SOCIEDAD › DOS DETENIDOS POR EL SECUESTRO DE FRANCO ANDREOLA

Siguiendo pistas en celular

Detuvieron a un bolsero de móviles y a una mujer que tenía uno de los celulares usados por la banda. Andreola describió su cautiverio.

–¿Y vos cómo te llamás? –le preguntaron al empresario, apenas arrancado de la cena del galpón de Río Cuarto 1963, de Barracas. –Andreola –contestó aterrorizado a sus captores. En la banda se desató una discusión cuando descubrieron que se había tratado de un error. “Quisieron dar marcha atrás, devolverlo y llevarse al objetivo que habían ido a buscar –murmuró un investigador a este diario–, pero la puerta se les cerró por dentro y decidieron llevarse lo que tenían.” Los datos precisos fueron provistos durante la declaración de Franco Andreola ante la Justicia federal, el lunes pasado por la noche, casi veinte horas después de haber sido liberado en Los Cardales, al noroeste de la Capital, y confirmaron lo que los investigadores ya suponían, que el blanco del secuestro había sido el empresario menemista entrerriano Raúl Derudder, uno de los dueños de Flecha Bus. Cuando los secuestradores comprendieron el error, le incriminaron a Andreola “¿y vos, por qué saltaste?”. “Porque ustedes preguntaron por el dueño del Minicooper y el dueño era yo”, fue la respuesta de Andreola. Ayer, mientras los investigadores se debatían entre la hipótesis de una banda de advenedizos y otra profesional, fueron detenidos un hombre en Capital y una mujer embarazada de siete meses en Quilmes. Ambos fueron vinculados porque en su poder tenían teléfonos celulares comprometidos en el caso, aunque los investigadores sospechan que no están comprometidos directamente con el secuestro.

Durante dos allanamientos en Capital Federal y en Quilmes, dos brigadas de Antisecuestros de la Federal detuvieron a un hombre y a una mujer que no están relacionados entre sí, pero que tenían una conexión con el caso: dos teléfonos celulares que tuvieron alguna participación en el secuestro.

En el caso del hombre, Víctor Hugo Sosa, según revelaron fuentes de la investigación, se trata de un bolsero de celulares que tenía en su poder uno de los aparatos que luego fue utilizado para realizar las negociaciones con la familia de Andreola. Entre la documentación que le fue secuestrada de su domicilio se encontró una cantidad importante de contactos telefónicos que podrían estar vinculados con el caso, aunque esto, hasta el momento, no pasa de una esperanzada hipótesis. Sosa es dueño de un local de venta de celulares y en su poder había tenido hasta cinco días antes de iniciarse el secuestro uno de los celulares usados por la banda. También le encontraron pistolones, bayonetas y armas de juguete. Sosa había estado involucrado en el robo de autos mellizos, pero luego quedó sobreseído por decisión de la Justicia.

En Quilmes, entretanto, la otra brigada detuvo a Claudia Gómez, embarazada de siete meses, quien en su poder tenía uno de los celulares que antes había sido utilizado por la banda o que había sido robado a alguno de los comensales de la cena de la que fue arrancado Andreola. Ambos detenidos quedaron alojados en los Tribunales de Comodoro Py, donde hoy el juez Ariel Lijo y el fiscal Federico Delgado les tomarán declaración. De todos modos, las expectativas sobre la información que se pueda obtener de estas dos detenciones es, por lo menos, humilde.

Durante la noche del lunes, Andreola declaró y dio a los investigadores algunos detalles de lo que fue su cautiverio durante veinticinco días. Dijo que había estado amarrado a una cama todo el tiempo, pero que no tenía vendas en los ojos. “Dijo que la banda estaba formada por entre seis y siete individuos, pero que él no llegó a ver el rostro de ninguno –sostuvo un investigador–. También recordó que solamente lo custodiaron dos, que no estaban encapuchados. El no estaba vendado y estuvo todo el tiempo en el mismo cuarto a oscuras, pero habían convenido en que cada vez que se le acercaban a su cama le hacían un guiño con una linterna y él se tenía que dar vuelta para no verles el rostro.”

También declaró que cuando le hablaban lo hacían con un distorsionador de voz. Hablaban por un micrófono que les modificaba el timbre de voz y, aunque los investigadores sostienen que no hay una gran cantidad de proveedores de dicho sistema, es muy sencillo bajar un programa distorsionador de Internet (los hay por centenares) y hablar desde una PC con un micrófono y un par de parlantes comunes.

Andreola también confirmó al juez que no era a él a quien buscaban los secuestradores, sino a Raúl Derudder, quien hasta hacía poco tiempo había sido propietario de un Minicooper, un auto costosísimo que fue la señal para el secuestro y que terminó siendo una señal equívoca. Andreola reprodujo el diálogo de los secuestradores citado más arriba, que coincide con la versión del inicio del caso, cuando la banda reclamó 500 mil dólares, la familia respondió que no tenía disposición de semejante suma y la voz de la banda respondió: “Pedíselos a Derudder”. El empresario y su hermano Guillermo son los propietarios de la empresa Flecha Bus.

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La angustiante espera de la familia de Andreola ya finalizó.
 
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