SOCIEDAD › CONMEMORAN LOS 150 AÑOS DEL PRIMER VIAJE EN TREN EN ARGENTINA

La historia viaja en ferrocarril

Una locomotora a vapor de 1888, reacondicionada por técnicos ferroviarios, circuló ayer desde Villa Lynch hasta Lacroze. En la Rural se exhiben máquinas y vagones recuperados del olvido.

El silbido de vapor indicó a los pasajeros que había llegado la hora de partir. “Pasajeros al tren. Boletos en mano por favor”, coreaba el joven guarda, con actitud y uniforme de época. Minutos después, pasaría asiento por asiento a picar el boleto. El viaje fue corto, pero alcanzó para que todos pudieran sentir el andar pausado de la máquina, y los más jugados sacaran la cabeza por la ventanilla. En la estación Federico Lacroze, el guarda anunció el final del recorrido, lo que provocó las caras largas de muchos de los pasajeros que no querían despedirse tan pronto de la locomotora Nº 27, la Monte Caseros, creada en 1888 por una empresa inglesa y reconstruida por técnicos argentinos para festejar el 150º aniversario del nacimiento del ferrocarril en el país.

La estación Villa Lynch, en la localidad bonaerense de San Martín, se vistió de celeste y blanco para la ocasión. Vecinos de la zona y obreros ferroviarios, con sus banderas y bombos, se agolparon a los costados de las vías para participar de la salida de la locomotora. Después de tres años de trabajo de reconstrucción, la máquina, que permaneció quieta durante años en un predio de Fabricaciones Militares, estaba a punto de recobrar su movimiento. Allí, parado, conmovido, con una media sonrisa, estaba Carlos Alonzo, de unos 50 largos. El viajó, exclusivamente, desde General Madariaga a Villa Lynch para ver la locomotora que durante varias décadas manejó su papá. El, a sus 11 años, era el acompañante oficial de los viajes y el encargado del mate. “Estaba con él en la locomotora. Cuando me cansaba me pasaba al coche. Era todo una aventura”, contó.

El último silbato interrumpió el relato de Carlos, que se apresuró para conseguir un asiento. La locomotora partió de Villa Lynch a las 11.30. Arriba viajaba Gabriel Asenjo, vicepresidente de Ferroclub, entidad que se dedicó a la reconstrucción de esta máquina como de las otras cuatro que estarán en exhibición hasta el 4 de septiembre en el predio de la Rural (ver aparte). “Aunque la máquina fue recuperada en buen estado, nos llevó casi tres años reconstruirla. En ese tiempo, se desarmó, se limpió, se hicieron las pruebas hidráulicas y se reconstruyeron todos los mecanismos faltantes o desgastados.”

El paso del tren por los rieles donde, habitualmente, transitan las formaciones de la ex línea Urquiza generó la sorpresa de los espectadores ocasionales. En los cruces de vías, los automovilistas se quitaban los lentes para confirmar que era cierto lo que estaban viendo. Reacción que contrastaba con los bocinazos de festejo de algunos camioneros. También tomó desprevenido a un joven, que escuchaba música en la estación Arata. Hubo en cambio vecinos más prevenidos que con su celular pudieron retratar esa incursión del pasado.

Aunque la locomotora tiene un andar pausado –y cuando se acerca una curva tiene que disminuir aún más la velocidad–, el viaje fue muy corto para todos los pasajeros. Algunos, los más atrevidos, aprovecharon para sacar la cabeza y los brazos por la ventanilla. Otros tuvieron tiempo para ver los dos coches de madera: uno era utilizado como reservado, para primera clase, y el otro era un coche-comedor. Los dos vagones habían sido utilizados para filmar la película Siete años en el Tíbet, protagonizada por Brad Pitt, filmada en la Argentina. Esos coches, según explicó Asenjo, salieron de circulación a partir de 1930 y fueron reemplazados por unidades de metal. “En caso de vuelco o descarrilamiento, la madera era muy peligrosa porque se partía y las astillas se convertían en una verdadera trampa mortal”, contó.

Otros pasajeros recordaron cuando eran niños y viajaban en un tren con locomotora a vapor, como ésa, hasta la escuela. Este dato se entiende al saber que la línea Urquiza fue la última en eliminar ese tipo de locomotoras. Hasta la década del ‘70, la unidad Nº 27 fue utilizada para tareas de descarga y maniobra. Durante años, la locomotora Monte Caseros, fabricada por la empresa Neilson, de trocha media recorrió por décadas las provincias de la Mesopotamia argentina.

Casi a las 12 de ayer, los pasajeros habían llegado a su destino final: la estación Lacroze, en el barrio porteño de Chacarita. Allí, al ritmo de los bombos y los banderazos, los obreros ferroviarios festejaban el aniversario del ferrocarril. Luego de su exhibición en la Rural, la locomotora volverá al centro de preservación de Ferroclub donde los apasionados por los trenes la mantendrán en movimiento para que chicos y grandes puedan verla en marcha en el futuro.

Informe: Elisabet Contrera.

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La locomotora Monte Caseros llega a Federico Lacroze, después de viajar desde Villa Lynch.
Imagen: Télam
 
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