiencia tiene a los futuros habitantes como principales protagonistas ya que a través de un “reglamento de ayuda mutua” se coordinan las horas de trabajo necesarias en cada etapa. “Esto tiene dos ventajas: fortalece el sentido de grupo y además genera un ahorro del 10 por ciento en el costo de la obra”, añade Jeifetz. Y Darío Díaz se sonríe ante la posibilidad de convertir en realidad el sueño de la casa propia: “Nunca imaginé que podría ser propietario pero con esta lucha entendí que la única manera de acceder a una vivienda es en forma colectiva”.
Producción: Romina Ruffato

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Cecilia Felgueras entre miembros de las cooperativas que participan del proyecto.
 
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